jueves, 30 de septiembre de 2010
NO EMPAQUETAN A NADIE
Río Negro - 29-Sep-10 - Opinión
Un "relato" nada convincente
Que el gobierno kirchnerista quisiera defender con vigor su propio "relato" y que se haya esforzado por desvirtuar aquellos que lo contradicen es sin duda natural. Al fin y al cabo, es lo que procuran hacer todos los políticos del mundo, pero mientras que los comprometidos con la democracia entienden que es necesario asegurar que los debates en torno a los problemas actuales y sus raíces en el pasado se limiten al plano de las ideas, los Kirchner y sus colaboradores están plenamente dispuestos a aprovechar el poder político y económico que manejan para premiar a aquellos medios que los respaldan con el fervor que creen merecer y castigar sin piedad a los demás. Así, pues, por un lado colman de publicidad oficial, costeada por los contribuyentes, a periódicos leales de tirada reducida, repartiéndola según criterios ideológicos, y ayudan a empresarios amigos a formar nuevos grupos mediáticos con la esperanza de que consigan consolidarse antes de que el electorado decida que convendría cambiar de gobierno, y por el otro intentan hacer creer, apoyándose en denuncias poco convincentes, que los dos matutinos porteños más influyentes, "La Nación" y "Clarín", están en manos de extorsionistas que, durante el Proceso, no vacilaron en actuar como cómplices de torturadores. Hasta ahora, han resultado ser infructuosos los esfuerzos de los Kirchner y sus aliados por encontrar evidencia que les permitiría ordenar la detención de sus enemigos mediáticos principales por delitos de lesa humanidad, pero aún no se han dado por vencidos.
Si lo que quiere el gobierno es persuadir a la ciudadanía pensante de que el "relato" inventado por los santacruceños se aproxima más a la verdad que los difundidos por quienes no comparten los prejuicios ideológicos que los Kirchner hicieron suyos luego de mudarse a la Casa Rosada, el método que ha elegido difícilmente podría ser peor. Antes de iniciarse la fase actual de su ofensiva mediática, la mayoría parecía sentir cierta simpatía por la versión revisionista del pasado reciente que fue confeccionada por los deseosos de dar al "proyecto" de los Kirchner un cariz progresista, pero, como era de prever, de resultas de las exageraciones burdas de los propagandistas gubernamentales se ha producido una reacción que propende a hacerse cada más fuerte. Si bien muy pocos se inclinan por minimizar la gravedad de los crímenes que fueron perpetrados por el régimen militar, muchos son conscientes de que el Proceso fue en buena medida consecuencia de la violencia extrema de las organizaciones terroristas con las que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su esposo han optado por identificarse. Para que no queden dudas en cuanto a su voluntad de reivindicar a los Montoneros y los integrantes de agrupaciones como el ERP, el gobierno ya incluye a combatientes que murieron en enfrentamientos con el ejército o la policía en las listas de víctimas de la represión ilegal, dando a entender así que en opinión de los responsables de "la política de derechos humanos" oficial no hay ninguna diferencia entre los desaparecidos indefensos que terminaron asesinados y quienes fueron abatidos en tiroteos.
De por sí, el revisionismo suele ser un fenómeno positivo, ya que en una sociedad tan sofisticada como la nuestra es lógico que, con cierta frecuencia, se cuestionen las verdades entronizadas de turno, pero sucede que se trata de un proceso continuo, de suerte que los intentos de instalar un pensamiento único distinto del anterior siempre provocarán la reacción de quienes aspiran a acercarse a una síntesis superadora. Es lo que está ocurriendo en la actualidad. Merced a la agresividad a menudo torpe de los Kirchner, se ha difundido la conciencia de que una interpretación sesgada, simplificada e interesada de lo que sucedió en los años setenta, en los que la violencia política y el fanatismo sectario se adueñaron del país, no puede sostenerse, razón por la cual los comprometidos con ella están atacando con tanta furia a quienes preferirían una versión más verosímil. Asimismo, los excesos verbales de muchos kirchneristas, y la proliferación reciente de amenazas contra periodistas independientes que hacen recordar los días más lúgubres de la historia moderna del país, están contribuyendo a desacreditar el "relato" oficialista con más eficacia que cualquier texto crítico.
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