lunes, 19 de noviembre de 2007

LA SEGURIDAD

19 de noviembre de 2007
Ineptos de profesión
La inseguridad de la que todos hablan y de la que poco se entiende.
Los que se van. Y los que están por arribar; Macri y Scioli.
La modernidad
La modernidad no alcanzó para terminar con los miedos de la tradición. Sin lugar a duda, los profundizó y en este punto, la teoría de Bauman es fundamental para analizar lo que nos sucede.El mal y el miedo conforman una relación dialéctica. Hay miedo porque hay mal y hay mal porque hay miedo.En su libro “MIEDO LÍQUIDO”, Bauman expresa: “Es imposible encontrarse con uno sin encontrarse al mismo tiempo con el otro.” Ambos confluyen en Argentina. Se apoderan de los ciudadanos a la deriva en el marco de un sistema que no se sabe, a ciencia cierta, hacia dónde apunta. La Argentina de Hamlet se encuentra cubierta por los miedos de antes y los miedos de hoy. Un proceso acumulativo que parece no tener retorno. El mal nos desafía. Lo mismo que el miedo. Una conspiración que nos vulnera colectiva e individualmente. Porque en la modernidad todo lo estático se convirtió en líquido. Todo cambia permanentemente. Todo, menos los funcionarios retardatarios y la cultura de conflicto. Tampoco cambia la inseguridad. Al contrario. Se profundiza.
Se agiliza. Se mejora y sofistica en términos de tácticas y estrategias, ubicándonos como espectadores del paisaje de la violencia.
Instalación de Maras
Las maras funcionan como un instrumento mucho más que desestabilizador de las sociedades. Son una amenaza regional en crecimiento y expansión como consecuencia del colapso por el que atraviesa el continente americano en materia de seguridad.
Un estado de descomposición enmascarado con un discurso de evolución que se evidencia en las formas de actuar, pensar y sentir de los sujetos sujetados a la barbarie que les ha sido impuesta. Y que paulatinamente, baja hacia el sur por la tendencia sostenida al desconocimiento, la ignorancia voluntaria y el conocimiento segmentado. Aquel que impide hacer una lectura multidisciplinaría de la realidad político social para establecer un diagnóstico concreto que se ajuste al problema de la violencia que lejos está de ser una sensación como siempre planteó Arslanian.
Un Arslanian que por su ineficacia convirtió a la situación en dramática, más allá de que lo niegue, mediante un juego sucio de palabras propio de la astucia de su razón.
Un conflicto que tampoco mermará con los discursos de corte evangelista de Scioli. Quien, aparentemente, considera que las soluciones tienen su epicentro en el deporte. O a través de las declaraciones de gloria que Felipe Solá realiza en una propaganda lamentable en la que dice entregar una Provincia de pie. Declaración, que podría evaluarse como una expresión de deseo más que como un hecho concreto.
Al parecer, la Provincia de Buenos Aires está destinada al caos. A ser gobernada por ineptos que no pueden armar un equipo de trabajo funcional a las necesidades de sus habitantes.
Gobernantes que banalizan y parcializan los problemas huyendo de la responsabilidad que los ciudadanos le otorgaron al momento de emitir el voto.
Situaciones catalogadas como aisladas que siempre dejan como un saldo, por lo menos, a un muerto.
Consultas a supuestos especialistas extranjeros para tratar el tema de la inseguridad. No obstante, en la práctica, no hay atisbos de coherencia. Porque si bien la inseguridad es una variable continental, cada país tiene sus propias características. Es decir, existe un problema colectivo que tiene sus particularidades de acuerdo al país en cuestión. Eso se debe a los usos y costumbres. A la construcción de la subjetividad y por supuesto, a los niveles de desarrollo.
A la riqueza del país y a los alcances del narcotráfico.
La argentina del narcotráfico
En el caso de Argentina, de un tiempo a esta parte, el narcotráfico ha cobrado un papel fundamental dentro del crimen organizado. Papel que permitió que hoy, trágicamente, se tenga que hablar de un estado embrionario de maras.
En este sentido, la relación con Venezuela es central para comprender más acabadamente la ruta que los abúlicos gobiernos ignoran, contribuyendo a la opacidad social que forma parte de nuestra cotidianeidad.
Venezuela, con el gobierno de Kirchner y bajo la demencia de los aires revolucionarios, se transformó en nuestro principal brazo dentro del continente, creando un espacio propicio para el asentamiento de grupos armados que luchan por el dominio del narco.
La ruta se presenta de la siguiente manera: Parte de la droga que hay en Venezuela se dirige hacia Europa o baja a Brasil. No obstante, Argentina no se encuentra al margen de esta ruta, ya que el norte del país es un espacio propicio para la formación de grupos de alta peligrosidad del estilo de maras.
La provincia de Santiago del Estero, a pesar de la tranquilidad que la caracteriza, es una de las más peligrosas. Gran parte de la droga que llega del exterior desembarca allí. Y luego se distribuye por el país hasta llegar al Conurbano Bonaerense.
Un camino de norte a sur que se puede llevar adelante gracias a sospechosas distracciones. A la liberación de zonas.
A la complicidad de quienes deberían combatir el narco. Los vehículos circulan del mismo modo que circula la marihuana, la cocaína y el paco.
Ahora bien, la Capital Federal no es la excepción.
Ineptos de profesión
Mientras Macri critica al gobierno Nacional y “lucha” por el traspaso de la policía, su plan contra la inseguridad es tan inconsistente como el de Scioli.
Lejos de tener un discurso claro, desde que fue electo Jefe de Gobierno Porteño, Macri tuvo un notable descenso en su imagen.
Absolutamente perdido en el campo político, sus ideas adolecen de sustento práctico. Siempre tiene que salir Michetti a cubrir los gravísimos vacíos argumentativos que posee.
Se refiere a la inseguridad con un vocabulario propio de adolescentes. De joven que asiste al colegio y mira con distancia una situación que tampoco sabe como resolverla.
En materia de seguridad, Macri y Scioli no hacen uno. Al tiempo que el primero les pide ayuda y paciencia a los habitantes de la Capital Federal, el segundo hace lo mismo con los bonaerenses. Así es como el círculo vicioso de las veleidades de todos los ineptos de profesión persiste.
Entonces, desde la oposición que asumirá en la Ciudad y desde el oficialismo que lo hará en Provincia, la lucha contra el crimen organizado no podrá darse debidamente, puesto que no hay conciencia de la potencialidad de las maras y tampoco comprensión acerca de que la inseguridad no es cosa solo de excluidos.
por Laura Etcharren

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