jueves, 27 de enero de 2011

MEDIOCRIDAD


POR QUÉ SE IMPONE ATACAR LA CONSECUENCIA, IRONÍAS AL MARGEN.



El último censo Nacional, indica que nuestro país tendría una población algo superior a los 40 millones de habitantes. ¿Qué porcentaje adjudicaría Ud. a narcos, homicidas y chorros, esto sin tener en cuenta a alguno de los miembros de los tres Poderes del Gobierno?. Me dice que no tiene la menor idea. No esperaba otra respuesta de su parte; no solo es razonable sino atinada. De todas maneras podemos intentar un ejercicio que nos aproxime a la patética cifra. ¿ Un 1% tal vez?. Le recuerdo que ante semejante porcentaje, deberíamos estar hablando de unos cuatrocientos mil hijos de puta. Me dice que le parece una cifra por demás excesiva. Bien. Hagamos de cuenta entonces que la cosa no está tan podrida como uno supone y hablemos de un 0,25% del total…cien mil hijos de puta, ¿le cabe?. Me dice que sí le cabe, y me hace acordar a un Juez de la Nación; no importa, sigamos.

Ahora bien; tomando dicha cifra como cierta, ¿Ud. cree como sostienen algunos políticos y opinólogos que el problema se resuelve con educación, creando nuevas fuentes de trabajo y toda esa otra parafernalia que impone la necesidad de planes a mediano y largo plazo?. ¡No me responda todavía!. ¿Ud. cree que el narco que ya es narco, el homicida que ya es homicida y el chorro que ya es chorro se allanarán a una mejor educación, resignarán su oficio por el de un trabajo legal que les proporcione un ingreso apenas suficiente mensual o quincenal?. Me dice que no. No esperaba otra respuesta de su parte, y eso me hace inmensamente feliz; Ud., todavía es recuperable, tanto como irrecuperables son esos terribles mal paridos. De hecho y como le anticipara en el título, la lógica indica que hay que atacar la consecuencia, salvo está, nos manifestemos dispuestos a que “la matanza continúe”.

De paso le pregunto; ¿sabe cuál es el verdadero motivo que hace necesaria la inmediata baja respecto a la edad de imputabilidad de los menores?. Me dice que ha escuchado distintas opiniones a favor y en contra de la medida. ¡Ojo que le estoy diciendo 12 (doce) años, y no 14 (catorce)!. Ocurre que a éstos “nenitos”, siendo bebés, la mamá no les ha dado el pecho sino la espalda. Por su parte el papá, narco, homicida o chorro, o las tres cosas a la vez, se ha encargado más que minuciosamente, de enseñarles el oficio. No reciben otro tipo de educación, y el ejercicio les demanda gran parte del día. A los doce años, más allá de la mucha o poca envergadura física, ya saben armar y desarmar una pistola, disparar a matar, realizar cualquiera tipo de “tranza”, abrir sin el menor inconveniente, la puerta de calle de una vivienda, o la de un coche cerradas con llave; reducir a una o más personas, etc. Pero por sobre todo, y a través del ejemplo, a sentir un absoluto desprecio por la vida, la suya, la mía, y la de ellos mismos. Papá, el tío o el hermanito mayor, se encargan de ello; son sus maestros, y a veces hasta les llevan con ellos para que a través de la observación, sepan cómo actuar conforme a las circunstancias. A todo esto y si le parece poco, agréguele un ingrediente; se saben impunes. Ud. y yo, en la materia, les vamos tan en zaga, como Zulma Lobato a Sofía Loren, si me permite el ejemplo. En estos casos, la condición de “menor”, que supone candidez, falta de conocimiento, y por sobre todo, falta de consciencia sobre el hecho que se les imputa, no se da. De hecho, deben ser considerados mayores respecto al entendimiento, juzgados y condenados como tales.

No voy a caer en la vaguedad de decirle que “todo tiempo pasado fue mejor”. Si en cambio asegurarle que salvo honrosas excepciones, priva la mediocridad en la mayoría de las actividades. Una mediocridad que adquiere su punto de gravedad máximo, cuando alcanza a funcionarios públicos, o aquellos en cuyas manos descansa su bienestar y el mío. La mediocridad de la que le hablo, incluye ineptitud y hasta mala leche; la misma que se estimula y promociona desde los más altos estamentos. ¿O acaso no es cierto que los nenes bien nacidos, deben pasar de grado o de año así no sepan un carajo?. La excepción, que afortunadamente todavía es importante, la constituyen aquellos que interpretan que el conocimiento es la fuente que habrá de ofrecerles un futuro mejor. Una cuestión que no se impone, sino que forma parte de “los principios” que nutren a cada uno.

¡No me lo diga; ya sé que me volví a dispersar…son como recreos, ¿vió?. Otro si digo, y volviendo al tema. Me gustaría que algún matemático me explicara cómo es posible medir los dos tercios de la perpetuidad.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com

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