jueves, 28 de agosto de 2008

DIRIGISMO

El triunfo cultural del dirigismo
Por Nicolás Márquez

www.notiar.com.ar


Tras el acalorado debate que tuvo al país en vilo en torno a las retenciones al campo, llama poderosamente la atención que, a modo de proeza ideológica, los Diputados y Senadores protagonistas de las encendidas e históricas tertulias exhiban luego con orgullo el hecho que “nadie discuta la legitimidad de las retenciones”.

Independientemente de la rotunda derrota política que padeció el kirchnerismo, hay un debate fundamental que estuvo y está llamativamente ausente. La polémica de marras sólo se ha reducido al quantum de las retenciones y no sobre la bonhomía o malicia de su existencia. Todos los partidos y dirigentes, aceptan la quimera de que las retenciones de suyo son buenas, y la discusión gira en torno a si las retenciones deben estar cinco puntos más arriba o más abajo, pero no más que eso.

Esta mentalidad anticapitalista, constituye un notable triunfo cultural del populismo. Un aplastante triunfo ideológico del autoritarismo colectivista por sobre la libertad personal.

Y todo este embate dirigista, fue impuesto por los demagogos de turno agitando la imprecisa banderita de la “justicia social”, de la “distribución del ingreso”, de “achicar la brecha entre ricos y pobres” y de todo un sinfín de fraseologías de contenido simpático, pero que por definición esconden un inequívoco sesgo socializante y por ende totalitario.

No es de extrañar que el partido gobernante (el cual se ufana de “combatir el capital”) apele a estos lamentables aforismos bien propios de los populismos latinoamericanos. Empero, por parte de los partidos llamados “centristas” (de presunta tendencia privatista) no hubo una sola voz contraria a las retenciones, sino apenas un titubeante gemido que amablemente solicitaba que se “bajen unos puntitos” al coeficiente confiscatorio, y este reclamo fue fundamentado no en que la propiedad privada sea un derecho natural a la vez que positivo expresamente considerado inviolable en el artículo 17 de la Carta Magna, sino porque “la Corte Suprema de Justicia considera que más de un 35% es confiscatorio” (¿por qué el 35 y no el 30 o el 20?), como si ese arbitrario límite impuesto por el dirigismo jurídico fuese un parámetro digno de ser tenido seriamente en cuenta. En rigor de verdad, la retención es una confiscación independientemente del porcentual a piratear. Equivale a suponer por ejemplo, que el robo de una billetera con dinero fuese considerado como tal “pero a partir de los 100 pesos” (¿?)

La dicotomía ideológico-política en Argentina, quedó reducida a una “antinomia” compuesta por un intervencionismo radicalizado (el kirchnerismo) por un lado y un intervencionismo morigerado (el resto de la oposición) por el otro. Luego, nuestro sistema político, a diferencias de los países del mundo desarrollado que tienen un sistema bipartidista (uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha pero respetando la economía de mercado como piedra basal) en el caso argentino tenemos un sistema bi-populista, cuya columna vertebral es el incontrovertible intervencionismo económico.

¿Cuáles son los resultados de anteponer “los intereses de la mayoría” por sobre los “egoístas”?: desincentivo, merma en la producción, escasez, falta de competitividad, desempleo, desinversión, aislacionismo e inflación.

Podría argumentarse sin embargo, que el que suscribe es “más papista que el Papa”, puesto que el sector afectado (el campo) no ha cuestionado a las retenciones como tales y el reclamo se limitó a una reducción de las mismas. Pero el campo pide una reducción y no la anulación de las retenciones, no por apego al “afecto universal”, sino apremiados por el principio de “ceder para no perder”, vale decir, ante el avance estatal y la confiscación del 45% prevista en la resolución derrotada, fue preferible pelear por una disminución del robo ante que perder por completo la rentabilidad.

En términos más morbosos, ante la amenaza de que te amputen un brazo, es preferible negociar para que te amputen un dedo. Ningún sector está dispuesto a regalar por afán altruista gran porcentual del fruto de su legítimo trabajo, y muchísimo menos para que el estado emplee esos fondos al servicio no de la construcción de hospitales sino de inacabables compromisos demagógicos.

Otro mito consiste en afirmar que el gobierno “con mucho esfuerzo mantuvo el tipo de cambio alto para favorecer al campo”, ¿favorecerlo de qué?. El campo obtiene de ganancia un dólar mucho más bajo que el de mercado (a un peso con ochenta centavos promedio) ya que se le roba al menos un tercio del valor de mercado de la divisa americana.

En puridad, el “dólar competitivo” fue mantenido por el estado para poder quedarse con el excedente de las retenciones. Vale decir, el tipo de cambio alto no lo sostuvo el gobierno por amor al campo, sino para poder arrebatarle gran parte de las citadas “ganancias extraordinarias”.

Si a la acaudalada familia Kirchner le importara seriamente el concepto de la “equitativa distribución de la renta”, lo primero que deberían hacer es donar el 45% de las rentas obtenidas con sus onerosos negocios personales que treparon de $6.399.222 en el 2003 a $17.824.941 en el año 2007 (según lo declarado por Néstor Kirchner el 15 de enero del corriente al Fiscal Eduardo Taiano de la Oficina Nacional Anticorrupción). Pero como sabemos, progresista es todo aquel que pretende repartir lo ajeno.

¿Y por qué razón el régimen argentino impone el sistema de retenciones?. Según sus defensores (casi todos los políticos) arguyen que el campo obtiene “ganancias extraordinarias” y hay que “compartirlas”. No sabemos a partir de que guarismos la mentalidad populista considera que alguien gana de manera “extraordinaria”, pero si así fuera, desconocemos en que consiste el pecado como para que el estado se la confisque para repartirla entre quienes no han tenido la capacidad o el talento de generarla.

La realidad es que las retenciones, son una formidable “caja” de fácil recaudación (facilitada por el aumento de los precios internacionales de la materia prima y comodities), para sostener al populismo vigente, y de este modo se evitó hacer una reforma fiscal seria, no se achicó el gasto público, y hemos vivido cinco años dentro del marco de una burbuja de despilfarro (del que ahora estamos pagando el costo)

Las retenciones (más allá del porcentual de las mismas) constituyen un avieso castigo al éxito, un atentado al derecho de propiedad (columna vertebral del resto de los derechos), desmotivan al productor y violentan el principio de igualdad. De esta manera, se construye no una sociedad “equitativa” sino una sociedad conformada por víctimas (los confiscados) y parásitos (los beneficiarios de las confiscaciones), aunque con un agravante más: el botín del que el estado nacional se apropia no se aplica para “mejorar la mesa de los argentinos” sino que se vuelca al servicio del financiamiento de un clientelismo organizado compuesto a base de dádivas sociales, punteros, grupos de choque, matones subvencionados, activistas rentados y la organización de costosos actos partidarios de tinte intimidatorio.

Luego, los pretendidos herederos de Robin hood no pueden explicar en concreto en dónde están los beneficios de los miles de millones de dólares ya retenidos tras cinco años de gestión dirigista.

En tanto el populismo, en su versión oficialista o en su versión “razonable”, es el intocable e incontrastable dogma que prima en todos los debates y discursos de la política nacional contemporánea.

Periodista, abogado, escritor.
Autor de los libros “La Otra Parte de la Verdad” y “La Mentira Oficial”.
Próximo libro del autor “El Vietnám Argentino – la guerrilla marxista en Tucumán”. www.nicolas-marquez.com.ar

Gentileza en exclusiva para NOTIAR

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