martes, 20 de abril de 2010

BROTE FASCISTA


Río Negro - 20-Abr-10 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8

EDITORIAL
Brote fascista

Era de prever que el conflicto entre el gobierno de los Kirchner y los medios del Grupo Clarín brindaría a sujetos de mentalidad totalitaria un pretexto irresistible para atacar a quienes no comparten las opiniones de sus jefes. Años antes de decidir los santacruceños agregar la empresa a su ya larga lista de enemigos mortales, dejaron en claro que su compromiso con la democracia era meramente circunstancial y que, cuando de defender el poder que habían construido se trataba, no se sentirían cohibidos por las reglas reivindicadas por políticos de formación "burguesa". Aunque voceros oficiales juren que el gobierno kirchnerista no tuvo nada que ver con la proliferación de afiches con imágenes de periodistas conocidos vinculados de alguno que otro modo con Clarín, no cabe duda de que los responsables de producirlos creen contar con la plena aprobación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, su marido y funcionarios como el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y que por lo tanto pueden actuar con la más absoluta impunidad. Andando el tiempo sabremos si los supuestamente autónomos "grupos kirchneristas" que están procurando silenciar voces críticas reciben subsidios oficiales costeados por todos los contribuyentes. En el caso de que se confirme lo que es legítimo sospechar, significaría que el gobierno mismo está procurando privar al orden democrático de uno de sus pilares fundamentales, el respeto por la libertad de expresión.

Es ésta la opinión de casi todos políticos opositores, entre ellos la diputada nacional de la Coalición Cívica, Patricia Bullrich, que habló en nombre de muchos cuando afirmaba que "es evidente que el gobierno encabeza una campaña de desprestigio de periodistas y medios, con hechos intimidatorios y violencia verbal". Comparte su postura la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), la que se sintió constreñida a pedirle al gobierno que "proteja a los periodistas" que son blanco de la ira de agrupaciones oficialistas. No se equivoca Adepa al decir que el gobierno acaba de atravesar "un nuevo umbral" promoviendo "variantes del autoritario y reprobable método del escrache que, cada vez con mayor frecuencia, practican grupos kirchneristas".

La estrategia de quienes están detrás de la campaña de intimidación que se ha desatado es sencilla. Como los Kirchner, quieren convencer a sus partidarios -y, tal vez, a sí mismos- de que sus adversarios son tan malignos que sería un grave error limitarse a oponérseles con los métodos propios de una democracia. Al calificarlos de "golpistas", "oligarcas", "fascistas", "apropiadores de hijos de desaparecidos" y así por el estilo, dan a entender que dadas las circunstancias puede justificarse el empleo de métodos más contundentes que los previstos por la ley, por la Constitución y por las normas civilizadas. De acuerdo con la lógica maniquea de los Kirchner, es comprensible que agrupaciones que les son afines hayan ido al extremo de insinuar que, para frenar el avance de "la derecha", sería lícito atacar físicamente a periodistas determinados porque trabajan en distintos medios del Grupo Clarín. Con cierto optimismo, Adepa señaló que el mensaje así sembrado "al voleo" podría ser recibido por "personas que no estén en capacidad de procesarlo", como si a su juicio los autores de las amenazas apenas veladas y quienes participaran de manifestaciones de apoyo a la Ley de Medios con la que el gobierno se ha propuesto castigar a Clarín por no respaldarlo con el entusiasmo debido no entendieran muy bien lo que hacían. Por desgracia, el peligro es otro. En nuestro país aún abundan individuos como aquellos que en la década del setenta del siglo pasado provocaron un baño de sangre. La "mano de obra desocupada" incluye no sólo a ex integrantes de la Triple A peronista y quienes colaboraron con las fuerzas armadas en la guerra sucia sino también a personas relacionadas con "movimientos sociales". A partir de la restauración del sistema democrático en 1983, la voluntad generalizada de convivir en paz ha servido para marginar a los violentos de ambos signos. Parecería que los kirchneristas más fanatizados han decidido que ha llegado el momento de que tales sujetos los ayuden a crear un clima de temor como el de los años que precedieron al golpe militar de marzo de 1976.

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