viernes, 17 de octubre de 2008

KONTRA EL TRAVESTISMO KK

Alfredo Atanasof
“Se tiene que terminar el travestismo electoral”
Con una carta incendiaria, el secretario Internacional bonaerense explicó que decidió renunciar cuando Scioli le contó que para ganar las elecciones legislativas de 2009 Kirchner sería el candidato. “Estoy convencido que quien accede al engaño de los bonaerenses para que voten como diputado nacional a una persona que se ha cansado de repetir que es un pingüino, no merece mi acompañamiento”, aseguró. Además dijo que a Scioli le faltó coraje para enfrentarse a Kirchner y afirmó que la gente del gobernador “no conoce la provincia”.

La Política Online

“Se tiene que terminar el travestismo electoral”

Un desilusionado Alfredo Atanasof envió una carta incendiaria explicando las razones de su renuncia al cargo de secretario de de Promoción para las Inversiones, Exportaciones y Cooperación Internacional. Una decisión que anticipó LPO el domingo pasado.

La decisión la tomó cuando el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli le contó que para ganar las elecciones legislativas de 2009 presentarían al ex presidente Néstor Kirchner como candidato. “Estoy convencido que quien accede al engaño de millones de bonaerenses para que voten como diputado nacional a una persona que reconoce no ser bonaerense, y que se ha cansado de repetir que es un pingüino, no merece mi acompañamiento”, aseguró.

Además, trató de cobarde a Scioli porque no supo enfrentarse Kirchner ante decisiones que perjudicaban a la provincia como el conflicto con el campo. “Hay que tener coraje y decisión para hacerlo”, sentenció y afirmó que la gente del gobernador “no conoce la provincia”.

A continuación, la carta completa:

Las razones de mi dimisión

Yo fui convocado por Scioli para formar parte de su Gabinete. Con él nos conocíamos desde hace muchos años; desde que compartimos la Cámara de Diputados y luego cuando fuimos miembros del Gabinete de Eduardo Duhalde.

Cuando me convocó tomé la decisión de sumarme a lo que yo imaginaba era una alternativa política auténtica, un espacio que desde el peronismo plantearía una variable que, surgida desde la provincia de Buenos Aires, fuera creciendo hasta convertirse en una opción de gobierno nacional. Creo que muchos pensaron que eso era lo que el gobernador Scioli pretendía y supuse que desde el lugar que me ofreció en su Gabinete iba a poder acercarle propuestas, sobre todo porque no tenía ni tiene aún un equipo que conozca la provincia de Buenos Aires, no con un conocimiento superficial de algunos meses de campaña sino con el conocimiento profundo que dan los años de trabajo en el territorio, que implica conocer no sólo a los intendentes actuales sino a todos los que en los últimos 20 años gobernaron sus distritos; que implica conocer sus fuerzas políticas, sus problemas, y también por supuesto sus potencialidades.

Pero fueron varias cosas las que lamentablemente en estos meses me desencantaron de este proyecto. El primero, sin dudas, tuvo que ver con la falta de una política pensada de y para la provincia. Me parece inexplicable la actitud de Scioli frente al campo teniendo Buenos Aires el peso que tiene en materia de producción agroalimentaria.

En esa oportunidad el gobernador sólo siguió a rajatabla las instrucciones del gobierno nacional sin atender a los ciudadanos de su provincia, que equivocados o no, son sus mandantes pero parece que por lo menos en esa oportunidad el gobernador prefirió escuchar las órdenes de otros.

Y hubo muchas otras cosas que me hicieron comprender que no estaba formando parte de un Gobierno con autonomía ni con voluntad de hacer y de decir lo que los bonaerenses sienten y reclaman. No lo vi, por ejemplo, al frente de pedir la eliminación de las distorsiones en el sistema impositivo para aliviar las cargas de los presupuestos provinciales. Buenos Aires debe reclamar enfáticamente más coparticipación federal. Todos conocemos lo crítico de las cuentas provinciales, pero no sentimos que nuestro gobernador esté dispuesto a dar esa lucha frente al gobierno nacional.

