sábado, 15 de enero de 2011

CARTA AL MUERTO


Carta abierta



al ex- presidente de la

Nación Argentina,

Dr. Néstor Kirchner



A pesar de la inutilidad que puedan tener estas palabras hoy - palabras que Ud. ya no oirá, pero que tampoco hubiera escuchado en vida - tengo la necesidad de expresarle mis penas:


Qué pena haber llegado a lo más alto que se puede aspirar como político, y haber desaprovechado la oportunidad única de sacar a nuestro país del lodo, de la miseria, del vergonzoso lugar que hoy ocupa en el mundo.


Qué pena morirse a los 60 años, con todo un camino recorrido y otro
todavía por recorrer, desperdiciando la oportunidad histórica de hacer
realidad esa verdad peronista, tanta veces escuchada y casi nunca vista,
como es "la justicia social".


Qué pena dá ver que usted murió como vivió: desafiándolo todo,
redoblando la apuesta, intimidando adversarios, amenazando a propios y a ajenos, sorteando obstáculos que le impedían sus fines – altruistas o no – aún a espaldas de la Ley , y hasta sintiéndose omnipotente ante la muerte. ¿Se acuerda usted, señor ex presidente, del "Cuatro años yo, cuatro años Cristina?". ¿Se acuerda usted de aquél "Es lo mismo pingüina o pingüino? Y del ¿"De aquí me sacan muerto" pronunciado a pocas horas de asumir en la Casa Rosada , allá por el 2003? Bueno, se cumplió este último deseo – aunque ya no habrá cuatro años más para usted –, ni pingüino para el 2011. El hombre propone y Dios dispone, señor ex presidente. Una frase tan repetida que a veces se convierte casi en sólo una "sensación".


Qué pena, señor ex presidente, que le hayan negado el honor de ser
velado en la verdadera casa del pueblo, donde estamos representados
todos los argentinos: El Congreso Nacional. Pero una vez más, el rencor
pudo más que la razón y su esposa – nuestra presidente – habrán querido
cumplir con sus deseos y por ello decidió velarlo en "su casa política" – La Rosada – y hasta decidir quién podía expresarle sus condolencias y
quiénes no. Su viuda – nuestra presidente – más que acongojada, parecía
enojada, como culpando de su muerte a aquéllos que usted consideraba
enemigos y no adversarios. Eligió el Salón de los Patriotas
Latinoamericanos. Usted podría haber sido uno, pero se equivocó. Se
equivocó al buscar ante los problemas que lo (y nos) acechaban, un
enemigo en lugar de una solución. Se equivocó al elegir aliados
incondicionales de poca moral, en lugar de colaboradores preparados para tan difícil misión, tantas veces repetidas en campaña (suya y antes de otros), de sacar a los pobres de la pobreza, acabar con la corrupción desde el Estado, elevar al país hacia un destino digno. Se equivocó al
embanderarse como defensor de los Derechos Humanos, violando los
derechos humanos al utilizarlos políticamente para su conveniencia.


Qué pena, señor ex presidente, ver cómo ha dejado huérfanos a los que
lideraba. Porque usted nunca permitió que ninguno de sus seguidores
creciera bajo su partido - el Frente para la Victoria - asegurando ese
Modelo, tantas veces nombrado, para la posteridad. Ahora, el partido
muere con usted. Cristina, nuestra presidente, no es Kirchner, es
Fernández y a pesar de que juntos hicieron camino en la política del pago
chico y llegaron juntos a la Primera Magistratura , usted – como su jefe
político – la ha dejado sola, o lo que es peor, mal acompañada.


Qué pena, señor ex presidente, ver a los que lo querían de verdad y lo
lloraron frente al ataúd, mezclados también con las lloronas y llorones que fueron pagados a su velatorio, o quizás a devolver la gentileza de alguna cuenta mal habida a cambio de fidelidad. Los primeros, no merecían semejante afrenta, porque creyeron en usted y en su gobierno, porque esperaban mucho más, y nadie sabe hoy a ciencia cierta, si algún día lo recibirán.


Qué pena, señor ex presidente, haber perdido la oportunidad de ser un
grande de verdad y no sólo en la declamación de tanto hipócrita que pulula en la política nuestra de cada día. Muchos, muchos creyeron que
finalmente había venido una brisa desde nuestro olvidado Sur, a cambiar
la historia. Pero sólo nos quedamos con una patria dividida, mucha mentira y más desilusión. Usted tuvo todo para cambiar la historia del país, del peronismo y de la gente. Pero quién sabe si no habrá sido la acumulación de poder que marea, y entonces se pierde el sentido de la orientación, a tal punto que hoy, nadie sabe de qué signo político es su partido, hacia dónde vamos y hasta dónde llegaremos. Pudo haber corregido el rumbo en varias oportunidades, como el año pasado, cuando perdió la elección en la provincia de Buenos Aires. Pero, no; arremetió con todo y contra todos los que no estaban de acuerdo con usted, política o moralmente.


Qué pena señor Néstor Kirchner. Hoy ya es tarde, pero es bueno decirle
igual, que este pueblo perdona, perdona todo ante un gesto de grandeza.
Hasta su pueblo chico lo perdonó y lo recibió en Río Gallegos como al hijo pródigo que un día se olvidó de dónde había salido, cómo había empezado y hasta dónde pudo llegar.


Es una pena, una pena inmensa, señor ex presidente, haberse equivocado
tanto, teniéndolo todo, habiendo comprado todo... menos su vida. Ésta
tiene un precio que nadie pueda pagar. Que en paz descanse.




Expresado por CLARA SCAGLIARINI en el programa SIN SACO Y SIN
CORBATA por Radio EL MUNDO, editorial del domingo 31-10-10
AM 1070

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