jueves, 28 de agosto de 2008

MEDITACIÓN..............

Meditación sobre una muerte muy sentida

Por Juan Esteban Olmedo Alba Posse


Lo mismo que otros lectores de “Tábano Informa”, no conocía personalmente a D. Horacio Zaratiegui; pero sí su militancia por la Patria y por la Verdad. Junto a la pena de su desaparición se ha agregado el dolor por las circunstancias conocidas. Da vueltas el pensamiento y no se aparta, sobre el destino eterno de las almas. Pienso que Zaratiegui, hombre corajudo con pruebas al canto, sin capitular su hombría se ha derrumbado desde la cima de las iniquidades acumuladas sobre la República. Y un rayo en “la agobiante oscuridad de la Patria ” –como dice la inspiración de otro lector- lo despeñó en un instante súbito y estrictamente indeliberado. Y esto se apoya en algo tan significativo como su última y extensa nota. Ella revelaba una vez más, un gran amor a la Patria. Pero ese amor, encomendado por Dios a la patria terrenal, supone sin lugar a dudas un noble apego a la Vida. ¿Qué valdría una patria intrascendente y sin prójimos que acabe en la nada? No merecería ni sacrificios ni preocupaciones. Observo además que el referido escrito de Zaratiegui consigna su lástima por una repetida y vana mención del Cristianismo. Lo cual revela su adhesión a Cristo, insita por lo demás en su amor a la Verdad. Todo pues va confirmando la existencia del acto primo, equivalente a un desmoronamiento fatal con el derrumbe de la Patria envilecida. Es muy oportuna la semejanza con “la sensiblez de un degollado” de Lugones, recordada por María Lilia Genta, citando a Castellani. Así entonces, Zaratiegui también vino a caer por el terrorismo subversivo. De tal manera, fortalecida la esperanza en la Misericordia infinita –que no es un decir- creo que debemos redoblar la oración que penetra la eternidad, por su alma inmortal que velará por la Patria desde los luceros.

Agosto de 2008

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