lunes, 31 de enero de 2011

M,ADAME TIMERMAN


Qué haremos sin Obama
Por JUAN SALINAS BOHIL

Herido como una mujer que con hijos pequeños y otro en sus entrañas fue abandonada por su marido, al tomar debida nota de que el presidente de los Estados Unidos no visitará en marzo Argentina cuando sí lo hará con Chile y Brasil, el canciller argentino sacó a relucir toda la vieja animadversión izquierdista hacia el país del Norte, acusándolo, entre otras cosas, de golpista, cuestión ésta que, prudentemente, no se animó a ventilar cuando era cónsul en Nueva York o embajador en esa tierra. Es que hay que entender que aquí tenemos que demostrar que somos más hombres y antiimperialistas que allá. ¡Ja! Solanas, D'Elía o Milagros Salas no podrían haberlo explicitado mejor.

Quién dirigió el ultraprocesista diario LA TARDE, dijo también que nuestro país tiene "coincidencias" y "grandes diferencias" con los Estados Unidos. Suena raro lo de "coincidencias" más no tanto lo referente a las "grandes diferencias" que son tan evidentes como superflua su señalización, es decir, su economía, educación, comercio, tecnología, posición en el mundo, número de habitantes, el reconocimiento del otro, la eficiencia de su justicia, el respeto por el contribuyente, el juicio por jurados, el voto optativo, su sistema político, el profesionalismo de sus Fuerzas Armadas y de Seguridad. Por supuesto que existen "grandes diferencias", de lo contrario la Presidente no lo hubiese visitado tantas veces en condición de turista ni enviado a su hija a estudiar cinematografía cuando el modelo "nacional y popular" que instrumenta, teóricamente estaría en condiciones de otorgarle un título de idéntica o mejor calidad. ¿O no?

Si el Departamento de Estado hubiese anunciado la posibilidad de que el presidente norteamericano pisase suelo argentino, las organizaciones "sociales" que el propio gobierno financia ya estarían preparando un gran acto de repudio con el señor Maradona y la gorda Hebe a la cabeza, pero como no fue así, es el propio Ejecutivo quién sale a atacarlo porque no pudo obtener una fotografía con él para consumo del jet set de cabotaje. Palos porque bogas y palos porque no.

Los países no tienen amigos y mucho menos sus gobiernos porque lo único que cuentan son sus intereses. Estamos hablando, se entiende, de gobernantes que no suelen saltar de cama en cama en busca de dinero para mantener sus enormes gastos y que no tienen por costumbre acostarse con la socialdemocracia europea para el otro día hacerlo con Bush y Clinton, o con Chávez. Mañana llegarán otros.

Que venga o no Barak Obama a la Argentina no debería quitarle el sueño a nadie: ni a los que quieren adherírseles como sanguijuelas ni a quienes lo hacen con Castro y Chávez. Ahora y después que el Air Force One sobrevuele Argentina, aquí sucederán las mismas cosas. Y si el primer mes del año fue bravo en esta ciudad, piénsese lo que será el febrero que ya llega con todos los abogados de regreso de sus vacaciones.

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