El lejano sueño de Néstor Kirchner
Por Eugenio Paillet
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Néstor Kirchner trajinó como pocas veces, esta semana, sus aposentos en la residencia de Olivos. Confidentes de la quinta aseguran que no hubo jornada sin que desfilaran por allí dirigentes del peronismo, legisladores, sindicalistas, piqueteros oficialistas y hasta consultores de variado tono que le llevaron noticias, pero ninguna para endulzarle el oído, sobre cuestiones de imagen y de intenciones de voto para las elecciones legislativas del año que viene.
Casi como un eslabón más de las obscenidades que suele entregar la política al ciudadano común, que hoy está angustiado por saber cómo lo va a golpear la crisis global, el ex presidente ha atendido con fruición a cada uno de sus visitantes. El tema ha sido uno y excluyente: la interna peronista, y la tan meneada cuestión de si será o no candidato a diputado nacional por Buenos Aires, en aquellos comicios.
¿Qué ha dicho el santacruceño a sus interlocutores? Veamos, antes que nada, el tema de su candidatura. Dirigentes sociales, como Edgardo Depetris y Emilio Pérsico, lo escucharon asegurar, sin rubor, que todo se trata, antes que nada, de una expresión que él no ha impulsado. "Vienen y me piden que sea candidato; yo no lo he impulsado al tema", contó Depetris que le respondió, cuando quiso saber cómo viene la jugada.
"Me ha dicho que no se ve como candidato y mi impresión es que es así; yo tampoco lo veo con ganas de ser candidato", aportó, a su turno, el ex gobernador Jorge Busti, luego del encuentro en el que ambos hicieron las paces, aunque el entrerriano sólo prometió, de aquí en más, apoyo crítico.
¿Entonces? La impresión recogida es que Kirchner, efectivamente, nunca se propuso ser candidato bonaerense, pero que el pedido que surgió primero como una sugerencia de militantes piqueteros del Movimiento Libres del Sur, y que siguió en la dirigencia del partido y en encumbradas figuras del gabinete, lo hicieron "prenderse" con el tema.
Se explican en la misma Casa Rosada: Kirchner sabe, a estas alturas, que si será candidato o no lo será escapa al hombre y sus circunstancias. Dependerá, más bien, de las necesidades del gobierno y del Frente Para la Victoria de asegurarse un triunfo en un distrito absolutamente crucial, como es la provincia que hoy gobierna Daniel Scioli. Se ha dicho hasta el hartazgo en los laboratorios del poder: una derrota del oficialismo en la Provincia, en 2009, sería catastrófica, no sólo para el kirchnerismo sino para la administración de Cristina Fernández, que debería gobernar sus dos últimos años presa del síndrome del lame duck (pato rengo).
Kirchner podría no querer ser candidato, pero estará obligado a presentarse, si las necesidades políticas de su esposa así lo requieren. O si no hay ninguna otra figura del oficialismo que sea capaz de garantizar una victoria en el primer distrito electoral del país. Hoy, una de esas figuras es Daniel Scioli, pero el gobernador ya ha dicho que no será candidato a nada en 2009 y que cumplirá su mandato.
Sus aspiraciones de pasar por las urnas se remiten, en todo caso, a las presidenciales de 2011, pero eso es harina de otro costal. La siguiente alternativa del oficialismo es Sergio Massa. Pero el jefe de gabinete también ha expresado al matrimonio de Olivos que no tiene en sus planes ser candidato el año que viene.
Y que si tiene que abandonar la Casa Rosada será para volver a Tigre y reasumir como intendente. Igual, Kirchner ha mirado entusiasmado, esta semana, una encuesta sobre intención de voto que deja muy bien parado a Massa. Según Depetris, el ex presidente confidenció, en aquellas reuniones, que lo entusiasma esa candidatura, antes que la suya propia.
