domingo, 3 de agosto de 2008

AGUANDO LA FIESTA

AGUANDO LA FIESTA



Por Cosme Beccar Varela



Los comentaristas políticos que he oído o leído estos últimos quince días dicen que la tiranía Kirchner ha perdido poder a causa de la derrota sufrida en el Senado. La coalición oficialista se ha dividido, el peronismo está en rebelión, la inflación crece, la "caja" ha mermado, las encuestas muestran una abrupta caída de los Kirchner en la estimación pública, la prensa los critica profusamente, las manifestaciones de Rosario y de Palermo fueron inmensas, etc. Hasta se dijo que Cristina F. de Kirchner quería renunciar.

Todo eso es verdad y ojalá fuera verdad que presagia la caída de esta tiranía. Pero, lamentablemente, no lo creo, porque frente a todos esos indicios que muestran un debilitamiento político, hay uno contundente de que nada decisivo ha cambiado: Kirchner y Cia. conservan el poder ejecutivo en pleno porque mantienen cuatro cosas fundamentales:

a) La facultad de dictar decretos y resoluciones que son exigibles como leyes y en forma inmediata.

b) La disposición de los fondos del Tesoro Público y de los numerosos "fideicomisos" creados por el Estado, todo lo cual llega a unos 55.000 millones de dólares por año que pueden aplicar como quieran ya que no existe más la limitación de las partidas presupuestarias. Con esa plata se puede sobornar a mucha gente.

c) Tienen el mando de las FFAA y de las Fuerzas de Seguridad por lo cual pueden detener y mandar a la cárcel a quien quieran. Además tienen la fuerza piquetera, una especie de ejército irregular que sirve para craar caos en la vía publica, hostigar personas ("escraches") y cometer otras violencias sin asumir responsabilidad por ellas, tal como lo hacía Hitler en la década del 30.

d) Tienen el poder de persecución fiscal para extorsionar a cualquier persona y mandarla a la quiebra y aún a la cárcel con nota de infamia.

Además de todo eso, tienen el apoyo internacional de Chavez y del bloque neo-marxista e inclusive el de las naciones occidentales que no se interesan demasiado por la Argentina y simplifican las cosas apoyando la "legitimidad democrática" que suponen favorece a la Kirchner.

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Huelga decir que los otros dos poderes casi no existen. Han dado muestras constantes de su inoperancia y sumisión al poder ejecutivo. El episodio de Cobos no cambia las cosas, como explicaré más adelante.

La debilidad del gobierno es un accidente menor si no hay una verdadera oposición, con un líder desafiante capaz de reemplazar al gobierno y con un apoyo popular politizado.

Ese lider opositor no existe y menos aún ciudadanos politizados que estén dispuestos a movilizarse con la intención seria de hacer cesar el gobierno. Las protestas, los cacerolazos, las manifestaciones, son expresiones del malhumor que produce el pésimo gobierno de la tiranía. Pero quienes participan en ellos no alcanzan ni siquiera a imaginar su reemplazo.

Los dos postulantes opositores (Macri y Carrió) son domésticos del gobierno; no tienen la menor intención de exigir el cese de la tiranía. Y ninguno de los dos es idóneo para ocupar la Presidencia de la República, como ya lo he explicado varias veces en este periódico.


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El debilitamiento político que parece haberse producido según los síntomas enumerados más arriba puede revertirse con relativa facilidad o crearse un caos mayor que confunda todas las cosas y que le permita a la tiranía poner en marcha su máquina represiva.

Los políticos de la "dirigencia" son deshonestos y sin principios. Los que se opusieron a la resolución 125 lo hicieron porque la prensa hizo una campaña intensa para crear una especie de "mitología de la sanción popular". Según esa mitología, si votaban a favor de la resolución, se les haría la vida imposible en sus distritos de origen. La misma prensa que encumbró a De Angelis creó ese mito.

Que era un mito se ve por el hecho de que los diputados que votaron a favor de la resolución, al volver a sus casas no consta que hayan sufrido ninguna incomodidad, salvo una que otra excepción episódica.

