lunes, 27 de septiembre de 2010

SETENTISMO


-Setentismo: ¿del discurso a la práctica?
Por Agustín Laje Arrigoni

notiar.com.ar


“De ninguna manera: el poder político brota de la boca del fusil”, fue la respuesta que esgrimió el jefe montonero Mario Firmenich el 8 de septiembre de 1973 a la revista El Descamisado (publicada en la edición del día 11 de ese mismo mes), cuando se le preguntó si abandonarían las armas.


La democracia y el peronismo conducían los destinos del país, pero eso no les importaba. “No hemos enterrado las armas… creemos que es una opción para cuando las condiciones lo hagan necesario”, fue la contestación que dio el emblemático montonero Guillermo Martínez Agüero (cuñado de Firmenich) al diario cordobés La Voz del Interior hace apenas algunos días, en el marco de un acto de reorganización de la banda terrorista en esa ciudad. Sendas expresiones, contenidas de un mensaje prácticamente idéntico, increíblemente tienen más de treinta años de diferencia. Como en 1973, en 2010 también rige un gobierno de jure, pero eso tampoco les importa.

En los casi cuarenta años que han transcurrido desde los turbulentos `70, las cosas, al menos en términos discursivos, no cambiaron tanto como podría creerse. Es que la política setentista que caracterizó y caracteriza al kirchnerismo nos ha encerrado en el freezer del tiempo; en un anacronismo absurdo que esconde en sus sombras intereses manifiestamente espurios.

Pero el peligro aún puede ser mayor, toda vez que el discurso tenga por efecto consecuencias inquietantes en la práctica. Así, levantar la bandera del Che Guevara o de Roberto Santucho podrá ser atemporal pero no alarmante, reorganizar a Montoneros y al PRT es de suyo peligroso (valga recordar que en los `70 azotaron a la sociedad argentina con más de 21.600 atentados y dejaron miles de víctimas, civiles y militares).

El pasado 10 de septiembre altos dirigentes montoneros convocaron a un acto en Córdoba. Como un llamado de atención a la sociedad, hicieron saber que todavía existían y que su gravitación en la vida política y social contemporánea iba más allá de lo discursivo.

Advirtieron, como quedó dicho, que todavía pensaban en las armas; esto es, en la violencia como principal argumento de lo político. Pero al parecer, no todo termina ahí: según afirman algunas fuentes, los ahora viejos dirigentes montoneros estarían planificando otro acto de reorganización, esta vez en Mendoza, que podría concretarse en breve.

Al potencial renacer de la organización terrorista que fuera considerada la más virulenta de América Latina hace treinta y cinco años nada menos que por Estados Unidos --así lo entendió el Sr. Buchanan, de la oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado--, se le suma el resurgimiento del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), frente político del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), ahora funcionando bajo el nombre PRT-Santucho, en alusión a su jefe histórico.

En el sitio oficial que poseen en Internet, entre otras cosas, arengan a prepararse “para resistir, ensayando diferentes niveles de organización e importantes experiencias de luchas concretas […] a partir de la construcción de órganos de Auto Defensa y la acción directa de masas.

Este es el camino de la lucha independiente, organizada y combativa, para ir forjando los cimientos de la formación de nuestro propio Poder”. La consigna con la que cierran sus comunicados es inquietante: “¡Construir el partido combatiente de la revolución!”. El mismo calibre, en rigor, de las consignas que vociferaban hace cuatro décadas.

Ambos grupos, reverdecidos como clara consecuencia de las políticas setentistas de los Kirchner (persecución a las Fuerzas Armadas, indulgencia y homenaje a las guerrillas de los `70, becas estatales a grupos que posan de defensores de los Derechos Humanos), dicen renegar del matrimonio gobernante. Todo indica que los cónyuges criaron cuervos que ahora se desviven por sacarles los ojos.

No obstante, otras señales complementan el preocupante panorama que, hasta el momento, pocos advierten. Entre ellas, vale recordar el reciente ataque a un cuartel militar cerca del centro de Posadas (Arsenales del Comando de Brigada de Monte XII), el pasado 23 de agosto a las 3 de la madrugada. Encapuchados armados intentaron asaltar la instalación a los efectos de robar armamento, tal como era práctica común en las guerrillas de los `70, pero fueron repelidos con eficacia por efectivos militares.

Una semana antes al episodio, corrió el rumor de que la base de la Fuerza Aérea en Aeroparque había sido asaltada, sustrayéndose en el hecho cerca de 300 fusiles FAL.

Poco más tarde, el 27 de agosto, en proximidades de Tres Arroyos, fue interceptado un camión con un container, requisándose nada menos que 960 fusiles AK-47. El hecho, también por lo controversial, se mantuvo en relativo secreto. Si bien no se halló todavía relación entre los sucesos en cuestión, éstos son, cuando menos, sugestivos.

Son numerosas las preguntas que surgen de concatenar todo lo que está ocurriendo. Por contrapartida, hay una sola certeza: el haber sumergido a los argentinos en un violento pasado levantando consignas que no deberían tener lugar en los albores del siglo XXI como forma de hacer política, podría estar abriendo las puertas a la repetición de lo ya vivido.

(*) El autor tiene 21 años, es estudiante universitario, columnista de diversos medios y autor de numerosos trabajos de investigación sobre los años `70.

Recientemente cursó estudios de terrorismo y contrainsurgencia en el exterior. Actualmente se encuentra culminando su primer libro sobre la materia.

agustin_laje@yahoo.com.ar

Gentileza en exclusiva para NOTIAR

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