domingo, 18 de enero de 2009

CÓCTEL EXPLOSIVO KK

La Nueva Provncia - 18-Ene-09 - Opinión
http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/18/01/2009/91i136.html

CRONICAS DE LA REPUBLICA
Cóctel explosivo: Sequía y facturas de luz

El gobierno de Cristina Fernández, recuperada de un episodio de hipertensión que la obligó a permanecer en reposo por algunos días, se apresta a vivir de lleno un verano que presenta "dificultades a futuro", más allá de la compleja situación de coyuntura. El viaje devaluado a Cuba está acompañado por la llegada de una alerta que todavía no se estima en su dimensión en la Residencia de Olivos. Se trata de las tarifas de los servicios, en especial los eléctricos (porque han sido los primeros en arribar a los hogares de clase media), con incrementos que, en casos, superan el 400 o el 500 por ciento y las primeras acciones de amparo de una sociedad azorada por las cifras. Está, además, la sequía, combinada con la terquedad, con rostro de capricho, de Néstor Kirchner de no habilitar un diálogo con la dirigencia rural.

El ex presidente mantiene una actitud que es "por lo menos, tozuda", como prefieren calificar sus allegados la afanosa persistencia del santacruceño en querer "doblegar" a los dirigentes del campo. En confesiones íntimas, en las tardes de Olivos, admite que fueron ellos los que, a su criterio, marcaron el comienzo de una caída que no se detiene y que lo lastima en cada encuesta de popularidad que llega a su escritorio. Pero también en esas reuniones, cuando sus interlocutores son su hijo Máximo, Rudy Ulloa Igor y/o Carlos Zanini, en confianza plena, reconoce que su futuro político, que se debería reorientar en octubre de este año con una buena elección, y sus antiguas aspiraciones para 2011, están absolutamente atadas a la suerte del campo. No es poco. Pero, como sostienen en su entorno, no alcanza hoy para que cambie de posición, cargada de un encono visceral. "El Flaco, como peronista, puede perdonar una traición, pero jamás podría perdonar (en este caso, perdonarse) una derrota", confiesan sus íntimos.

No obstante, aguarda algún albur que provoque un giro de la economía mundial y local, para cumplir con aquellas aspiraciones que lo motivaron a construir tan rápidamente el poder que llegó más o menos intacto hasta mediados de julio de 2008, cuando no se pudo instalar el sistema de retenciones que promovía la resolución 125. "No me van a torcer el brazo", es el latiguillo que más pronuncia cuando, desde algún sector preocupado del gabinete de Cristina Fernández, le sugieren, con extremo tacto, aceptar una realidad inevitable: aconsejar a su esposa para que declare una emergencia agropecuaria nacional, para lo cual resultaría indispensable convocar a la Mesa de Enlace. Algo así como "poner por delante la necesidad al capricho".

Esa no deja de repiquetear en no pocos despachos de la Casa Rosada y, algunas veces, con extremadas reservas, en oficinas de la jefatura de Olivos. Esto sucede a la hora de los comentarios tanto críticos como ultradiscretos de ciertos funcionarios preocupados. Y, desde esos ángulos del gobierno (donde no faltan, a veces, algunos de sus soldados más fieles, como es el caso de Julio De Vido), se observan con atención los esfuerzos para encontrar una salida y evitar que el destino de los K esté tan atado a la crisis agropecuaria. Porque esta no sólo no cesa, por la política oficial de retenciones, sino que se afecta, como si existiera una maldición, o por los vientos de proa que soplan desde un mundo donde la economía está en apuros o por obra y desgracia de una sequía casi sin precedentes. El ministro de Planificación, que en esto coincide con figuras como las de Sergio Massa o Débora Giorgi, sostiene que se podría sentar en una misma mesa a los dirigentes del campo con otros sectores y el gobierno, bajo el paraguas o tal vez con la excusa de encontrar un acuerdo económico y social que no deje fuera a nadie.

