EL LEGADO DE UNA GRAN MENTIRA
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse) (27/11/2007)
El gran discurso de despedida de nuestro famoso mercader de la farsa, debería contener algún vestigio de sinceridad.
Tal como lo hizo Clemens (Mark Twain), debería por lo menos quejarse en forma airada sobre la decadencia del arte de mentir que se ha visto en estos años entre toda la caterva de fabuladores que lo acompañaron en su gestión.
Debería exhortar a que su esposa, mejore la calidad de la mentira.
Samuel Clemens nació en el año 1835 cuando pasó el cometa de Halley y murió en 1910 cuando ocurrió una segunda aparición de ese cometa.
Como genio indiscutible de la sátira y el buen humor, sostenía que ningún hecho estaba establecido con mayor firmeza en este mundo que el de la mentira, como una necesidad de nuestras circunstancias.
La deducción de que ella es, por lo tanto una virtud, quedaba según él, sobreentendida.
Y ninguna virtud puede alcanzar su utilidad más alta, si no se la cultiva con cuidado y diligencia. En consecuencia se sobreentiende que esta debería ser enseñada en las escuelas públicas, junto al fuego.
El mentiroso bruto, queda enseguida al descubierto, como le ocurrió a la gran mayoría de nuestro egregio gabinete. Pese a todo ello tuvieron una suerte inaudita : La gente se olvidó de todo el catalogo de mentiras burdas y mal armadas, o las confundió con cualquier otra cosa, quizás por la enorme cantidad de ellas que aparecían cada día.
A la gente ya no le interesa Skanska… o tal vez cree que es un yogurt.
La mentira juiciosa no fue suficientemente cultivada en esta gestión.
Y el propio presidente, tal como Clemens, piensa ahora que acaso una mentira torpe, poco científica, es tan ineficaz como decir la verdad.
Pero Clemens escribió capítulos enteros que este presidente soslayó :
“El hombre que dice una verdad injuriosa por temor a que su alma no se salve si no hace otra cosa, tendría que reflexionar en que este tipo de alma no es estrictamente digna de ser salvada. El hombre que dice una mentira para ayudar a un pobre diablo a salir de un problema es un alma heroica que pone su propio bienestar en peligro para socorrer al prójimo. Debe exaltarse a este mentiroso magnánimo”.
Pero el gobierno, aún dentro de su enorme brutalidad y contando siempre con una formidable buena suerte, trabajó también arduamente y sin ningún brillo, en el arte de la mentira silenciosa :
Trátase del engaño que uno comunica, simplemente manteniéndose quieto y ocultando la verdad. Muchos defensores obstinados y santurrones de la verdad, se entregan a este exceso, imaginando que, si no pronuncian ninguna mentira… entonces no mienten en absoluto.
La liturgia de la “gran familia” gubernamental ha sido mentir.
Pero mentir mal.
En consecuencia, lo más sensato, debería ser que en su discurso de despedida, el presidente instara a su esposa a mejorar, es decir a mentir de un modo reflexivo, juicioso e inteligente, inspirada por los “buenos objetivos” que él deja como guía. Entrenar bien a su equipo de lacayos en la mentira de alambique, diseñada en forma científica … para que deje de verse a este “arte noble” tan prostituido como hoy.
Para seguir siendo libre de la rancia y pestilente verdad, que echa a perder la gestión por culpa de los brutos sin cerebro pero con espesos bigotes que la utilizan. Mediocres que mienten mal y son descubiertos.
Hay errores de los que es muy difícil escapar y aunque un Presidente los cometa al amparo de condiciones transitorias de suma del poder público, siempre le ha de llegar la hora de las “composiciones”.
Este presidente fue sin dudas, un aventurero. El peor de todos.
Como tal, no se ha privado de nada. Ahora aparenta que se despide.
La arrogancia sin el menor sustento moral, la visión del adversario político como enemigo y la agresividad sombría, han formado parte desde el primer día, del equipaje retórico del Presidente más agresivo y acomplejado que ha tenido la historia del país, acaso forzado por su propia inseguridad a escapar de esa imagen genética de total invalidez representativa que tuvo cuando llegó.
Esas fueron exactamente las herramientas elegidas por un sujeto muy débil, íntimamente cobarde, que se sintió urgido a demostrar que “no era” lo que era , con un estilo dudosamente eficaz en términos políticos y que además, ha sido claramente vejatorio de las instituciones y los usos sociales.
