sábado, 29 de enero de 2011

LAS RATAS SE DIVIDEN


29/01/2011

ZANNINI Y KUNKEL VS. BETTINI: LA REELECCIÓN DIVIDE AL ENTORNO PRESIDENCIAL

Por Carlos Manuel Acuña

Es inminente el arribo al país del embajador en España Carlos Bettini, un confidente y compañero de militancia de la presidente, al que las circunstancias le hacen jugar un papel importante. Bettini encabeza en el entorno presidencial una posición minoritaria, a favor de que CFK decline buscar su reelección y negocie en cambio con el peronismo y los factores de poder una retirada ordenada del gobierno. Para esta tarea, el embajador estaría dispuesto a retornar de inmediato al país. No está claro -aunque no se descarta- que detrás de Bettini se está moviendo el influyente lobby de los grupos empresarios españoles que controlan parte de los servicios públicos nacionales, interesados en un ajuste de la economía que incluya el sinceramiento de la economía y de las tarifas. Este cambio podría instrumentarlo un nuevo gobierno salido de la oposición, pero al kirchnerismo le sería sumamente traumático hacerlo, entre otras cosas por el juramento público de la presidente acerca de que jamás firmará un ajuste ni propiciará el enfriamiento de la economía. Tampoco está claro si la teoría de la retirada ordenada que propondría Bettini cuenta con aliados en el gabinete. Julio De Vido es una incógnita en este sentido, ya que a nadie se le escapa que su entusiasmo por la reelección es muy relativo.

Lo que sobran son halcones

El ultrakirchnerismo se resiste, mientras tanto, hasta a analizar la hipótesis de la retirada ordenada. Carlos Kunkel y Agustín Rossi emergen como los coordinadores del frente reeleccionista, respaldados por el actual CEO del gobierno, Carlos Zannini. Para los nombrados, sin reelección el kirchnerismo se desintegraría y la derecha se apropiaría del peronismo a través de una alianza entre Daniel Scioli, Eduardo Duhalde y los gordos de la CGT, que desplazarían a Hugo Moyano. La reelección sería la única barrera de contención para evitar este desastre que, siempre según aquellos, borraría en meses lo conquistado en ocho años de gobierno. En el pensamiento de este sector, cualquier señal de Cristina que dé a entender que no se presentará, debilitaría al gobierno y haría que los gobernadores y los intendentes se entusiasmaran cada vez más con Scioli.

La incógnita ahora es si la postura de Bettini, que aparece como solitaria, es o no la punta de un iceberg. O sea, el surgimiento de una línea del oficialismo que se inclina por negociar la retirada para evitar el mal mayor, que sería una derrota en segunda vuelta y la inmediata disolución del kirchnerismo. Es que, en la lógica peronista, nadie puede conducir desde la derrota.

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