viernes, 21 de enero de 2011

SIN SOLUCIÓN


El kirchnerismo sumergido en una profunda aporía
Los distintos hechos llevan a que el oficialismo más extremo se sumerja en una extensa red de paradojas irresolubles, que no hacen más que conducir poco a poco a la Argentina al borde del precipicio. Las intensas contradicciones que surgen periódicamente en el kirchnerismo y las imposibilidades que vive la Jefa de Estado para arrastrar al peronismo detrás de una hipotética candidatura suya a la reelección


El término Aporía es un vocablo filosófico que designa un problema sin solución, una contradicción insoluble. En este terrible estado pareciera estar sumergido por estos días el kirchnerismo, ya que no sabe a ciencia cierta cuáles son los pasos a seguir en su entramado político de cara a octubre y las internas corroen a un espacio que por más de siete años ha mantenido con mano férrea el poder en el país.



La muerte de Néstor Kirchner, más allá de que las mentes oficiales lo nieguen sistemáticamente, ha abierto una pelea por el control político del espacio que conducía el patagónico, que ha llevado a que la tropa K se disgregue en distintos espacios con ideologías totalmente contradictorias unas de otras, sumergiendo al oficialismo en un barco a la deriva, que sólo puede ser salvado por la figura de la presidenta Cristina Fernández.



Pero para complicar aún un poco más el panorama dentro del entorno kirchnerista, lo que empieza a estar en discusión en estos momentos es justamente la imagen de la Jefa de Estado, ya que es un secreto a voces que varios de los encuestadores amigos del poder le han llevado trabajos de campo realizados en las últimas semanas, que muestran una baja sustancial en su percepción ante la sociedad, lejano ya del más de 50% que cosechaba luego del fallecimiento del santacruceño, y rozando ahora el 30%, con pronósticos desfavorables para las mentes que planean la reelección de la Jefa de Estado para el acto electoral de octubre.



Esto ha puesto nerviosos a muchos de los principales instigadores del operativo clamor “Cristina 2011”, que ven cómo su posición comienza a perder peso dentro de la estructura K, incapaces de poder lograr nuevos acuerdos programáticos con otras fuerzas políticas que no sean el peronismo histórico que tanto denostan en la intimidad, pero que tienen que salir a alabar públicamente para sobrevivir en el escenario político nacional.



Los golpes de timón que se vienen pegando en los últimos días en las altas esferas K para encaramar un campaña de posicionamiento en la sociedad de la imagen de Cristina, parece chocar de bruces ante una realidad que no hace más que darle un cachetazo tras otro al kirchnerismo más duro y extremo, donde la imagen no deja de caer y sembrar una gran incertidumbre en todo el entorno que rodea a la Jefa de Estado.



Esto ha llevado a que lo que todavía queda de la tan mentada Transversalidad K, salgan con los tapones de punta en distintos actos y programas periodísticos, a pedir lugares importantes en las listas del Frente para la Victoria de cara a octubre. Es por esto que hemos visto desfilar en los medios amigos del poder, a personajes como Emilio Pérsico, Aldo San Pedro, Fernando “Chino” Navarro, Juan Cabandié, entre otros, que han salido a decir que deben ser “ellos” los que elijan el compañero de fórmula de Scioli en la provincia de Buenos Aires, y no el “peronismo clásico” que encabezan los barones del conurbano bonaerense.



Estos personajes, con el impulso de otros acérrimos kirchneristas que buscan manenerse en una posición expectante de poder más allá de octubre (como el diputado Carlos Kunkel), llevan adelante una campaña de desprestigio de todos los supuestos “oponentes” a Cristina en una interna del FpV, y han apuntado todos sus dardos hacia el mandatario bonaerense, que por el por el momento guarda mesura y no sale a responder los agravios.



De la misma manera en que Scioli es blanco de las críticas K, el kirchnerismo más duro viene realizando poco a poco una tarea sutil de desgaste de los hombres que si bien vienen acompañando este proyecto político desde el año 2003, siendo el principal objetivo de los enojos, el Jefe de Gabinete Aníbal Fernández.



