Bombas de estruendo, mucho humo y fuegos de artificio (I)
Después del voto negativo de Julio Cobos en el Senado que terminó de rechazar las retenciones móviles a las oleaginosas, el Gobierno -asumiéndose impoluto- continuó como si nada hubiera pasado y repitió viejas maniobras de distracción argentinas. Cambió al experimentado jefe de Gabinete por un joven que aseguran, cuenta con el respaldo de los principales caciques del peronismo. De acuerdo a los analistas oficiales, el enroque “ofrece una brisa de aire nuevo” al Gobierno de los Kirchner que no alcanza a desentrañar el porqué de un cambio si todo funcionaba de maravillas hasta el 11 de marzo, fecha en que otro muchacho de la misma edad -“brillante”, según sus protectores de entonces- y cara visible del ministerio de Economía firmó la famosa Resolución 125 que dio origen a cuatro meses de paro y movilizaciones por parte de los agropecuarios.
Para asumir el cargo, el flamante jefe de Gabinete solicitó y obtuvo del Concejo Deliberante del municipio de Tigre una licencia al cargo de intendente que ejercía desde diciembre último. Más allá de las loas a su gestión al frente de la ANSSES que esgrimió el periodismo oficial para saludar su ingreso al gobierno nacional, el episodio pone a las claras que la Casa Rosada adolece de figuras para administrar la cosa pública. Aunque sea visto como normal, es impropio que se asuman cargos electivos para que luego sean declinados ante ofertas de mayor envergadura pero nunca de menor cuantía. Vistas así, las elecciones y la voluntad popular carecen de valor en esta particular democracia argentina que ha tenido en los últimos treinta y dos meses cuatro ministros de Economía: a razón de uno cada ocho meses.
El sepulcral silencio de la oposición por las retenciones móviles después de la disputa en el Congreso señala que carece de un norte orientador y que marcha a espasmos y a retaguardia de las ocurrencias del Gobierno. Ideológicamente marxista y económicamente capitalista prebendario, la última gran idea del dúo presidencial es la reestatización de Aerolíneas Argentinas que igual que sucedió con el tema de las Retenciones será arrojada a las bancas de la oposición para que el debate se traduzca en una “mayor institucionalización” del país. Para quienes solían quejarse de la ausencia del Congreso en temas vitales para la Nación es previsible que en los tiempos por venir se haga presente una rara enfermedad conocida con el nombre de congresitis aguda.
Apurado por la pérdida de apoyo de la clase media el Gobierno acrecienta su alianza con los más necesitados: los trabajadores de la más baja escala salarial; los moradores humildes del gran villorrio bonaerense que manejan los barones feudales del peronismo y los jefes piqueteros; los niños, los enfermos y los ancianos. Los mencionados grupos son el botín de guerra perfecto del Estado de “Bienestar” populista, dirigista, estatista, tercermundista en franca decadencia y bolivariano suficientemente devaluado.
En ese orden de cosas empresarios y sindicalistas-empresarios de la “burguesía nacional” han dejado trascender que se encontraría próximo un aumento en el salario mínimo, mientras que fuentes oficiosas han divulgado que el martes próximo el Gobierno enviará al Congreso un proyecto de ley de aumento en las jubilaciones de casi seis millones de beneficiarios que forman parte de la envejecida población argentina. Será ese el momento en que los defensores de “los ancianos pobres que tiene hambre” y “los ancianos ricos que tienen tristeza”, cualquiera sea su partido y bloque, agitarán su impronta socialista y rasgarán sus vestiduras pidiendo la solidaridad de la clase activa para con los pobres viejitos que han sido estafados... por el propio Estado y por todos los gobiernos: incluyendo éste.
¿Para qué dilapidar esfuerzos en una ley que como todas, no será cumplida? La Corte Suprema ha intimado al Gobierno en varias ocasiones a que dé cumplimiento a la ejecución del 82% móvil que engancha los haberes jubilatorios con los sueldos en actividad. ¿Por qué el silencio del oficialismo, la “oposición” y los sindicatos? ¿Será porque dichos emolumentos no aportan a las cajas gremiales?
Dinero, mucho dinero. Todo es dinero mezclado con un poco de patriotismo aéreo. Con un buen papel de regalo y con un lindo moño el paquete puede llegar a tener compradores. Nunca se sabe. El Gobierno intenta reflotar la ilusión de que el “plan económico” que viene ejecutándose desde 2003 aún vive y colea. Se aprovecha. Así no vale. Enfrente no tiene a nadie que le cante las cuarenta.
SALINAS BOHIL
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