jueves, 28 de agosto de 2008

SEPTIEMBRE NEGRO

Por qué en septiembre.





Según nuestro análisis, el mes que se inicia no

será tranquilo, ni económica ni políticamente.

Las dificultades fiscales manifestarán la trampa

en la que –solito- el matrimonio gobernante ingresó

desde el 2007. No creemos que signifique el final

de su gobierno, pero sí el comienzo de un cambio

forzoso, con CFK al gobierno y el PJ al poder.



1er. Factor: Septiembre no es un mes cualquiera en nuestro país.



Durante ocho décadas, muchas de las crisis y de los cambios políticos y económicos significativos que nos tocó transitar como sociedad, tuvieron su inicio o su eclosión en este período del año. Lo que tratamos de plantear en este comentario es la duda que surge acerca de si se trata de una simple coincidencia estadística o bien, se asistió a una confluencia de factores que se han presentado con regularidad estacional en dichas décadas. Nosotros adherimos a esta última posición: septiembre es un mes por demás sensible, casi siempre. Y veamos los fundamentos de la aseveración.



1. Tiempo de pre-balance doméstico: Por esta época la comunidad de negocios tiene una aproximación bastante certera de los resultados a los que alcanzaremos al cerrar el año calendario, sea en las cuentas públicas como en las privadas. Tanto en la gestión de gobierno como en el ámbito de las empresas del sector privado, también se elaboran para esta época análisis y evaluaciones sobre cuál ha sido la calidad de la performance de las acciones encaradas y acerca de sus posibilidades de éxito, o bien, cuáles son los fracasos parciales o totales en el alcance de las metas propuestas. Y de ese análisis, surgirán decisiones de acción u omisión.



2. La confección de presupuestos para el año siguiente: Por mandato constitucional, en septiembre debe enviarse al Parlamento el presupuesto nacional de gastos, de inversiones y de recursos de la administració n nacional, así como de la misma manera en la esfera privada, suelen elaborarse los pronósticos y decidirse las inversiones o los ajustes necesarios de administració n. Es en este preciso momento en que se descubre “si la frazada es corta u holgada”.



3. Comienzo del “año productivo” en el hemisferio norte: Terminadas las vacaciones de verano, tanto en la administració n pública como en de las empresas con sede central en dicho hemisferio, sus funcionarios regresan -en su gran mayoría- con activos planes, proyectando tomas de medidas estratégicas y presentando proyectos que redundarán, para bien o para mal, en los rumbos, planes y hasta en la envergadura de sus sucursales del hemisferio sur para el año siguiente.



4. El resultado del balance del comercio exterior: A esta altura de cada año en nuestro país, se puede proyectar también con bastante precisión, cuál será el resultado del balance entre exportaciones e importaciones y, fundamentalmente, cuáles son las perspectivas de la producción y de la exportación de nuestros productos agropecuarios para la campaña agrícola del año en curso. Y además, y no es un dato menor, cuál será la incidencia de las decisiones del sector rural para la siguiente campaña, tanto en materia de siembra o extensión de los cultivos, como acerca de las variedades a sembrar, la cuantía de las inversiones en maquinaria, del abastecimiento de los insumos productivos o bien, la retención o fluidez en la comercializació n de hacienda.



Estos cuatro factores conjugados, siempre tuvieron y tendrán una incidencia sensitiva sobre dos aspectos principales, ambos entrelazados y con influencia recíproca: a) las inversiones –tanto locales como extranjeras- y b) el tipo de cambio. Pero no se trata solamente de consecuencias económicas, pues también ellos afectan las grandes decisiones políticas, sobre todo, las referidas a la ruptura o a la generación de coaliciones gobernantes, así como también a los cambios o vaivenes de la opinión pública.



2º Factor: La crisis externa y sus consecuencias en nuestro país



Todos estamos en claro acerca de la virulencia y profundidad de la crisis norteamericana, aparentemente próxima a concluir o, al menos, en vías de morigerarse. Lo que seguramente no tenemos tan nítido –porque ciertos efectos se difieren en el tiempo- es acerca del tamaño de las pérdidas o de la volatilizació n de ganancias sobre el capital invertido, sufridas por los cientos de miles de inversores –tanto norteamericanos como extranjeros- en EE.UU. Aunque, no cabe duda, esa sublimación[1] de las utilidades afectará –repetimos, con cierta demora en el tiempo- tanto a la capacidad de consumo de esos inversores, como a sus posibilidades o a sus decisiones de reinversión financiera. Por eso, es que recién ahora comienzan a observarse síntomas recesivos en Europa y en los distintos mercados emergentes.



