Política Nacional / Gabriela Pousa
La oposición: entre implosiones, esmerilados y cooptados
Las fuerzas políticas opositoras se retiraron de la escena y le dejaron el camino totalmente libre a la presidenta electa para armar a su antojo el escenario de gestión. Nadie parece estar dispuesto a hacerle frente.
Hay realidades inexpugnables en el escenario político nacional: la última elección, devenida en reelección oficialista, opacó la actividad política de la Argentina. No interesa demasiado a esta altura si el triunfo de Cristina Fernández de Kirchner fue amplio o si se lo obtuvo gracias a maniobras clientelistas y otros artilugios varios. No hubo denuncia en la Justicia capaz de probar aquello que, sin embargo, cualquier ciudadano pudo evidenciar en el establecimiento donde votó: irregularidades vastas. Lo que cuenta, aquí y ahora, es el poder que está construyendo o, si se prefiere, afianzando el matrimonio presidencial, al tiempo que la oposición volvió a desperdiciar una oportunidad más para erigirse, de alguna manera, en protagonista.
Los tres candidatos que sacaron el mayor porcentaje electoral después de la primera dama no dan claras señales de vida. Apenas algunas declaraciones públicas de Elisa Carrió que no fueron suficientes siquiera para poder tejer detrás de ellas una suerte de argumentación concreta capaz de aglutinar otras fuerzas que surjan de contralor al poder hegemónico del kirchnerismo. No es pecado tomarse vacaciones, menos aún después de una campaña bastante complicada y en demasía manoseada, pero nadie sabe hoy en día cuál es el paradero de la líder de la Coalición Cívica, ni mucho menos del ex ministro de Economía y titular de UNA, Roberto Lavagna, que parece haber desaparecido del escenario como si la tierra se lo hubiese tragado. ¿Se tratará solamente de un furtivo “retiro espiritual” o habrá algo más detrás de las ausencias? Tampoco asoma Alberto Rodríguez Saá y el peronismo va entregándose cómodamente al jeque que ha de sostenerlo en los próximos años. ¿Quién da más?
La elección nacional debió haber sido un disparador para que la oposición aunara criterios en pro de controlar una gestión que parece querer arrasar con todo cuanto hay en el escenario (actores incluidos, sean elenco o secundarios) A Néstor Kirchner se le dejó hacer libremente sin consecuencia, eso explica que pueda aparecer nuevamente Felisa Miceli administrando fondos públicos o que funcionarios sospechados permanezcan en sus cargos. Nadie supo capitalizar un sinfín de errores que el oficialismo cometió en el seno mismo del Ejecutivo. Mucho se le ha perdonado a Kirchner. No hubo causa capaz de generarle un costo político concreto. Y, 15 días después de la elección, la estrategia de “esmerilamiento” que parecía estar emprendiendo el presidente y sus súbditos no necesita siquiera ponerse en funcionamiento. La oposición hace implosión, se desarma sola, se quiebra, se fracciona y… ¿abandona?
Los próximos cuatro años parecen estar cortados con la misma tijera que los que ya pasaron. Kirchner, desde que asumió en el 2003, se dedicó al proselitismo. Preparó el tablero para el 2007, se paseó por las provincias con los fondos de la coparticipació n y “extras” de manera de mantener a los gobernadores en calma y se ocupó –con irrefutable eficacia– de organizar una maquinaria de comunicación capaz de cambiar asiduamente la portada de los diarios para “secar” las noticias y mantener el control. Pasada la elección, esta técnica se perpetúa: la última semana, tuvimos temáticas insólitas en las tapas de los grandes medios y hasta columnistas ufanados del “cambio” que está produciendo, aún antes de asumir, la primera dama. Nadie niega la importancia de un descubrimiento científico como el de las células madres y los tejidos, pero que ése sea el titular principal de un matutino de gran tirada en un país donde la violencia y la inseguridad avanzan a pasos agigantados y no hay respuesta alguna de las autoridades al respecto despierta sospechas y acrecienta el temor a un gobierno que no encuentra –ni en la oposición, ni en la mayoría de los medios, ni en la gente– alguna suerte de control.
A Cristina Fernández de Kirchner le están entregando en bandeja cuatro años de gestión sin fuerzas capaces de equilibrar la balanza como acredita y requiere una verdadera democracia. Mientras tanto, las desavenencias en el seno del poder se perpetúan ante el silencio que parece develar complicidad más que resignación. Pueden decir que el desempleo bajó al 8,1% o al 0,8% que nadie sale a explicar nada, ni siquiera la trampa utilizada Pueden dejar al secretario de Comercio en su cargo u ocupando otro despacho que tampoco habrá quién le ponga freno e impida el paso. Sospechados o no, los ministros y secretarios que hereda la mandataria electa han sido funcionales a un estilo de gobernar preparado para perpetuarse en el poder más que para ejercerlo estableciendo soluciones a problemas concretos.
Van por el 2011. Van por todo y todos los que no piensan como ellos. No debería importar si pueden o no llegar en condiciones de que se cumpla su sueño, debería importar que en el trayecto vuelve la Argentina dudosa: la del secuestro de Luis Gerez, la de “Madonna” Quiroz, la de las bolsas de dinero, la de los fiscales enjuiciados, la de los arrepentidos repentinamente acallados, la de los Borocotó, la de los esmerilados, ¿o la de los simplemente cooptados? Y es que hay silencios demasiado extraños… © www.economiaparatod os.com.ar
jueves, 29 de noviembre de 2007
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