lunes, 26 de abril de 2010

LA PATRIA ES UN NEGOCIO


“ARGENTINA HOY :EJEMPLO DE UNA SEUDO DEMOCRACIA”


Por Alejo Neyeloff

En esta columna nos hemos referido muchas veces a la historia patria, para señalar algunos logros de nuestros próceres en la formación y desarrollo de esta Nación.
Hemos debido mencionarlos a la luz de contrariedades que los actuales habitantes de la Argentina debemos afrontar diariamente mientras pertenecemos a un mundo globalizado que, con sus más y sus menos, nos aporta por vía de la tecnología moderna que la inteligencia humana ha desarrollado, muchas comodidades que nuestros predecesores ni siquiera podían soñar, pese a que siempre hubo muchos Julio Verne que con su imaginación mostraron un futuro que luego muchas veces fue concretado.por Alejo Neyeloff

En pocas semanas más recordaremos con actos - que para la mayoría de la población sólo serán oportunidades para tener más días no laborables, - las acciones que un puñado de idealistas iniciaron en 1810 para desembocar en una independencia sancionada en 1816 pero que por años costó vidas de patriotas poder afirmar.

Logramos sancionar en 1853 una Constitución Federal, parcialmente reformada en 1860 por imperio de obligadas circunstancias tendientes a consolidar nuestro territorio en una sola Nación. La unión de federales y unitarios permitió que los siguientes sesenta años emergiera a la faz del mundo esta sorprendente organización, que pasó a ser considerada como el granero del mundo y nos colocó en el sexto lugar entre las economías mundiales pero sobre todo, comenzó a mostrar los logros de un país que también crecía culturalmente.

Generaciones de pensadores, de políticos, de científicos, de hombres de la cultura mostraron al mundo una identidad que a todos sorprendía por su desarrollo en tan pocas décadas. Hasta entonces nosotros leíamos con entusiasmo todo lo publicado en Europa, pero a medida que se fueron haciendo traducciones fue Europa la que se deslumbró con las obras de los nuestros. Así se inundaron las vidrieras de las librerías de París y de todos los centros culturales europeos de autores nacionales como José Ingenieros, José Hernández, Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento, Estanislao del Campo, sucedidos luego por generaciones siguientes integradas por Miguel Cané, Alejandro Korn, Eduardo Wilde, Roberto Payró o Leopoldo Lugones hasta llegar a las últimas décadas con Jorge Luis Borges o Adolfo Bioy Casares.

Llegamos luego a los Premios Nobel de la Paz, casi nunca concedidos fuera de Europa o los EE. UU. Lo reciben nuestros Doctores Carlos Saavedra Lamas, a la Paz, en 1936; Bernardo Alberto Houssay de Medicina, en 1947 y Luis Federico Leloir, de Química, en 1970.

Todo ello como consecuencia de una sana aplicación de los principios que gobernaban la Nación desde 1852, de una democracia cada vez mas representativa, con mas participación del pueblo, que se educaba bajo las normas que había impulsado el gran sanjuanino y que se plasmaron en la Ley 1420 de Educación pública, laica y gratuita. El Congreso de la Nación era un fiel custodio de la aplicación de la Constitución. Mientras las naciones más desarrolladas del mundo se bañaban en sangre en sendas guerras mundiales, la Argentina crecía.

En las últimas décadas algo cambió. De aquel respeto por la autoridad y las normas constitucionales, pasamos a gobiernos dirigidos por iluminados que dejaron de respetar las normas para amparándose en algunas de ellas, tergiversarlas y convertirse en monarcas de un sistema que no supo indicar frenos a esas intemperancias personales, tanto democráticas como de gobiernos de fuerza, aunque éstos fueron consecuencia de desmanes de los primeros.

