lunes, 5 de abril de 2010

EL FIN DEL CUENTO CHINO


Río Negro - 05-Abr-10 - Opinión

http://www.rionegro.com.ar/diario/opinion/editorial.aspx?idcat=9542&tipo=8

EDITORIAL
El fin del cuento chino

Hubo una vez que el entonces presidente Néstor Kirchner se las ingenió para convencerse de que China se encargaría de pagar nuestra deuda externa y que, como aliada estratégica de la próxima superpotencia, la Argentina se haría tan rica que las generaciones futuras lo pondrían en un pedestal al lado del Libertador San Martín. Se trataba de una fantasía que duró muy poco, ya que el presidente chino, Hu Jintao, aclaró, en el transcurso de su visita en el 2004, que nunca había tenido la menor intención de darnos un aventón, pero así y todo la relación comercial entre la Argentina y China prosperó hasta que el gobierno kirchnerista comenzó a discriminar los bienes electrónicos, además de textiles y calzados, de procedencia china so pretexto de que competían de forma "desleal" con los productos de los fabricantes locales. Según parece, los Kirchner imaginaron que los asiáticos estarían dispuestos a pasar por alto medidas proteccionistas destinadas a perjudicarlos. También supusieron que los gobernantes chinos olvidarían pronto la decisión de Cristina de cancelar a último momento una visita de Estado a su país por miedo a lo que podría hacer durante su ausencia aquel conspirador notorio, el vicepresidente Julio Cobos.

Los Kirchner se equivocaron, claro está. Lejos de tolerar con la paciencia habitualmente atribuida a los orientales la conducta excéntrica de nuestros mandatarios, los chinos ya han comenzado a tomar represalias. El jueves pasado el Ministerio de Asuntos Exteriores de China anunció que en abril Hu Jintao visitaría nuevamente América del Sur, con estadías en Brasil, Chile y Venezuela, pero que no pisaría suelo argentino. Y, lo que es mucho más doloroso, los chinos han dejado saber que están pensando en negarse a permitir la entrada del aceite de soja de nuestro país, lo que podría costarnos muy caro ya que están en juego miles de millones de dólares. También existe el riesgo de que el boicot así supuesto se extienda a otros productos agrícolas. En otras palabras, corre peligro de derrumbarse toda la estrategia exportadora del gobierno kirchnerista, una que cuenta con el apoyo de virtualmente todos, que se basa en concentrarse en los mercados asiáticos por entender que seguirán creciendo con rapidez en los años próximos. Como era de prever, la noticia alarmó sobremanera a los exportadores. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires no tardó en manifestar "su profunda preocupación" por lo que podría suceder, señalando que, siempre y cuando se las realice, este año las ventas a China de aceite de soja podrían alcanzar los 1.600 millones de dólares.

Parecería que los Kirchner están tan acostumbrados a privilegiar la política interna por encima de la exterior que nunca se les cruzó por la mente que otros gobiernos pudieran reaccionar de forma negativa frente a sus atropellos, omisiones o medidas proteccionistas destinadas a complacer a alguno que otro lobby coyunturalmente importante. Asimismo, a sabiendas de que los gobernantes de países como Brasil también se afirmaban perturbados por "la invasión" de productos chinos, habrán supuesto que podrían impedir su entrada con impunidad. Pero el mundo no funciona así. Si un país procura defender la industria local erigiendo barreras proteccionistas, sus "socios comerciales" tienen forzosamente que tomar medidas similares, como en efecto están haciendo los chinos que, al igual que los voceros de nuestro gobierno y de otros, insisten en que son contrarios por principio al proteccionismo pero se sienten obligados a aplicar ciertos "estándares de calidad". A esta altura sería exagerado hablar de una "guerra comercial" entre China y la Argentina pero, a menos que nuestro gobierno tome medidas para reparar los daños que ha provocado a la relación con un país enorme que en términos de poder de compra ya posee la segunda economía del planeta, podríamos vernos excluidos de un mercado del cual ya dependemos y que, para más señas, está creciendo a un ritmo febril. En tal caso, los costos materiales serían incalculables, aunque es posible que desde el punto de vista de los Kirchner fuera mejor sufrirlos que perder el apoyo de los legisladores de lugares como Tierra del Fuego que, por sus propios motivos, quisieran fortalecer todavía más la muralla proteccionista antichina que los santacruceños les han construido.

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