martes, 28 de septiembre de 2010
ESTUPIDOS E IDIOTAS
¿Creerá que los argentinos somos estúpidos o idiotas?
Es absolutamente visible y evidente que Cristina no conoce la Constitución Nacional, no la entiende, no la sabe interpretar o no la quiere entender o interpretar.
Por el Dr. Alfredo Raúl Weinstabl
En el increíble e insólito mega escándalo protagonizado por la titular del Ejecutivo instando al gobernador de la provincia de Santa Cruz a no acatar una fallo reiterado en dos oportunidades, de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, constituye un nuevo paso al deterioro de las ya maltrechas instituciones del país.
No se recuerda en la historia reciente del país semejante desatino, un avance y atropello tan explícito, evidente y absolutamente público e indisimulado, de un poder sobre otro.
La situación alcanzó tal gravedad que la Corte Suprema de Justicia denunció penalmente al gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta, por incumplir con dos pedidos del Tribunal en dar cumplimiento al fallo de reincorporar a su cargo al procurador Eduardo Sosa.
Recordemos que Sosa había sido separado de su cargo por el entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz, el ex presidente Néstor Kirchner.
También la Corte informó del grave hecho al Congreso Nacional a fin de "asegurar, proteger y vigilar la integridad, la autonomía y la subsistencia de las provincias, dentro de la unidad coherente del estado federal al que pertenecen".
Pero no es el objetivo detallar los hechos y pormenores a los que se refiere esta nota, ya que están anunciados con grandes titulares en la mayoría de los medios periodísticos y analizados ampliamente.
Lo que se busaca resaltar es el verdaderamente absurdo e irracional proceder de la presidente de la Nación ante los hechos mencionados.
Es absolutamente visible y evidente que Cristina no conoce la Constitución Nacional, no la entiende, no la sabe interpretar o no lo quiere entender o interpretar.
Lo más probable, como siempre lo ha hecho tanto ella como su consorte, no la tiene en cuenta o la interpreta de acuerdo a sus necesidades políticas o simplemente a su gusto.
Es para todos conocido que el Constitucionalismo que prevé nuestra Carta Magna se basa en la división e independencia de sus tres poderes que se equilibran e interactúan entre sí como contrapesos, que buscan la forma de moderar y limitar el poder.
Entre ellos el Poder Judicial ejerce la delicada función de control de la Constitución y de la correcta aplicación y cumplimiento de las leyes. Para ello administra justicia aplicando el derecho vigente entre otras diversas y variadas funciones.
Pero como siempre los Kirchner tienen otra visión, generalmente equivocada, por desconocimiento o por conveniencia personal o política.
Este es precisamente ese caso. Néstor Kirchner manejó la provincia siendo gobernador de la misma como una estancia de su propiedad y en esa gestión dejó muchos problemas, verdaderas bombas de tiempo, a solucionar en el futuro y otros dislates y gruesos errores producidos por su personalidad conflictiva y por su poder autoritario y hegemónico. Su poder fue ilimitado y nunca tuvo (hasta ahora) rendir cuentas a nadie.
Pero lo más grave, y es lo que busca reflejar esta nota, es la tremenda torpeza, imperdonable en una persona que debe dirigir el país, de las verdaderas barbaridades que expresa públicamente.
Si bien los argentinos estamos acostumbrados a escuchar sus numerosos, constantes, indescifrables y confusos monólogos y “su visión política del mundo” ¿¿?? , sus últimas declaraciones públicas sencillamente la descalifican totalmente y la colocan al nivel de una charlatana de feria.
Reflejó su malestar con el proceder de la Corte al hacer manifestaciones públicas con sorna e ironía del hecho y entre sus dislates verbales expresó “…que no es bueno avasallar las instituciones…”
Que una frase como esa salga de la boca de un Kirchner, que permanentemente en sus siete años de gestión hicieron un práctica casi diaria y rutinaria, un verdadero culto a la confrontación, atropello y avasallamiento, no solo de las instituciones, sino también a empresas y personas físicas de todos aquellos que no concordaba con sus personales posturas, constituye a todas luces una hipocresía mayúscula y desvergonzada.
Pero además constituye una inaceptable falta de consideración y respeto a la ciudadanía al pensar que no pueden discernir estas verdaderas torpezas y desatinos verbales.
Este proceder presidencial constituye un desprecio a la inteligencia de sus gobernados.
¿Pensará Cristina que los argentinos somos estúpidos o idiotas? ¿O está absolutamente desquiciada?
politicaydesarrollo@gmail.com
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