Lo que le ha sucedido al quilmeño en las últimas semanas, perdiendo en forma progresiva un poder que había sabido construir maquiavélicamente luego de la muerte de Néstor Kirchner, muestra a las claras el estado de desconcierto que reina por estas horas en el tronco más duro del kirchnerismo, que ve enemigos a cada instante dentro del propio gabinete nacional, así como también en sus circunstanciales aliados políticos.



Se comenzó con el alejamiento del conspìcuo anibalista Joaquín Da Rocha del cargo de Procurador general del Tesoro de la Nación unos días antes de navidad, a lo que le siguió el retiro del manejo de las fuerzas de Seguridad para dárselas a Nilda Garré, y terminó hace unos días atrás cuando la presidenta decidió la creación de la Secretaría de Comunicación Pública bajo el mando de Juan Manuel Abal Medina, quitándole a Aníbal la responsabilidad de manejar el destino de la tanda publicitaria del gobierno, principalmente la procedente de la Anses y la AFIP.



No es casual que el destino de las áreas de seguridad y de comunicación que antes manejaba el ex ministro de Trabajo durante la era duhaldista, hayan recaído en dos personas que son íntimos enemigos del Jefe de Gabinete y que mantienen estrechos contactos con el titular del Cels (Centro de Estudios Legales y Sociales), Horacio Vertbisky, quien en los últimos tiempos se ha convertido en el vocero central del “Cristinismo”.



Esta situación ha llevado a que nadie sepa quién es la voz cantante del oficialismo ante los distintos hechos que se suceden en la vida diaria de los argentinos, ya que un día habla no, al otro una persona diferente, confundiendo al ciudadano común, y dejando en evidencia que ese descontrol que se muestra ante la opinión pública en algo tan menor, en lo hondo y profundo del proyecto kirchnerista debe ser peor.



Son muchos los que extrañan las épocas del menemismo en las que Carlos Corach salía a la vereda de su casa y daba ante los medios de comunicación la agenda política del gobierno, siendo la persona que decía lo que el presidente quería que se dijera públicamente a la población. En estos momentos, la confusión deja paso muchas veces al ridículo al oficialismo, y llevando a la presidenta Cristina Fernández a hacer papeles públicos que en muchas ocasiones ha rozado lo grotesco y lo dantesco, desvirtuando la imagen que un gobierno debe mostrar al mundo.



El caos reinante en Olivos ante los números de las encuestas reales y no de las mediáticas que se dan a conocer en los medios de comunicación, ha llevado a que la figura de la Jefa de Estado no logre acomodarse dentro del propio peronismo, siendo cada día más los dirigentes del PJ que reniegan de una candidatura a la relección de Cristina, y presionan para que el candidato sea otro –muchos de ellos lo ven a Scioli como el candidato natural a sucederla-, lo que despierta mayores rencores de la nacida en la ciudad de La Plata hacia el ex motonauta.



La incapacidad manifiesta que manifiestan los hombres cercanos al pensamiento “nacional y popular” que expresa la presidenta, de juntar voluntades del peronismo al proyecto K, ha llevado a que Cristina se una cada día más al gran operador político del oficialismo por estos días, como lo es Juan Carlos “Chueco” Mazzón, el único que ha sido capaz de lograr que distintos dirigentes del peronismo, muchos de ellos con variadas diferencias ideológicas entre ellos, se unan para acompañar a Cristina a conseguir el objetivo de ser reelegida en octubre.



Mazzón, con su estilo callado y parco, gana terreno dentro del aramado cristinista, dejando de lado a muchos otros que se relamen de celos a su alrededor, y buscan por todos los motivos deslegityimar sus logros políticos de acomodar diferentes piezas dentro del andamiaje kirchnerista, aún a costa de saber que esta actitud lo único que hace es peligrar la continuidad del universo K más allá del 2011.



Es opr eso que este artículo comienza explicando el significado de la palabra aporía, ya que con ella se deja en claro el real panorama en el que está inmerso el kirchnerismo por estas horas, con diversas opiniones que no se ponen de acuerdo entre ellas, lo que hace que la confusión y las contradicciones se multipliquen por todos lados, logrando con eso avanzar cada día un paso más al abismo, y dejando en claro que el interés de los más de 40 millones de personas que pueblan la Argentina, les importa muy poco, interesándose sólo por su situación personal, mostrando un egoísmo que el país pagará largamente en el corto y mediano plazo.

CNA

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