Caminó en zigzag, mostrando sin ningún pudor, sus facetas de Calígula
La soberbia y el fingimiento de la humildad, las cuales exhibió en forma grotesca.
En materia de derechos humanos fue un verdadero paleontólogo de los basurales :
La fijación obsesiva con un pasado que le atrajo como el vacío a un enfermo de vértigo, lo llevó a privilegiar una manía ideológica por sobre el deber republicano.
Esa actitud vino a complementar su guerra ciega a todo, buscando cada día más cantidad de enemigos en el pasado, desenterrando cadáveres, botellas vacías y residuos patogénicos de cualquier baldío.
Haciendo cualquier cabriola de demagogia perversa en un resentido plan de excursiones retrospectivas que le permitieron desviar la atención de la sociedad y también burlar, cuando a él se le antojara, el más elemental control parlamentario.
Un farsante que se preocupó por callar siempre sus vicios y sus gravísimas falencias éticas.
Más grave que eso : Declamó la condena de todas las oscuridades que casualmente fueron esenciales a su conducta privada.
Un especie de bancarrota moral guió su vida.
Fue incapaz de reconocer, por ejemplo, que ha sido el gran sponsor de varios delincuentes comunes, ladrones de baja estofa, y gobernadores mafiosos. Admiró, en secreto, el feudalismo más corrupto.
Y fue tan tributario de todas las intrigas, que casi superó a los envenenadores de los principados borgianos.
Mintió sin la menor elegancia. Y todo esto… es su legado político
Séneca, que era un sabio de la corrupción, decía :
"No corre tanto riesgo un emperador licencioso o de dudosa honestidad y conducta casquivana que aquél que pontifica la ética desde el ágora y al que luego se le descubre que no tenía ningún respaldo, o peor que eso, que sus actos eran inversos a su prédica".
"Tiene siempre más probabilidades éste último, de terminar sus días colgado de una estaca en manos de una turbamulta desencantada".
"El desencanto y la indignación súbita son mucho más motivadores de la vindicta pública que el cansancio habitual del pueblo sobre todo aquello reprochable de los monarcas, convertido en acostumbramiento colectivo."
Se lo puede imaginar a este Presidente tratando de ayudar a su esposa cuando le llegue la conflictividad que ella misma ha pronosticado, con todos los medios de comunicación en contra y con todos los buitres del sobrevuelo político al acecho, escudriñando con paciencia su debilidad y adelantándose a ser los primeros en llegar para comer sus vísceras o arrancar la carne de sus huesos el día de su deceso político.
Puede uno imaginar la reacción de este farsante queriendo retomar el mando frente a una catástrofe descomunal que aparezca frente a la distorsión grave de todo el sistema de precios relativos.
Puede imaginársela a ella, en su ocaso, sorprendida ante la reacción de un sindicalismo ultra corrupto (alimentado por su propio esposo), el día que la vean apenas tambalearse, dándole allí mismo la espalda como rayo y abriéndose en 24 horas de sus filas .
Se la puede imaginar, en su propia noche, cuando le llegue la realidad, como le ha llegado a miles. No queriendo darle la razón a otra cosa que no sea su absurda selectividad moral y a su ética del “modelo de acumulación”, aborto de la naturaleza de su capitalismo vergonzante.
Verla como en esa foto sin rimel ni delineador, tratando, perpleja y asustada, de identificar responsables y buscando culpas, en cualquier sombra que se menée y en cualquier pluma crítica que haya osado ejercer la libertad de la palabra en su detrimento.
Imaginársela en medio de una rabieta histérica o suplicándole a la sociedad que la ayude como lo hizo en octubre con su voto.
Todo lo dicho puede imaginarse, pero cuando le llegue la noche a esta señora verborrágica, heredera y promotora de la división social, podrá verse un escenario que será mucho más patético.
Otra vez la sociedad, será quien pague la aventura.
Lo que no supo hacer al principio su marido, menos lo podrá hacer ella al final, manoteando lo que se cuadre.
Acaso sepa perfeccionar las mentiras nuevas.
Pero cargará con el legado de mentiras que empiezan a salir a flote.
Todo su entorno político es casi el mismo burdel reciclado.
Gente con la moral de un carancho. Regentes caóticos de la oportunidad, que vienen residiendo en la peor latitud del lenocinio, haciendo que el hastío de la gente extienda su repugnancia hacia la totalidad del sistema democrático. Y no sólo a su dirigencia.
Lic Gustavo A. Bunse
gabunse@yahoo.com.ar
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