Por el Dr. Alberto Scavarelli (*)
El 26 de setiembre pasado, ante los primeros datos de la situación en que entraba el mundo, escribimos desde estas páginas, “CRISIS EN ESTADOS UNIDOS Y SILENCIOS”.-
Allí dijimos que “…El incendio se extiende por la pradera financiera, pero el mundo observa jugando al distraído.
En estos días (por el 26 de setiembre pasado) se ha dicho que extraña el silencio de los grandes operadores del mercado mundial, como los chinos, los rusos, los europeos y hasta los mismos brasileños. No se trata de que pongan dinero, sino para que pongan públicamente su cuota parte de medidas y declaraciones de confianza en el sistema del que se han notoriamente beneficiado, hasta llegar al punto de bonanza en que hoy están.
Fue la Asamblea de la ONU. Había allí una oportunidad excelente para emitir los juicios que se quisiera, pero al mismo tiempo la obligación ética de dar un mensaje de apoyo en pos de una solución que le de tranquilidad al mundo. Prefirieron sembrar intranquilidad desde la inacción y la omisión, puesta de manifiesto desde el podio. Ilusamente creen que están a salvo porque sus reservas lucen atractivas. Algunos presidentes al ser consultados por la crisis feroz en curso, se dieron el lujo de preguntar al periodista de que crisis hablaban, porque sus números parroquiales les resultan favorables. Por lo menos una falta de respeto. Si no se es parte de la solución, la obligación será siempre evitar ser parte consciente del agravamiento del problema.”… http://www.cronicayanalisis.com.ar/otrasvoces30.asp#825
Pocas semanas después, todos quienes guardaron silencio sobre su cooperación para solucionar la crisis, incluso los que se vanagloriaban mirando sus reservas, cuasi raquíticas comparadas con la magnitud del problema que se avecinaba, comenzaron a cambiar el discurso y lo que es aun mejor, cambiaron su inacción por activa y resuelta participación en la solución.
Fue así que aparecen fondos estatales de los Bancos Centrales de todas partes para dotar de liquidez al sistema, y nadie, en ningún rincón del planeta, se atrevió entonces, a quedarse quieto, ni a continuar haciéndose el distraído. Mucho menos ninguna de las potencias económicas, como China por ejemplo, tenedora de una enorme cantidad de bonos americanos, que en una muestra de su creciente responsabilidad en el mundo financiero internacional, no puso en jaque la posición del dólar o de los documentos de deuda pública americana. La crisis se abalanzaba, progresiva, feroz y desconcertante, pero el refugio era cada vez más, el propio dólar y los bonos del tesoro de los Estados Unidos, justamente el país donde la crisis se desmelenaba. Hasta los desde siempre inexpugnables bancos suizos, por estas horas, han pedido ayuda en efectivo por miles de millones de dólares por sus carteras mas pesadas. Si se es medianamente responsable, ya nadie se siente por fuera del problema, porque es inocultable que no es posible flotar indemne sobre un tsunami.
Ya nadie se sonríe ante las cámaras de TV, preguntando de qué crisis le hablan. Se retraen en la atribución de culpas, mientras buscan refugio ante la incertidumbre temporaria, y mencionan sus supuestas fortalezas nacionales, aunque no se les crea en demasía. La secuencia de dichos oficiales aquí y en muchas partes ha sido: Estamos fantásticos, nuestras reservas sobran. Luego, estamos atentos, seguimos la situación con preocupación. Mas tarde: La situación es grave, estamos bien plantados, pero no descartaremos adoptar medidas. Mientras tanto, el crédito se espesa, las letras bajan en valor, nadie compra deuda publica de países emergentes, y se vuelve de visita al repudiado Fondo Monetario al que fue a pedir tener seguros prestamos urgentes por mas de mil millones de dólares, en nuestro caso nacional. Y se hizo bien. Fuimos oportunos cuando sugerimos al partido en el gobierno, no pintara más muros diciendo de romper con el Fondo Monetario Internacional.
