escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
A los efectos de financiar los fastos de la orgía colectiva del gasto público, el Poder Ejecutivo decide proyectarse. Para trasladar, acaso la semana próxima, hacia la consideración compulsiva del Poder Legislativo, la Ley Ómnibus de Ampliación del Presupuesto.
Trátase de la módica “ampliación” de 36 mil millones de pesos. 12 mil millones de dólares. Son glucolines indispensables para complementar la eficacia del “modelo económico”.
De “inclusión”, que conste. Con “redistribución del ingreso”. Para “asegurar la mesa de los argentinos”.
El proyecto, por lo que sabemos, fue diseñado en la opacidad de Economía. Avalado por la lacónica expresividad del señor Ministro.
Los detalles de terminación del producto se trabajan, en la actualidad, entre las competencias de la Jefatura de Gabinete. Donde impera el Titán del Tigre, Sergio Massa, con su vibrante empuje de vendedor domiciliario.
La urgencia de aprobar la Ley Ómnibus puede explicar, acaso, las transformaciones enternecedoras de los Kirchner. En materia de comportamiento. Celebradas, hasta la distracción, por insignes columnistas. Con más voluntarismo gestual que información.
Fondos están, pero no están
“Va a haber fondos para todos”, les garantiza La Elegida, a los gobernadores. En sublime instancia de diálogo reconquistado.
Quien promete también fondos, a los estadistas necesitados, es, sobre todo, el Primer Ministro Massa. Aunque esté siempre marcado, a presión, por Randazzo.
Ambos prometen tirar cables, cuando los mandatarios desfilan con “actitud de manga”. Un suplicio frecuente que banaliza la fantasía del federalismo.
Ocurre que los fondos están. Pero no están. Disponibles. Una montaña interminable de glucolines que no pueden ser utilizados. Son producto de la inflacionada recaudación, glucolines legítimos.
Sin embargo no forman parte de la programada numerología del presupuesto autorizado.
Y el 15 de septiembre, según nuestras fuentes, tiene que presentarse el presupuesto nuevo, el del 2009. Aunque antes se impone pagar las cuentas, insuficientemente calculadas, del 2008.
Pasión por el DNU
En los tiempos inimpugnables del kirchnerismo, el desastroso litigio podía, técnicamente, superarse. A través de la desprolijidad arbitrariamente unilateral de un Decreto de Necesidad y Urgencia. El clásico DNU. De los DNU que El Elegidor, don Néstor, solía firmar, apasionadamente, como si fueran autógrafos solicitados por los fervorosos militantes juveniles de La Cámpora. O meros grandulones del Compromiso K. O Medialuneros de Carta Abierta, o funcionarios de la Secretaría de Estado de Página 12.
Pero los prejuicios morales le impiden, a La Elegida, firmar DNUs.
Las alucinaciones relativas a la “calidad institucional” interrumpen los vicios, perdonablemente gestionarios, del marido. Empero, en semejante moralismo influye la certeza de la infortunada declinación del gobierno. En realidad, La Elegida se encuentra políticamente imposibilitada de suscribir un DNU semejante. Que facilite la incorporación, hacia la juerga delirante del derrame, de los 12 mil millones de dólares. “Ampliación presupuestaria” destinada, en grandísima parte, a socorrer el pago de los enaltecedores subsidios tarifarios. Con la sucesión de bartolerismos administrativos que merecen minuciosamente próximas investigaciones parlamentarias. Y/o judiciales. Pueden conjeturarse bastantes sentencias condenatorias.
Periodistas “pymes”
De todos modos, los fondos amplificados resultan imprescindibles para abandonar la sensación de parálisis, y proseguir los “grandes emprendimientos de infraestructura”, o la culminación de viviendas infinitamente anunciadas. Para pagar parte del retraso de los “certificados de obra”. Los que avasallan con unas “redeterminaciones de precios” estremecedoras.
Demuelen, en materia inflacionaria, el optimismo de las mediciones reconfortantes de Morenito.
Con la “ampliación presupuestaria” que se reclama, habrá fondos suficientes para aplacar la ansiedad de las “organizaciones sociales”. Sin ir más lejos, para asegurar los sueldos. Hasta para abonar las retrasadas pautas publicitarias. Las que legitiman la algarabía mediática de “la mesa de los empresarios de la comunicación”. Y de los cuantiosos periodistas pymes que suelen facturar, a Telam, sus chivitos tercerizados.
Contra las cuerdas
Contra las cuerdas. Pero, de a poco, el gobierno comienza a recuperarse. A partir de la sistemática complicidad de los corresponsables. Los que también deben pagar la fiesta.
Así que Schiaretti, o Jorge, o Saiz, si quieren 700 millones, o mil, tienen que salir a apoyar.
Los diputados tienen que aprobar La Ley Ómnibus.
Como Beder Herrera. Si necesita 400 millones, no existe la posibilidad que sus diputados se topen con obturantes dilemas éticos.
Por lo tanto, apenas puede quedarse totalmente afuera la señora Carrió.
De manera que Carrió puede preparar, desde ya, su artillería pesada para lanzarla, junto a Pérez y la señora Bullrich, en el templo del profesor Grondona.
Por lo expuesto, pueden entenderse las razones de la abrupta ternura de los Kirchner. La necesidad de incorporar a los necesitados gobernadores en la legitimación del jolgorio.
Para que no se incendien las provincias, debe asumirse la colectiva responsabilidad en la Kermesse del Gasto Público. Comprometerse a persuadir democráticamente a los diputados, y a los solemnes senadores, sobre los efectos negativos de la real politik.
“Todas las manos todas” deben aprobar la Ley Ómnibus de Ampliación Presupuestaria.
36 mil millones de pesos. 12 mil millones de dólares.
Glucolines gloriosos que pueden proporcionar oxígeno a la gloria inerte del kirchnerismo. Glucolines sustanciales para abonar “la fiesta de todos”.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
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