Otros gobernadores, aún los que son kirchneristas desde la primera hora, se animaron a ponerse al frente del reclamo de sus representados y eso no los condenó al ostracismo del gobierno nacional como creo que tampoco le hubiese ocurrido a Scioli, pero hay que tener coraje y decisión para hacerlo.

Por último no voy a negar que hubo algunas otras cosas que no me gustaron, pero creo que no vale la pena enumerarlas.

Yo ofrecí mi renuncia y ofrecí irme en silencio, manteniendo entre nosotros las verdades que nunca me guardé. Tengo más de 30 años de actividad política y sindical y estuve al servicio de mi país durante los momentos más duros de la Argentina, situaciones que muchos no quisieron afrontar. Estuve acompañando un proyecto político de una argentina productiva, que cree en su agro, en su industria y en la fuerza de su gente, sin todo lo cuál no hubiéramos salido adelante. Fui el co piloto de ese momento doloroso de mi país y con Duhalde sentamos las bases de esta Argentina, pagando todos los costos que fue necesario pagar en términos de devaluación, de sostener al sistema financiero argentino, de sostener la propiedad de la tierra de los pequeños productores para sanear la economía argentina y volver a poner en marcha después de una década de abandono a nuestra industria y nuestro campo.

Ese modelo que nosotros creamos con defectos y aciertos fue el que sacó al país de la crisis, con el viento de cola de una economía internacional que vivió años de increíble crecimiento; pero sobre todo, con el esfuerzo del campo, de la industria nacional y de su gente, el modelo tuvo mucho éxito.

Pero todo en la vida necesita ser corregido, y yo creo que nunca se hicieron esas correcciones. La inflación no se generó espontáneamente sino porque se apostó al consumo más que a la producción, y creo que desde hace unos años, este modelo comenzó a mostrar señales de agotamiento.

Quiero que retomemos y consolidemos el crecimiento y creí en Scioli para esto. Lamentablemente hoy estoy convencido que quien accede al engaño de millones de bonaerenses para que voten como diputado nacional a una persona que reconoce no ser bonaerense, y que se ha cansado de repetir que es un pingüino, no merece mi acompañamiento. Yo no estoy dispuesto a convalidar ese engaño a la ciudadanía y a la democracia. Este es mi límite.

Cuando Scioli me contó cuál era la estrategia para ganar las elecciones en el Conurbarno bonaerense donde él no podía ser candidato y el único que podía hacerlo era el ex presidente Kirchner, decidí que era hora de dar un paso al costado.

El travestismo electoral se tiene que terminar por el bien de la democracia.

Yo no necesito nada más de la política y nunca supe trabajar sin un proyecto en el que creyera. Scioli, me ofreció este espacio y creo haber hecho, a pesar de todas las limitaciones presupuestarias y de todo tipo de dificultades, lo mejor que pude.

Hubiera querido irme en silencio a mi gremio, a seguir haciendo lo que hice toda mi vida, pero no puedo permitir que se mienta diciendo que me pidieron la renuncia. Yo la puse sobre la mesa hace varias semanas y me pidieron que me quedara hasta completar la agenda de 4 presidentes que yo le armé con mi equipo hasta fin de año (Calderón, Lugo, Uribe y Alan García). Pero nuevamante se quiso hacer de esto una maniobra mediática y yo no me presto a estos juegos. Si no pudo cumplir su palabra porque le dieron órdenes me parece ridícula esta señal de autoridad que nadie le cree.

Finalmente, para mí fue muy desilucionante enterarme de la voluntad del gobernador de suspender la ayuda en materia de promoción comercial, que desde hace años, la provincia le otorga a las pequeñas y medianas empresas.

Alfredo Atanasof

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