La candidatura de Cristina Kirchner no hace más que confirmar el aislamiento absoluto del muy modesto intelecto de nuestra “pareja real”.
A esta altura de los acontecimientos, podemos comprobar que la relación de los Kirchner con la sociedad, demuestra las falencias del diálogo entre quienes van comprendiendo la inutilidad de los esfuerzos del gobierno para enderezar lo que ya no tiene remedio, (los ciudadanos que se han expresado a través del voto de creciente rechazo), y un grupo minúsculo de obsecuentes que trata inútilmente de forcejear con una realidad que los desborda, como son quienes hoy componen la cúpula del poder.
Ignoran que la fugacidad del voluntarismo se rebela siempre contra quienes no han sabido colocarse en el lugar adecuado, en el momento oportuno.
En efecto, la principal dificultad del poder reside no tan solo en la comprensión del proceso que le da sustento, sino también en el tino para actuar ante cada circunstancia adversa. Y en este sentido no tenemos ninguna evidencia clara de que los Kirchner hayan aprovechado alguna de las lecciones que les ha aportado la realidad.
Solo han podido advertirse meros repliegues circunstanciales.
Muchas veces ocurre que tomamos en la vida un camino que no tiene más verdad y certeza que la que nosotros le otorgamos. En general esto sucede cuanto más lejos estamos en la comprensión de las evidencias de aquella.
Definir pues lo que pertenece al campo convencional, no resuelve ninguno de los problemas de fondo sometidos a nuestro arbitrio: es el drama de las dinastías políticas de todo orden, que ignoran el advenimiento del ocaso a que los somete un cierto hastío de la sociedad a la que dirigen su mensaje. Un hastío producido casi siempre por haber extraviado los caminos enderezados al bien común, en todas sus formas.
Acabamos de comprobarlo, en el fracaso estrepitoso de la izquierda en Francia, por dar solamente un ejemplo.
Que Cristina sea la candidata ungida “a dedo” para octubre, no interrumpe las alarmantes señales que estamos recibiendo de una manifiesta incapacidad de los Kirchner para comprender la matriz de sus errores, y las consecuencias inevitables que deberán pagar, tarde o temprano, por la acumulación de los mismos.
Ya hemos dicho antes de ahora, que los problemas irresolutos se acumulan, y a éstos se suman además los que recién comienzan a mostrar sus narices. Existe una quiebra social muy grande, que se estrella contra una severa falta de evaluación de las consecuencias que podría acarrearnos.
La soledad, y más que ella el aislamiento, son pésimos consejeros de quienes deben ejecutar políticas públicas. Y ese es el camino que hemos recorrido hasta ahora.
¿Qué implica la nominación de Cristina ?
Absolutamente nada trascendente. A esta altura de los acontecimientos necesitamos algo más que una cosmética y cierta energía en el decir. Tenemos que resolver problemas con gente idónea que no haga de la declamación permanente un instrumento de gobierno.
Cristina pertenece al mismo mundo de definiciones inexactas que ha cultivado el kirchnerismo durante muchos años.
Solamente podemos decir de ella que es una mujer de imaginación ardiente y viva, que da la impresión de estar agitada por espectros y fantasmas que tornan sus pocos y encendidos discursos en meras piezas de oratoria.
Estamos en vísperas pues de una nueva treta de los Kirchner. Una treta bien pobre y elemental, como todas aquellas a las que nos han sometido durante todos estos años.
Consideramos la proposición de su figura como una nueva aventura con destino incierto, y a poco que reflexionemos con serenidad, nos daremos cuenta que se trata de una maniobra que busca perpetuar la dinastía en el tiempo.
Existe en filosofía un concepto que dice que cuando una experiencia constante y dilatada nos muestra dos sujetos existentes a un mismo tiempo, de tal suerte que, presentándose el uno se presenta también el otro, y faltando uno falta también el otro, podemos juzgar sin temor a equivocarnos, que tienen entre sí algún enlace; Y, POR TANTO, DE LA EXISTENCIA Y ESENCIA DEL UNO INFERIREMOS LEGÍTIMAMENTE LA EXISTENCIA Y ESENCIA DEL OTRO.
Del mismo modo, si dos sujetos se suceden indefectiblemente, de manera que la existencia de uno permita advertir la precedencia del otro, PODREMOS DEDUCIR CON CERTEZA QUE TIENEN ENTRE SI ALGUNA DEPENDENCIA.
Por lo tanto, tratemos de no equivocarnos adjudicándole a este gambito otra propiedad que la del fruto tejido en la intimidad y los silencios cómplices de quienes ya le demostraron a otra sociedad como la de Santa Cruz, qué clase de expectativas pueden forjarse respecto de personas que viven construyendo y reconstruyendo el poder personal para su propio beneficio y satisfacción egocéntrica.
Los días por venir, confirmarán con toda seguridad estos pronósticos, que no son más que el fruto de una observación desapasionada de la realidad, tal cual ella se presenta.
A aquellos que puedan considerar excesivamente lapidarios nuestros juicios, les sugerimos que traten de recordar alguna de las maratónicas filípicas de la hoy senadora Kirchner en ocasión de debatirse temas de interés público en el Congreso Nacional y que fueran exhibidas por televisión.
Como asimismo su renuencia a comunicarse con otra prensa que no fuera más que la considerada por ella como “adicta”.
No olvidar su tono, su mirada, sus ademanes, y las invectivas dirigidas contra todos aquellos que se manifestaban en contra de sus propuestas.
Néstor y Cristina constituyen una misma argamasa.
Si no tuviéramos más remedio que tolerarlos por un tiempo más, no le asignemos por ello expectativas mayores a quien, como la primera dama, puede proporcionarnos solo una variante supuestamente “estética” de una dupla constituida por dos fanáticos del poder personal y de la hegemonía, a cualquier costo.
Fte: Carlos B. Madero
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