En todo caso esos políticos, tenían que sopesar qué riesgo era mayor: el de sufrir la sanción de la ciudadanía o la de la tiranía. Creo que los políticos de la "dirigencia" son suficientemene realistas como para saber que el peligro de la segunda era mucho mayor y que, en todo caso, el primero podía ser compensado con paliativos contantes y sonantes provenientes de los mil cohechos cometidos por quienes pueden cometerlos.

Esto quier decir que si hubo legisladores que "se dieron vuelta" fue porque el gobierno lo consintió o lo sugirió. Si la tiranía realmente hubiera querido que el Congreso aprobara la resolución 125 tenía medios sobrados para conseguirlo.

En el Senado, por ejemplo, el empate se produjo a último momento porque el senador Rached, de Santiago del Estero, de repente decidió votar en contra de la resolución y con eso se dió un empate perfecto. El empate fue en realidad algo que estaba en manos de un solo senador y ese era Rached. ¿Es Rached un héroe espartano capaz de afrontar las legendarias iras de Kirchner dando el voto que redundaba en un empate que ponía la decisión en manos de Cobos?

Nadie lo dijo, nadie lo sabe, de su historia personal nada se conoce. Es uno más de la "dirigencia". Sospecho fuertemente que ese Rached votó así porque así estaba combinado con la tiranía. Si hubiera sido un héroe, ya se hubiera sabido por otros gestos anteriores y posteriores.

Dicho sea de paso, me llama mucho la atención que quienes festejan tanto a Cobos no lo aplaudan también a Rached sin cuyo voto esencial Cobos no hubiera tenido oportunidad de desempatar.

Ese empate sospechosísimo le dejó la "pelota picando delante del arco" a Julio Cobos, el vicepresidente, que votó temblando como una hoja en contra de la resolución. Ahora es un héroe y es el líder prefabricado de una oposición dudosa, sin que se sepa cual es su objetivo.

No puedo entender cómo hay quienes confían en este político radical que pactó con Kirchner hace un año, cuando éste ya era culpable de incontables felonías y deshonestidades mucho peores que la resolcuión 125...


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Así quedaron las cosas el 17 de Julio. Después vinieron el decreto 1176/08 y la resolución 180/08 que "limitaron" la resolución 125 (o sea, no fue derogada ni se sabe lo que significa "limitar") y la renuncia de Alberto Fernandez que no fue considerada como una catástrofe para el gobierno ni para él.

Fuera de eso, nada. Cristina F. de Kirchner se pasea por todos lados luciendo modelitos y una sonrisa de oreja a oreja. El peronismo "disidente" dejó de manifestarse; la banda ministerial sigue firme; el campo "idolatra" a De Angelis, el agitador profesional de izquierda convertido en lider venerado (ver la increíble edición de hoy, 30/7/2008, de "La Nación", en especial sus páginas 1 y 11) que a su vez amenaza con más agitación para dentro de poco; la prensa sigue con sus críticas de papel; los piquteros siguen cortando rutas (ayer cortaron la Avda. General Paz durante cuatro horas a la hora de más tráfico); los Aeropuertos se han convertido en dormitorios de pasajeros que no viajan porque no hay aviones; el Gral Menebdez y otros han sido linchados en los estrados judiciales de Córdoba en una forma repugnante y la gente ha vuelto a su pasividad refunfuñante.

La izquierda, entretanto, que comparte filosofía con Kirchner y Cia., aunque finjan tener reclamos, está dispuesta a defender al gobierno como sea (o sa, por la fuerza si es necesario, como lo anticipó D'Elía). Ya han dicho los izquierdistas, con la Bonafini a la cabeza, que nunca han tenido tanto poder como ahora. Y aunque algunos de ellos se pusieron junto al campo, eso no implica sino una división de tareas, no una fractura. Los que estaban con el campo son la lepra que se pegó a un cuerpo sano. Yo pregunto: ¿qué tiene mas posibilidad de contagiarse, la lepra de la salud o la salud de la lepra?

Cuando quiera la tiranía y como quiera, hará volver al redil a los legisladores disidentes, sobornará a los dirigentes peronistas que estén a la venta (¿habrá alguno que no lo esté?) y amenazará al resto. Y la Argentina seguirá cansinamente su rumbo hacia el abismo. (Lamento aguarles la fiesta a los optimistas de salón...)
CRÓNICA Y ANALÍSIS

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