En diversos rincones del poder, dicen que ese proyecto "ya fracasó el año pasado" y que, por lo tanto, la iniciativa no tendría el aval del "jefe". Dicen que sí daría vía libre a una suerte de prueba, al anunciar, igualmente, la perspectiva de una convocatoria general de esas características para cuando finalice el verano o para los últimos días de febrero, y monitorear la reacción de la opinión pública.

Una forma de tomarle la temperatura a la gente que, por cierto, está en un grado casi de ebullición, por la llegada de las facturas del servicio eléctrico. La queja se escucha ya en los mismísimos pasillos de la Casa Rosada, donde empleados y funcionarios caminan con sus boletas de luz donde constan saltos que van desde un pago de 210 pesos para el penúltimo bimestre de 2008 a más de 800 y, en algunos casos, mil, en donde el componente fiscal se acerca a la mitad de esas cifras, en cada caso. "El horno no está para bollos", repiten esos hombres y mujeres consternados, que anticipan la búsqueda de amparos judiciales. "Y esto no es todo --dicen, mientras pisan las alfombras de las oficinas que circundan el área presidencial--, van a llegar los otros servicios e impuestos con criterios de aumentos idénticos". Es por eso que, en distintos foros oficiales, cuando se escuchan esos reclamos y se conoce la idea del monitoreo señalado, advierten que será poco probable que ese ensayo, en la eventualidad que se llevase adelante, pudiera lograr modificar la tendencia que reflejan las encuestas permanentes respecto del rechazo al estilo K.

De regreso al campo y su difícil situación, hay que hacer hincapié en la figura de la presidenta, quien hizo su reaparición pública en Olivos, luego de sus problemas de hipotensión que la obligaron a un reposo de cinco días y no casualmente decidió hacerlo para hablar sobre el agro, con el otorgamiento de créditos blandos para la adquisición de maquinaria para el sector o para el sostén de los precios de los fertilizantes. Fue ex profeso. No fueron invitados los dirigentes de la Mesa de Enlace. Y las medidas no alcanzaron a cubrir las mínimas expectativas de los representantes de las organizaciones rurales. Algunos de esos hombres, simplemente, manifestaron que esas iniciativas "no son siquiera un placebo para el campo". Otros, como Buzzi, dijeron que "hoy por hoy, no se trata ya siquiera de hablar de rentabilidades, queremos hablar de crisis".

Por su parte, más contundente, pero igualmente desconfiado y disconforme con los anuncios de la mandataria, el vicepresidente de la Sociedad Rural, Alejandro Delfino, fue un poco más allá, luego de escuchar las palabras de Cristina: "Creo que para ellos --el gobierno-- somos ciudadanos de quinta, eso es lo que piensan, pero este es un año electoral y con esas actitudes, les va a costar". Para el dirigente, por un lado, es bueno que eso suceda, en la medida en que "es el propio gobierno el que propicia que aparezca una alternativa, pero, por otro, es muy malo, porque con esa actitud, se puede decir caprichosa con el campo, los resultados los van a sufrir, en rigor, los vamos a sufrir todos". Delfino hizo recaer el peso de la postura voluble sobre el santacruceño y no sobre la presidenta, de quien dijo "realmente, la queremos ayudar".

El resumen apunta a la desconfianza como dato principal. Tal vez por ese motivo se tejieron tantas especulaciones y conjeturas muy variadas sobre el episodio que involucró la salud de Cristina Fernández. Ella misma reconoció que no tiene habitualmente "más de nueve de máxima y con una mínima de siete", pero también describió su caso como una combinación entre esa hipotensión con un cuadro de deshidratación. Su explicación obliga a encontrar responsabilidades, dado que el cuidado médico más estándar aconseja que se debiera cuidar con detalle la buena hidratación y alimentación a las personas con ese tipo de diagnóstico y, en especial, si se trata de un presidente de la Nación.

