jueves, 1 de abril de 2010
EL GASTO
El gasto como política de Estado
Las preocupaciones de la clase política gatean por un lado y las de la gente común corren por otro. El Congreso, por primera en muchas décadas, funciona aceptablemente regular, más allá de las críticas interesados del periodismo oficial, semiprivado y del poco gorila reaccionario que aún vive y que todavía no se dio cuenta del fallecimiento de LA PRENSA y del coma cuatro peronista y radical.
Pero un solo Poder no puede solucionar los problemas, se necesita de algo más. El 28 de junio pasado la oposición fue elegida para oponerse a los Kirchner y nada más. Así fue que no le era necesaria publicitar una sola idea fuerza en la campaña electoral. Era con ellos o contra ellos. Así de simple. A la par, el matrimonio presidencial no tenía nada nuevo que demostrar salvo "profundizar el cambio" y acusar a diestra y siniestra -preferentemente a la primera- de oscuras y nunca aclaradas intenciones golpistas.
Como en la recordada serie de los años sesenta "El túnel del tiempo", a la dirigencia le cuesta salir del pasado y se precipita de década en década pasada sin poder conseguir el regreso al presente y, cuando lo hace, pasa tan rápido por él que aterriza sin casco y cinturón de seguridad en el "Dentro de poco llegaremos de Argentina a Japón en una hora volando en cohete por la estratosfera" o intenta construir un tren bala que llegará sin escalas a ninguna parte.
Las declaraciones de los funcionarios patentizan esta realidad sin equívocos. Pueden decir cualquier cosa con una solemnidad pasmosa que deja con la boca abierta al más prevenido. De esta manera el último ministro de Economía del matrimonio Kirchner aseguró que "en marzo (finalizó ayer) iba a bajar el precio de la carne" y "que no hay inflación sino un reacomodamiento de precios". La verdad es que seis ministros de Economía en siete años de mandato no dejan bien parado al oficialismo porque si son tan buenos en la función que desempeñan, la gente común no alcanza a explicarse el porqué duran tan poco en sus cargos. ¿Por buenos? Quizás el Gobierno tenga razón y no haya inflación sino una marcada baja del poder adquisitivo o una disminución del valor del peso.
Pero la inflación como la inseguridad son políticas de Estado, de este Estado que este Gobierno administra. Podría decirse entonces que son políticas gubernamentales. El oficialismo niega la inflación y la oposición y el periodismo están dale que dale con el tema, y si a esta altura del milenio hay que explicar que el síntoma no es la enfermedad estamos en problemas, porque si el dinero que se recauda vuela hacia el mantenimiento de la improductividad, al final no habrá cuerpo social que lo resista. Y de estos ejemplos en Argentina son los que sobran. Ahora se vislumbra un nuevo feriado para el 24 de mayo. ¡A feriar, a feriar y después a seguir endeudándose!
Mientras, cualquier método de los varios que existen es bueno para gastar sin que haya productividad que la respalde. En toda época el "regalo" de bicicletas, pan dulce, becas para estudiar (¿?), por no trabajar, por familia numerosa o por lo que sea, partidos de fútbol para todos y asignaciones de toda naturaleza, carcomen los presupuestos de la Nación y las provincias porque cuando se reparte más ayuda, se sabe, se crean más pobres por los que muchos se rasgan las vestiduras hasta desfallecer, especialmente por los que afirman que estamos de lo mejor. Si así fuera, ¿por qué tanta ayuda?
Si las cuentas de todo el país se encuentran permanentemente en rojo significa que el problema, el único problema, el gasto público improductivo desmedido y su financiación está desbocado, y sirve para que cualquier elenco gobernante se mantenga en el Poder hasta que la realidad hace saltar la mentira por los aires. Desde Alfonsín hasta el actual secretario de la CGT, sabemos que con "un poco de inflación se puede vivir": igual que con el cáncer hasta que las radiaciones del cobalto destruyen lo poco que queda sano en el organismo. Por eso hay que esbozar una sonrisa cuando se pretende armar un paquete de medidas contra la inflación como si la culpa fuera del termómetro.
También la oposición también muestra desvelo por el tema pero sin proponer ninguna medida que ataque de lleno el problema por lo que hemos de suponer que tiene la misma receta que el oficialismo gastar, gastar y gastar. Ese es el caso del "opositor" Mauricio Macri que con la aprobación de la "oposición" en la Legislatura local acaba de colocar bonos por 500 millones de dólares al 12,5% anual, para terminar las obras del subterráneo en el cual sólo se gastarán 300 millones mientras que los restantes 200 se dedicarán a "infraestructura social", palabrejas que hacen suponer que se destinarán a ayudar, como siempre, a los que menos tienen para que en el futuro sean más. Y pensar que desde aquí criticábamos a la Casa Rosada en su momento por el 15,3% que le paga a Chávez. Oficialismo, oposición, en el gasto, ¿cuál es la diferencia?
SALINAS BOHIL
CORREO DE BUENOS AIRES
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