Así llegamos a las manifestaciones de intolerancia, impulsadas desde el actual Poder Ejecutivo donde la democracia está adormecida. Nos negamos a calificarla de muerta, pues siempre tenemos la esperanza que algún día logre revivir, despertarse. Pero de aquella nación, sexta economía del mundo, pasamos a la realidad actual de ser 60 o 70. Ya es difícil saber cuan bajo descendimos. El Poder organiza manifestaciones populares que luego tampoco puede controlar, que devienen en tomas de comisarías jamás sancionadas pero cuyos líderes hoy son personajes internacionales pagados con fondo públicos; que impulsan cortes de un paso internacional, en clara violación de nuestra propia Constitución pero luego no encuentran como evitar y son el bochorno no sólo interno sino mostrado internacionalmente como señal de desgobierno.

Seguimos hablando de libertad de expresión, pero todos los días se ejerce mayor presión sobre los medios de comunicación para que solamente se muestren logros gubernamentales, incluyendo la inauguración de obras muchas veces apenas comenzadas, para completar el cuadro con agresiones a periodistas o el bochornoso impedimento a que la Dra. Hilda Molina pudiera expresar su experiencia cubana y dialogara con el público. Esta vergüenza está siendo mostrada ampliamente en las pantallas televisivas del mundo.

Mientras el gobierno afirma ser un correcto defensor de las leyes y del patrimonio nacional, peor nos miente en las estadísticas, seguimos engañando a los inversores ofreciéndoles compensaciones mínimas por dineros que en su momento ellos nos entregaron como inversores de buena fe. No hablamos de corporaciones, sino de pequeños ahorristas de diversas plazas del mundo, muchos de ellos ancianos jubilados, que fueron tentados con interesantes tasas de interés para luego no pagarlas y ni siquiera reintegrar el capital aportado.

Nuestra justicia da muestras de estar despertándose. Cobran vida los procesos a corruptos funcionarios del Estado que esperamos ansiosamente, toda la República, pronto le muestren el camino a la prisión a muchos siniestros personajes que supieron enriquecerse a costa del erario público, pero simultáneamente, cuando se está buscando reestructurar un órgano de control, integrándolo de una manera más efectiva para el debido cumplimiento de las normas que la Constitución le fijan, y se intenta que lo vuelva a integrar un representante de la Corte Suprema de Justicia, el Poder Ejecutivo ordena a los legisladores de su partido que impidan tal designación. O sea que la opinión de la Corte Suprema de Justicia es considerada inconveniente – para decirlo suavemente - para ese Poder. Vergüenza.

La hilvanación de los temas desarrollados nos ha dejado para el final comentar la noticia de la semana, el fallo de “La Haya”. Uruguay fue “penado” por no haber respetado lo acordado en el “Estatuto del Río Uruguay”, de 1975. Uruguay, por medio de su Canciller, informó de su intención de autorizar la erección de dos fábricas de pasta en la localidad de fray Bentos, en forma verbal a nuestro Canciller Dr. Rafael Bielsa, en una charla de amigos. Pero como entre gobiernos hay pactos verbales y pactos escritos, no concretó esto último y quedó en falta. El amigo se olvidó…

Por otro lado, ha quedado claro que la Argentina no pudo demostrar que la fábrica sea un riesgo para los pobladores ribereños y por ello no se tomó la resolución pedida por la Argentina y sus asambleístas de Gualeguaychú, de que la fábrica debiera ser relocalizada. Ojalá la Argentina tome conciencia de que sí debe tomar medidas con todas las fábricas que tiene en la cuenca del Río Paraná, que contaminen mucho más, y más aún, cuando tiene la vergonzosa presencia de los Ríos Riachuelo, Matanzas, Luján y Reconquista, a las puertas de Buenos Aires, centenares de veces mas polucionados, que arrojan sus desperdicios al Río de la Plata que también es un Río compartido con el Uruguay.

Solo podemos cerrar la expresión de nuestra desazón de hoy, ante el atropello que sigue pretendiendo consolidar el matrimonio gobernante contra el mejor y transparente funcionamiento del los órganos del Estado, recordando un pensamiento del insigne José Ingenieros, en su cada vez más vigente obra “El Hombre Mediocre”, cuando afirmada:

“cuando la política se transforma en una profesión, la patria se transforma en un negocio”.-

Esto es lo que se evidencia del diario decir y accionar de nuestro matrimonio enquistado en el poder, que cada día impulsa más la transferencia de diversas actividades comerciales a favor de sus testaferros de turno.

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