El dólar está recuperándose frente al euro, lo que implica una caída de precios de commodities en aquella moneda, de la misma manera que ocurriera a la inversa en los últimos 30 meses (más allá de la influencia en los precios que, sin duda, tuvieron los capitales volantes especulativos y los fondos de inversión, que fueron canalizados hacia ese tipo de bienes). Septiembre será también un mes clave en esta tendencia de reducción de precios de commodities, cuyas primeras muestras las tuvimos en el mes de agosto que concluye[2].



Utilizando los términos de Jorge Asís , digamos que desde el punto de vista económico, en septiembre -especialmente de las cuentas fiscales-, nuestro país está “mal aspectado”, tanto por factores locales como externos. Todavía no disponemos de cifras concretas –el gobierno es posible que sí las conozca-, pero creemos que difícilmente lleguemos a disponer de un superávit fiscal que alcance el 3% del PBI (un piso imprescindible para saldar nuestras cuentas externas, por las deudas contraídas por el gobierno anterior de Néstor Kirchner).



3er. Factor: la crisis política



Transcurridos 2/3 del año, no cabe tampoco ninguna duda para nadie –ni siquiera para el más acérrimo seguidor de los Kirchner- que el balance político ha sido desastroso para el oficialismo. Primero, porque una buena parte de la pérdida de su popularidad es prácticamente irrecuperable, pues se han visto minadas las bases que sustentaban el prestigio que acompañó en el primer quinquenio a la pareja gobernante. En segundo término, porque en menos de seis meses ha debido desarmar una coalición política supuestamente transversal y rearmar una nueva con el oxidado aparato del PJ, lo que le ha producido numerosas bajas y resentimientos, sobre todo, entre el “progresismo” criollo. En tercer lugar, porque –entre las vacaciones del verano pasado y la crisis rural del otoño- la gestión de gobierno se encuentra prácticamente paralizada desde final del 2007. Y este es otra causa no menor en la falta de acompañamiento de la opinión pública, la que no se corrige con una intensa campaña de inauguraciones de obras o “escondiendo” a los funcionarios impresentables (incluyendo en esta calificación al desaforado ex-presidente) .



A un año de la próxima elección legislativa, los dirigentes peronistas –se sitúen cercanamente o no al matrimonio gobernante-, se preguntan por qué tendrán que resignarse a sufrir una sensible derrota, sólo por someterse incondicionalmente a la intransigencia, la obcecación y la rusticidad de un hombre que –convengamos en que no se necesita ser un especialista en salud mental- procede mostrando disturbios psicológicos, que se complementan con la subordinación incondicional de una presidenta que fuera designada por su dedo autoritario y no, precisamente, en base a las cualidades o aptitudes para su gestión de gobierno.



4º Factor: Vigencia y eventual combate a la inflación de expectativas



Como sostuvimos en números anteriores, regresar a la siempre fracasada política de precios propia de la década del 50 y basada en una legislación que tiene casi 45 años de vida –otros tiempos, otras demandas-, no podía conducir a otro final que al desorden económico que estamos viviendo y que, desgraciadamente, tiende a profundizarse. Hemos destruido un instrumento como el IPC –tal vez imperfecto para soportar el paso del tiempo, pero aceptado por todos los que toman o ayudan a tomar decisiones económicas- y lo hemos reemplazado por cartón pintado, en el que no creen ni los más firmes aliados de los Kirchner. Hoy, en cualquier actividad económica –grande o pequeña, sea industrial, comercial o de servicios- se ignoran los costos de reposición de los insumos o cuáles serán aproximadamente los costos salariales del futuro próximo, obligando a sus gerentes a agregar un margen extra de contribución “por las dudas”. Ni hablar, contar con una política de cambios esquizoide, que mezcla “objetivos” al alza con “castigos” a la baja.



