sábado, 24 de abril de 2010
EXTRAÑA ACTUALIDAD
"Amainaron guapos junto a tus ochavas
cuando un cajetilla los calzó de cross ."
Celedonio Flores
En esta semana han ocurrido algunos hechos curiosos, casi sorprendentes, si no fuera porque vivimos en Argentina, un país que ha hecho del realismo mágico la quinta esencia de su personalidad.
El martes se llevaron a cabo las elecciones para elegir nuevas autoridades en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, una entidad a la cual los profesionales del derecho debemos integrarnos, ya que regula y administra nuestra matrícula, es decir, como si fuera la Orden de Brasil o la Barra de cada uno de los Estados Unidos.
Se presentaron cinco listas, y la ganadora, que representaba al oficialismo, obtuvo el 40% de los votos emitidos; la asistencia superó en mucho los cálculos más optimistas.
Hasta allí, simplemente datos. Lo extraño es que esa lista representaba, en la práctica, al kirchnerismo. Y digo que resultó sorprendente pues, como todos sabemos, los abogados integran la clase media y alta de la sociedad. El otro detalle fue que la oposición se presentó dividida, en las listas encabezadas por los Dres. Lipera y Alterini, respectivamente; si hubieran ido unidas, hubieran obtenido mucho más que su contendiente.
Resulta fácil entender que, si se extrapolan estos resultados al país entero, don Néstor y sus cuarenta cómplices pueden sentirse tranquilos ya que, si la situación económica tiende a mejorar y pueden evitar el impacto de la inflación sobre las clases más humildes a través de nuevos y mayores subsidios, podrían alcanzar el soñado 40% que les permitiría, frente a una oposición atomizada, obtener más de 10% de ventaja sobre el segundo, y ganar así en primera vuelta.
En democracia, aún en una renga como la argentina, se deben respetar los resultados electorales. Sin embargo, el enrarecimiento del clima político y social que se está produciendo en estos días, a tantos meses de las elecciones, resulta por demás preocupante.
Don Néstor, en franca imitación del papagayo caribeño, ha hecho de las formas democráticas un disfraz, que le permite imponer su tiranía y su modelo autoritario de exclusión y corrupción, para beneficiarse con la conducta de una oposición -en realidad, un rejunte de opositores- que no consigue encontrar el rumbo para ponerle límites.
Observar, por televisión, la parada cívico-militar con que don Hugo conmemoró el Bicentenario de Venezuela me produjo escalofríos y una feísima sensación, que no amenguó -precisamente- con el discurso de doña Cristina ante la Asamblea Legislativa bolivariana.
Ver a los paracaidistas, al trote, gritando consignas proclamándose milicias antiimperialistas o a los nuevos "jóvenes milicianos de la Revolución", enfundados en rojo y cuyo destino es imponer la tiranía en las calles de Caracas, resultó un espectáculo por demás preocupante.
Hace unos días, dije que la enorme diferencia entre los caracteres de las sociedades venezolana y argentina, en desmedro de ésta por su abulia y su apatía, compensaría para don Néstor la desventaja que significa que don Hugo tenga casi el 50% por ciento de aprobación, frente al 25% que le asignan las encuestas a nuestro pingüino. No se habían producido aún las elecciones del Colegio de Abogados, con los nuevos y deprimentes análisis que éstas permiten.
Porque no puede negarse que el vandálico ataque del Gobierno, encabezado en este caso por ese compadrito a la violeta que ejerce el cargo de Jefe de Gabinete, contra los medios y los periodistas opositores, centrado en las personas que han visto sus fotos engalanando las paredes de Buenos Aires, o en la utilización de los jóvenes Noble Herrera como herramientas políticas contra Clarín, o en las salvajadas cometidas contra periodistas del interior, especialmente en Santa Cruz, están acercando el fósforo encendido a la pólvora, constituida por una sociedad muy crispada desde la crisis del campo.
La desmesura en las actitudes del oficialismo, encarnadas también en el silencio cómplice de sus máximas autoridades ante los desmanes de sus esbirros, puede producir hechos de una gravedad desconocida. Siempre hay loquitos que, para hacer méritos con un poder concentrado y que todo lo consiente, serán capaces de cualquier barrabasada. Y cuando ésta se produzca, será muy tarde para lamentaciones.
El jueves próximo, la criminal Hebe Bonafini, embanderada en cuanta causa de terror exista en el mundo, pretende realizar una parodia de "juicio popular" a los periodistas no oficialistas en Plaza de Mayo. Si se concretara, y no huubiera reacción del Gobierno para impedirlo, el fósforo estará entonces mucho más cerca.
Para concluir esta reseña de extrañezas, rindo un caluroso homenaje al señor Embajador Eduardo Sadús, un hombre que tiene todos los atributos que se le atribuyen al género, y que ha expuesto, con pelos y señales, ante la Justicia argentina algo que todos sospechábamos: que la relación entre don Hugo y don Néstor y doña Cristina es una asociación ilícita, destinada a hacer negocios para enriquecerse, a costa del hambre y la miseria de venezolanos y argentinos.
Actitudes como la de Sadús son las que la Patria exige hoy de sus hijos. Necesitamos, del modo más urgente, de gente capaz de ponerse de pie y decir la verdad, asumiendo todos los riesgos que tal conducta pudiera implicar. Si, en cambio, el miedo o la complicidad predominan, como lo hacen en la UIA y en los empresarios argentinos (salvo honrosas excepciones), si triunfan los personalismos y el ansia de figurar, como sucede entre los opositores, la República estará definitivamente perdida.
Bs.As., 23 Abr 10
Enrique G. Avogadro
Abogado
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