ABOGADOS TOCADOS

Castellanos - 20-Abr-10 - Opinión

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EDITORIAL
"Cualquiera puede denunciar a Cobos"

Es cierto. Las palabras de Aníbal Fernández no hicieron sino abrir un casting para la tontera. Antonio y Darío Liurgo, padre e hijo, ambos abogados - con título - se anotaron y salieron primeros. Nominados para el show de la denuncia ganaron más celebridad que en Facebook.

Aníbal Fernández, por su parte, se llevó el premio interno a la originalidad K, donde todos compiten por ver en qué forma se le puede hacer la vida difícil al vicepresidente.

Según los abogados "Esta conducta (la de Cobos) que carece de antecedentes a nivel mundial, se circunscribe en actos antifuncionales cuya "trayectoria tragicómica" no parece estar exenta de incumplir con los deberes que como funcionario público le incumben al vice Jefe de Estado".

El duo jurídico ha declamado, escuchando el eco de sus propias palabras, en la esperanza de alcanzar el "N K Award" a la mejor interpretación del "hit" político "maten a Cobos". La pastosa prosa cargada de lo menos aconsejable de la redacción judicial, redunda en los denuestos con que el mendocino desayuna, almuerza y cena. Es decir, la ignorancia o la mala fe que le adjudican no son una muestra de originalidad. Lo que sí los califica para el concurso, es la imputación de insania, ya que dicen que: "En orden al hecho de marras y a las explicaciones de actos generados por su función no parece descabellado verificar la existencia de elementos constitutivos de su aparato psíquico que generen algún grado de inimputabilidad, que le impidan conocer la criminalidad del acto".

Nada contra los letrados, cada uno tiene los derechos que le otorgan la Constitución, las leyes y Aníbal Fernández, y los ejerce como le parece.

Lo complejo del país que vivimos es que mueva más al gobierno atacar la figura de su vicepresidente que generar hechos que lo honren frente a la ciudadanía.

Este insano concurso de agraviar a Cobos debe ser la mejor campaña que el político mendocino pudiera generar, amén de gratuita. Hasta quienes no profesamos admiración alguna por él, nos sentimos movidos a darle alguna forma de apoyo.

Ningún funcionario en ejercicio debe haber cosechado una variedad tan grande de injurias y agravios como Julio Cleto Cobos. El hecho no habla bien de los argentinos en general, del gobierno en particular y de este país que hasta no hace mucho nos querían vender como serio.

El caso no se limita a esto y es mucho más grave porque indica que en el gobierno no hay alguien que se dé cuenta que están haciendo una estupidez; o se ha llegado a ese límite en que dentro de las autocracias ya nadie se anima a marcar errores por el temor a ser defenestrado.

Quizá, si los doctores Liurgo consiguen llevar a Cobos a una consulta psiquiátrica, podrían ver si él o los profesionales que lo atiendan, les puedan hacer una consulta de flota y con ella evaluar no sólo al agraviado sino a todos los que generan agravios, ellos incluídos.