Parece difícil imaginar las cifras de las que se hablan. Casi UN MILLON DE MILLONES DE DOLARES que pone solo la Reserva Federal americana, es algo así como diez estadios Maracaná en los que caben cien mil espectadores, y en cada asiento, en el de cada espectador, poner un paquete de un millón de dólares. Cien mil paquetes de un millón de dólares cada uno, sólo en los Estados Unidos por ahora y sin contabilizar otros aportes.
Todo en medio de esta danza de riqueza especulativa que arremete contra la confianza, el ahorro y la seguridad de las familias del lado mas o menos desarrollado del mundo, mientras del otro lado se recorta aun mas la esperanza de la ignominiosa situación en que la miseria tiene sumida a una enorme parte de la humanidad, que aun cuando fuera mínima -que lamentablemente no lo es- ya sería moralmente insoportable.-
Bastó que los grandes del mundo, como la Unión Europea, Japón o China, anunciaran que estaban actuando para asegurar el flujo de capital financiero necesario, para comenzar tardía, lenta y sinuosamente a revertir el curso del problema o por lo menos a aminorar su marcha.
Si se hubiera hablado a tiempo, si no se hubiera jugado al distraído durante días preciosos para actuar dando confianza, el problema hubiera sido mucho menor. Es sorprendente ver como la visión Batllista que fuera de Uruguay se le dió otros nombres, hace del Estado un operador que no puede prescindir regulando el escenario y asegurando la reglada libertad de los mercados que nunca son perfectos. Ser batllista es lo contrario a ser neoliberal, como no es monopolizar los medios de la producción propiciado desde el marxismo, o de la planificación cerrada e intervencionista del neo marxismo. Una visión liberal en lo político, pero conductora del equilibrio en lo económico, porque jamás el mercado como en este caso el financiero, librado y sin reglas a su propias fuerzas especulativas, podrá por si, resolver su imprescindible regulación necesaria como protección para la sociedad en la que actúan y a la que con sus acciones fallidas arrastran a la desesperación.
Esta crisis no nació solo del derrumbe de las hipotecas. El desmadre vino además desde otros rangos de actividad librados a la oferta y la demanda sin regulación gubernamental alguna. Los seguros de cumplimiento de obligaciones americanos, un instrumento increíble por el cual se compran seguros para protegerse de la eventual pérdida de valor de acciones de una empresa, sin tener ni una sola acción de esa empresa en su poder y todavía esas pólizas compradas para cubrirse o apostando según el caso al desastre económico de una empresa ajena, que se pudieron transferir sin ningún limite ni control.
Parece extraño que se pueda ganar cobrando un seguro cuando otra empresa pierde su valor en el mercado. Un instrumento que debidamente reglado sería muy útil para bajar el costo del crédito bancario al asegurar perdidas de solvencia y disminuir los riesgos bancarios. Pero ha funcionado sin control ni regulación alguna en la mayor economía del mundo y desde allí se extendió con honorarios sin límites para sus operadores, con acciones paralelas en poderosas filiales de compañías de seguros del mundo. Esa extraña figura llegó a crear una burbuja de miles de millones de dólares, que sumó su acción a la caída del castillo de naipes del que formaba parte, para terminar en la nacionalización de bancos nada menos que en los Estados Unidos, como única forma de salvar la situación sin recesión, ni deflación. Ver para creer.
Como siempre lo decimos, política es oportunidad y conveniencia. Fue mala situación perder la oportunidad de anunciar y poner en práctica a tiempo las medidas adecuadas, que luego casi muy tarde, se pondrían tardíamente en funcionamiento.
(*) Crónica y Análisis publica el presente artículo del Dr. Alberto Scavarelli por gentileza de su autor quien es Representante Nacional del Partido Colorado de la República Oriental del Uruguay.
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