En otro orden y tal vez para ofrecer un matiz distinto a la vida íntima de los habitantes del gobierno, habría que mencionar ciertas cuestiones aparentemente banales, pero que no lo son. Existe la decisión de la presidenta de trabajar en la residencia de Olivos. En diciembre, no llegó a cumplir siete días de actividad completa en la Casa Rosada. "Aquí es más cómodo", expresó, a poco de recuperarse de su problema de salud "sin lipotimias". Se refería a la quinta de Olivos. Tiene buenas excusas. No trasladarse tanto a la ciudad de Buenos Aires y así cuidar su salud. Porque en el edificio de la calle Balcarce se están haciendo reformas edilicias importantes en la llamada "área prohibida", que no es otra que la presidencial, en el primer piso, donde se tirarán abajo las paredes de la antigua e histórica sala de situación y algunos pasillos y oficinas que dan sobre la plaza Colón, para convertir ese espacio en un gran salón para los protocolos. Pero hay un fondo importante.

En las veladas políticas que todos o casi todos los días se celebran en el chalet de la residencia, con los Kirchner y sus más allegados, compartiendo agua mineral, café y algún whisky, según el caso o el invitado, se decidió "operar" políticamente desde allí. Tiene más comodidades que la Casa Rosada, se pueden realizar encuentros que no deberían nunca trascender y en la quinta "nadie ve nada". Además de utilizar su helipuerto como punto de partida a las visitas y giras que ambos, Cristina y Néstor, tienen previsto realizar por el Gran Buenos Aires. Juntos y también separados. El escenario bonaerense es el que aporta los votos, concluyen todos los análisis que se hacen en esas tardes del chalet. Y es imprescindible "ir pueblo por pueblo, como lo hicimos con éxito en 2007", sostiene, cada día, el patagónico.

Además, la intimidad de Olivos permite encuentros pseudosecretos, como el que mantuvieron, primero, Néstor y, luego, su esposa con Alberto Fernández. "Es algo muy común que un hombre como el ex jefe de los ministros se reúna con quienes son sus amigos y ex compañeros de campañas y de gobierno", reconoció y aclaró una fuente muy cercana a la familia Kirchner. Pero conocida la entrevista por trascendidos, se desató una ola de resquemores, especialmente en las filas de los ultra K o "pingüinos puros", como se hacen llamar aquellos que se enrolan en el espacio de De Vido, Guillermo Moreno, Ricardo Jaime o Ricardo Etchegaray. Otro es Rudy Ulloa, pero su estrecha y antigua cercanía a Néstor lo lleva a despreocuparse de los dimes y diretes del poder.

La presencia de Alberto despertó inquietudes. Algunos, en ese marco, dijeron que se había acercado a la quinta para proteger a los suyos. Al menos, a los que quedan, como la ministra de Salud, Graciela Ocaña, sobre quien llovieron operaciones de prensa "con tonos destituyentes". Algo parecido le estaría sucediendo a Nilda Garré, a quien, según datos de corrillos de funcionarios, los pingüinos no la quieren más. ¿Fue el ex jefe de gabinete a pedir por ellas? Es muy poco probable. Hay otros intereses que unen al matrimonio con Fernández. De todos modos, alteró algunos ánimos. Un conspicuo visitante del bunker familiar ofreció una interpretación muy curiosa, pero orientativa: "Es muy simple: para saber cómo puede pesar la influencia de Alberto en la intimidad política de los Kirchner hay que seguirlo al Chino --por Zanini--. Si se ve afectado con esa reunión de mentas, es porque ese peso es todavía importante, pero si sigue tan tranquilo como en estos días, es porque aquello es ya muy liviano. ¿Por qué? Porque el secretario Legal y Técnico, mano derecha de Cristina y Néstor, tiene un mandato K y apetencias personales para avanzar sobre el FPV de la Ciudad de Buenos Aires y producir la caducidad del albertismo".

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