sábado, 23 de agosto de 2008

SOCIEDAD DEFICITARIA

Por Jorge Omar Alonso

La sociedad argentina asiste a una serie de eventos sangrientos incrementados en forma alarmante en los últimos tiempos, con su secuela de cuerpos ajusticiados. Si bien la violencia se ha enseñoreado sobre la población desde hace ya bastante tiempo a través de una delincuencia feroz, aquellas muertes con el signo inconfundible de la mafia resultan particularmente preocupantes dada la ineficacia, la ignorancia o la mirada a un costado de los organismos del Estado encargados de la prevención de tales hechos.

Aunque algo autoritario el argentino medio no posee esa carga de violencia que se observa en otras sociedades. Es por lo tanto preocupante la visión de las masacres llevadas a cabo en distintos lugares del conurbano bonaerense, zona donde la inseguridad es moneda corriente y el miedo ha ganado a sus habitantes.

Ante la violencia y la pérdida de los valores tradicionales se plantea el interrogante: ¿Qué es el hombre? Y surge inmediatamente que se trata de un problema por resolver. Edgar Morín había dicho que "el último continente, que el hombre desconoce a todas luces, es el hombre". En la búsqueda de nuestra identidad humana T. S. Eliot había proclamado que: "hemos perdido el camino en medio de las tinieblas".

Nueve de los Diez Mandamientos son negativos y ante el interrogante fundamental de si puedo matar, surge como respuesta el mandamiento inamovible: "No matarás" el que se eleva por sobre todos los demás y por delante del acto mismo, como si Dios se interpusiera para impedir su consumación. Tal mandamiento nos dice Walter Benjamín, representa "una pauta de comportamiento para la persona o comunidad activa que debe confrontarlo en su intimidad". Su cumplimiento se refiere a un postulado mucho más abarcativo que concibe la vida como algo sagrado.

Benjamín en su crítica de la violencia expone que "por más sagrado que sea el ser humano, no lo son sus condiciones o su vida corporal que sus semejantes convierten en tan precaria". El problema es cómo ha de establecerse el valor incondicional de la existencia humana. Parece que hemos dejado de lado que el hombre sea "la medida de todas las cosas"

A esta altura deberíamos preguntarnos dónde quedaron esas realidades que dan valor a nuestra vida: el "tú" y el "yo"; qué fue de las normas y los valores orientativos de nuestra conducta ?.

Nos dice Bertrand Russell que a través de las edades del desarrollo humano, los hombres han padecido dos clases de desgracias: "las impuestas por la naturaleza externa y las que ellos mismos se infligen estúpidamente unos a otros".

Nuestra capacidad intelectual evidentemente ha mejorado, hemos progresado en el conocimiento pero es evidente que debemos aún trabajar duro, para dominar esas fuerzas destructivas que llevamos en nosotros mismos.

Recuerdo que en una oportunidad Bernardo Neustad hizo referencia al libro: "El hombre moral en la sociedad inmoral" de Reinhold Niebuhr, del cual como conclusión extraigo el siguiente párrafo revelador de nuestra condición actual: "los hombres han progresado comparativamente muy poco en la solución del problema de su existencia conjunta".
CRÓNICA Y ANALÍSIS

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