Para resumir: De aquellos diálogos en Olivos y de voces de la Casa Rosada, se reafirma la idea de que Kirchner no se definirá por ahora. Dejará correr la cascada de apoyos y empujones que está recibiendo y mantendrá la incógnita hasta bien cercano el plazo del vencimiento de presentación de candidaturas. Recién entonces, y con todas las cartas en la mano (que podría traducirse, también, en mirar los pro y contra y las eventuales necesidades políticas de entonces) resolverá.
De seguro que no le son ajenas algunas resistencias que genera su eventual candidatura, dentro del propio partido y hasta en aquellos despachos del gabinete donde trabajan los que se denominan a sí mismos "las palomas"; es decir, quienes no son "halcones", denominación que reciben los que vienen del kirchnerismo duro. La tan mentada "pingüinera", para más datos.
Esos objetores sostienen, en privado, que, a más de un año de la fecha de los comicios legislativos, puede resultar contraproducente hablar de candidaturas. Más todavía cuando el gobierno ha comenzado a dar señales de que, efectivamente, está preocupado por algo mucho más cercano y terrenal, que es el daño que puede provocar en el país el crack financiero mundial. "Puede ser mal leído por la sociedad", se ha escuchado decir.
Hay, también, reparos de esos sectores por lo que podría ser considerado como una "claudicación ética" del ex presidente, que es santacruceño, que ha sido gobernador e intendente de su provincia, y que ahora sólo por mezquinos cálculos políticos se propondría desembarcar en Buenos Aires.
Más si, en caso de confirmarse su postulación, se utilizará el dudoso argumento de que legalmente está habilitado para presentarse porque tiene residencia en el chalet de Olivos. Una trapisonda que los votantes no siempre digieren de buena gana. Es cierto que lo mismo pasó con Cristina Fernández, cuando ganó una diputación por Buenos Aires, aunque estaba empadronada en Santa Cruz. Pero de esto deberán hacerse cargo los propios bonaerenses que la votaron.
Kirchner asomó con otro discurso delante de los varios interlocutores que lo vieron esta semana. Les dijo que, antes que hablar de aquella candidatura, su aspiración pasa por poder aglutinar otra vez al peronismo detrás de su figura. "Quiere otra vez al PJ como partido y como bandera", dicen quienes conocen el paño. El ex presidente ha dado muestras, en los últimos tiempos, de que está dispuesto a conceder amnistías aquí y allá entre los dirigentes del partido que se alejaron durante el conflicto con el campo, y que hoy, en algunos casos, aparecen en posición de no retorno, mientras un apellido Kirchner reine en el peronismo o en la Casa Rosada.
El santacruceño está desencantado de los movimientos transversales o de la concertación con radicales y partidos vecinales. Aquella idea de volver a las fuentes lo obsesiona, porque advierte que un peronismo fraccionado puede ser un problema, cuando llegue la hora de ir a las urnas. Es más que eso: Kirchner dice a sus visitantes que es necesario que el PJ retome sus banderas y que sea soporte de la administración de Cristina Fernández. No lo mira sólo como una herramienta electoral para evitar sobresaltos el año que viene, sino como parte de un proyecto político renovado que continúe más allá de 2011 al frente de la Casa Rosada.
Hoy, parece un sueño demasiado lejano el de Kirchner. El ex presidente dio vía libre a la organización del festejo del Día de la Lealtad en Paraná con el entusiasmo de quien siente que puede dar un primer gran paso para cumplir con aquella aspiración.
Hay constancias, en el kirchnerismo, de que esta semana hasta hubo intentos de tender puentes con Felipe Solá. Un buen punto de partida para Kirchner hubiese sido subirse a ese palco rodeado no solamente de la dirigencia que hoy le responde, sino de la larga lista de aquellos que, en los últimos meses, demostraron que le perdieron el miedo a su poder político y hasta lo desafiaron abiertamente en aquella batalla con el campo por las retenciones móviles. Ninguno de esos referentes del peronismo no kirchnerista, como Reutemann, Schiaretti, el mismo Busti, y, de hecho, Solá, por citar a los más notorios, pero tampoco otros, como el salteño Romero, estuvieron a su lado.