Así, más allá de las repercusiones de la crisis internacional o de la estrechez energética que nos acecha para los próximos calores, nos enfrentamos con un desborde inflacionario que sabemos como terminará: con una represión autoritaria sobre las empresas; con distintos desabastecimientos como los que ya hemos comenzado a padecer; o bien, con un sinceramiento -más o menos explosivo- pero siempre costoso de los precios. Y cuanto más se tarde en admitir el problema, tanto más será el estruendo de la explosión. Tal vez –ojalá-, no tengamos una improbable catástrofe hiperinflacionaria o saqueos violentos de comercios como en el pasado, pero creemos que una cierta estampida de precios y sus consecuentes conflictos sociales serán inevitables a partir de septiembre.



Hasta ahora, la Presidenta no se ha referido al tema ni, mucho menos, a posibles medidas correctivas. Por el contrario, ha ratificado y bendecido a Guillermo Moreno - un guarango, harto primitivo y siempre pendenciero funcionario- , que utiliza métodos fascistas para amedrentar a los fijadores de precios. Su método es aparentemente exitoso en los “aprietes” -destinados a la tribuna y, fundamentalmente, a los cónyuges presidenciales- , pero registra pésimos resultados en cuanto a los precios reales que paga el público.



Epílogo probable



No son pocos los observadores y analistas políticos que consideran que Cristina Fernández de Kirchner se irá del gobierno antes de finalizar su mandato, como consecuencia de la pérdida de poder político ocurrida desde comienzos de año. No compartimos estos enfoques, salvo que sobreviniera su muerte, incapacidad o juicio político. Pero no por su renuncia voluntaria, tal como la leyenda cuenta que ocurrió luego del rechazo de la Resolución 125 por el Senado, como consecuencia de un sorprendente empate y un más sorprendente voto del Vicepresidente Cobos. ¿Por qué no se concretó entonces la renuncia?



Por lo tanto, aunque se verifique nuestra estimación sobre la aparición de una crisis fiscal con severas consecuencias políticas durante las próximas semanas, consideramos muy pero muy poco probable una renuncia de la Presidenta, por los siguientes motivos: a) su vocación de poder está manifiestamente intacta; b) aunque se trata de una mujer absolutamente dependiente de su marido –un hombre que demostró y le demostró que, en Argentina, de un bluff[3] se puede crear una presidenta-, en la disyuntiva entre su marido y sus hijos –y pensamos que el poder político tiene para ella un afecto maternal- se quedará con ellos (y con el poder); c) aún con restricciones, el ejercicio de la presidencia le otorga salvoconductos legales frente a potenciales conflictos legales, tanto para ella, su cónyuge –hoy, sin fueros especiales- y sus amigos; y, por cierto, una buena capacidad de indulto, negociación o canje de favores; d) el PJ la apuntalará en su puesto –pagando ella ciertos precios y ostensibles limitaciones, es claro- pues no querrá entregarle el poder a Julio Cobos , ni mucho menos permitir el resurgimiento del partido Radical.



Tampoco adherimos a quienes ven la solución en la coalición “productivista” de Duhalde, quien ya demostró su falta de perspicacia al seleccionar a Néstor Kirchner como su sucesor. Se trata –hablamos de Duhalde- de un hombre que tiene confundidos los medios y los fines –como tantos argentinos-, seguramente bien intencionado, y harto convencido de la “condena al éxito” de nuestro país, pero lejos de ser un “piloto de tormentas”. Habiendo sido el principal responsable de esta “monarquizació n” del gobierno y también del PJ, pensamos que carece de autoridad y predicamento para liderar un nuevo golpe civil. Sí, podrá ser un referente, tal vez un aglutinador de mandatarios provinciales y hasta un dirigente con influencia como para designar al próximo Jefe de Gabinete, o sea, al real gobernante del resto del mandato.



Los argentinos merecemos el dislate que hoy vivimos, aunque nos resulten injustas sus consecuencias. La señora de Kirchner fue votada por el 45% de la población, principalmente la que no habita las grandes ciudades, pese a que ahora están en su mayoría enojados. Porque el populismo de los Kirchner suele gustar a muchos argentinos. “Viste como lo paró en seco al FMI” (o a los “gallegos”)”, son comentarios y actitudes adolescentes de una buena parte de nuestra población, entre la que las baladronadas o las compadradas tienen valor social. Y la única forma de aprender que los populistas son encantadores de serpientes, es sufriendo las consecuencias de su demagogia, sin posibilidad de que los responsables huyan como víctimas y no asuman su culpabilidad.



Septiembre, 2008

PERSPECTIVAS

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