Las ilusiones del Mariscal Potemkin.
http://www.notiar.com.ar/contenido/opinion/opi_7873.htm#1 .
Por Omar López Mato.
El mariscal Potemkin no ganó sus galones en los campos de batalla ni en los duros avatares de las campañas militares, sino en la azarosa guerra de los sexos, entre las sábanas satinadas de Catalina II de Rusia. Dispuesto a demostrar sus habilidades de conquistador, más allá de esta aventura galante, se lanzó a invadir un imperio colosal, obsesionado por las ricas tierras de Crimea.
Para vencer la obstinación de la Zarina, reticente a continuar pagando los costos de la Campaña, el astuto Potemkin la convenció de que visitase Crimea para convencerla de sus riquezas. Entonces, esas eran tierras yermas, deshabitadas e incivilizadas, pero esta circunstancia no fue un obstáculo para el ingenioso Mariscal.
A medida que la Zarina avanzaba con su cortejo de duques, embajadores y dignatarios, veía espléndidos pueblos habitados por agradecidos súbditos que aclamaban a Catalina a su paso. No sólo eso, en esas ubérrimas planicies, miles de ovejas engordaban y se reproducían asegurando las riquezas del Imperio.
La Zarina convencida de los beneficios de esta guerra de conquista y de la efectividad del apuesto Mariscal, autorizó la continuación de la campaña. Estos pueblos, de agradable y bucólico aspecto, pasaron a la historia bajo el nombre de "Los pueblos Potemkin", porque eran sólo fachadas, frentes de madera que creaban la ilusión de prosperidad.
De más está decir, aunque es bueno repetirlo, que el alegre pueblo que saludaba el paso de la Zarina era en realidad una concentración de esbirros que rentaban sus inclinaciones políticas por unas monedas, arriados al igual que las ovejas de un falso pueblo a otro falso pueblo.
Los sufridos lectores argentinos estarán en estos momentos evocando los "Pueblos Potemkin" que nos han sabido regalar; desde el cohete a la estratosfera que el ex presidente Menem nos refirió creando la falsa ilusión de pertenecer al Primer Mundo, hasta el cuento oriental de las inversiones chinas del Dr. "K", pasando además por "alguna vez habremos de nadar en el Riachuelo", anunciado por el gobierno Menemista hace más de 12 años. Sin embargo los gobiernos posteriores poco han hecho para mejorar su nauseabundo aspecto, con el agravante de que las mismas autoridades se creen con la altura moral de criticar la hipotética contaminación de Botnia.
De 120.000 casas prometidas por el Programa Federal de Construcción de Vivienda, sólo se construyeron 20.000 y los fondos ralean.
No sólo eso, sino que los no tan felices poseedores se quejan de groseros problemas de construcción conformando así las verdaderas "Villas Potekim" que supimos conseguir.
Con bombos y platillos el Dr. K había anunciado el fin de las indignas listas sábanas; hoy tenemos listas sábanas, frazadas y sobrecamas, sin visos a poner fin a esta verdadera distorsión de los valores democráticos.
También este gobierno o mejor dicho su cónyuge predecesor, había anunciado la tarjeta magnética para cobrar planes sociales y de esta forma evitar las presiones y turbios manejos de los punteros, pero dado el estado de las cosas, las tarjetas duermen el sueño de los justos.
Tampoco han cambiado la ley de Coparticipación Federal para poder manejar las provincias a gusto y menos aún --¡Para qué decirle!-- la prometida eliminación de las retenciones "Una vez alcanzado el equilibrio fiscal... comenzaremos un proceso de eliminación de las retenciones a las exportaciones", este anuncio formaba parte de la plataforma electoral del Dr. K en el año 2003. Debemos inferir que el idílico equilibrio fiscal no ha llegado.
Además anunciaron que en 4 años se construirían 700 escuelas a un costo de 600 millones de dólares. Aún no se ha llegado a las 300 y por los 600 millones nadie pregunta.
La Sra. Presidenta ha continuado con la táctica del Mariscal Potemkin, siguiendo esa vieja consigna peronista que cortar cintas de inauguración es la mejor forma de ganar adeptos, precipitados en su afán de cumplir con los preceptos del general, el 18 de Marzo se inauguró en Campana una Central Termoeléctrica, al son de ruidos metálicos que los asistentes creían ser generados por las maquinarias.
Pero no, en un alarde de superación de los mecanismos del Mariscal Potemkin, no sólo no funcionaba dicha usina, sino que nuestros ingeniosos funcionarios produjeron los sonidos ad hoc para dar un marco de verismo a la desfachatez.
También la Sra. Presidenta ha inaugurado un aeropuerto --más precisamente desde el que dio su discurso después del voto negativo del Vicepresidente-- que actualmente no funciona ni funcionará por los próximos 60 días.
Hay cárceles que no tienen presos, pero que sí gastan en comida; hay colegios y hospitales que han sido inaugurados pero aún no prestan servicio.
Potemkin, ¡Qué grande sos, casi tanto como el primer trabajador!
Finalizaremos con el cacareado anuncio de la redistribución de la riqueza, imperativo que en cualquier sociedad civilizada descansa en la recaudación impositiva con guarismos que aumentan a medida que se incrementa la renta del contribuyente.
Argentina está entre los países que más presión impositiva ejerce sobre sus habitantes, pero dejando de lado tecnicismos y discusiones, me cuesta admitir que la Sra. Presidenta, una de las personas más ricas que ha ejercido el poder la Argentina (sólo superada en fortuna personal por Marcelo T. de Alvear) y que hace ostentación de esa riqueza, sea monocontribuyente... Huelga todo comentario.
jueves, 28 de agosto de 2008
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