Para colmo, nadie pudo explicar, en el gobierno o en el partido, y probablemente nunca se sabrá, la razón por la que Cristina Fernández organizó su propio acto de celebración peronista en un municipio del Conurbano bonaerense. ¿Por qué no subirse junto a su esposo al palco de Paraná? La jugada dejó la puerta abierta a más de una especulación. Ejemplo: Scioli y Massa se quedaron con la presidenta; Julio de Vido se fue a Paraná, con el ex presidente. Y así por el estilo. Una innecesaria manera de alimentar rumores y versiones de problemas donde tal vez no los hay.
Resulta obvio que, en aquel sueño de reunir otra vez al peronismo y sus símbolos detrás de su figura, Kirchner traza una raya que no es nueva: no hay espacio ahí para el peronismo duhaldista, que realiza sus primeros aprontes para armar listas propias y competirle al kirchnerismo en las legislativas del año que viene, en territorio bonaerense.
El acto del Día de la Lealtad que el duhaldismo y sus aliados realizaron en la Capital Federal, en simultáneo con el de Paraná, es un primer apronte del caudillo de Lomas de Zamora para encumbrar al frente de su proyecto opositor interno a Francisco De Narváez. Duhalde no aparecerá en público para no encrespar las aguas, pero se ocupó de enviar a su esposa Chiche, de lengua dura y filosa, al acto de Ferro. Todo un signo de lo que planea.
Por otra vía, podría entenderse ese interés del santacruceño de refugiarse en el peronismo y abandonar definitivamente todo intento transversal o concertador. Las encuestas que le llegan a diario al chalet de Olivos demuestran que, si bien es prematuro cualquier pronóstico a un año de las elecciones, no tiene el cielo comprado. El jueves, leyó la última que le acercaron, donde aparece él mismo con una intención de voto de apenas el 24 por ciento. Lo siguen Margarita Stolbizer, de la Coalición Cívica, y De Narváez con porcentajes casi iguales, cercanos al 20 por ciento, con leve ventaja para la ex radical.
Desde la economía y la crisis global, y cuánto va a impactar en la Argentina, se profundiza un sesgo que el gobierno comenzó a transitar tímidamente la semana anterior, y que, en los últimos días, se ha manifestado de manera explícita: Cristina Fernández busca un plan B para evitar costos mayores a los inicialmente previstos por las autoridades.
Lejos quedan aquellas bravatas de la presidenta, en Estados Unidos, respecto de que el plan lo necesitaban ellos y no nosotros. Hay una frase del gobernador de San Juan, José Luis Gioja, al que no se puede sospechar de antikirchnerista, sino todo lo contrario, que estuvo con Cristina en Río Negro y también ha hablado con Kirchner, por estas horas: "Hay que ir preparando el paraguas", ha dicho, sin ruborizarse, el mandatario cuyano. Kirchner lo tuvo a su lado en Paraná.
Por mucho menos que esa agorera recomendación, se dice que el ex presidente casi pide la cabeza de Sergio Massa, por haber armado aquel comité de crisis que se reunió una sola vez en la Casa Rosada y del que nunca más se supo.
La mismísima presidenta pareció aportar al mayor desconcierto, en las últimas horas, cuando se refirió al tema en un viaje al sur, con una frase que se las trae: "La malaria les llega a todos", dijo, tras recomendar a los argentinos que se muestren "tranquilos y unidos" frente a la crisis.
En medio de esa malaria de la que habla Cristina, sigue siendo una incógnita cómo hará el matrimonio para retener esa clientela peronista con una caja que puede venir con déficit comercial o con tasas de crecimiento que, desde ya, no son las que se van a aprobar en el Presupuesto de 2009, dibujado por el oficialismo ante la impotencia de la oposición. Es todo un tema para los Kirchner, que han hecho de la billetera su arma preferida para captar aliados, durante estos cinco años de un poder que pareciera empezar a declinar.
Fuente: La Nueva Provincia (Bahía Blanca)
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lunes, 20 de octubre de 2008
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