jueves, 30 de septiembre de 2010

GUERRA A LA CORTE


La guerra con la Corte: ¿Insensatez o necesidad política de los Kirchner?

Por Carlos Tórtora para el Informador Público

Si algo hay que reconocerles a los Kirchner es su coherencia. Empezaron su gestión presidencial en el 2003 reclamándole al Congreso que destituyera a la Corte anterior y ahora están llegando al mismo punto con la nueva Corte. El nuevo conflicto elegido por el gobierno parece responder a una serie de necesidades políticas ya existentes y otras que estarían emergiendo. La guerra contra la justicia es necesaria para el kirchnerismo porque le permite encontrar un culpable para el grotesco fracaso de su ofensiva contra Clarín. La Corte es culpable de que la ley de medios no pueda aplicarse y de la misma conspiración participan -según esta teoría- una serie de jueces que paralizaron la caducidad de la licencia de Fibertel, la nueva grilla de la televisión y otros que podrían dar por tierra la fantasiosa denuncia por delitos de lesa humanidad en la venta de Papel Prensa. Si Kirchner no hubiera declarado la guerra al Poder Judicial, el costo político del fracaso oficial contra Clarín lo debería absorber él mismo.

Pero habría un segundo beneficio político que el gobierno obtendría de su nueva cruzada. Y es reducir el protagonismo opositor. Es obvia la incomodidad de la dirigencia opositora, que ahora está obligada a solidarizarse con la Corte y a perder presencia pública.



¿Hacia una jugada mayor?

La guerra contra la justicia, teniendo en cuenta la facilidad con que el kirchnerismo arma y desarma escenarios, puede ser una operación táctica y agotarse en poco tiempo más. Pero también, por la gravedad del tema, no hay que descartar que los Kirchner opten por potenciar este conflicto de poderes convirtiéndolo en una crisis institucional. ¿Para qué? Este contexto podría servir de justificativo para impulsar el adelantamiento de las elecciones presidenciales -que sería inconstitucional- o por lo menos para anticipar las primarias partidarias. Cuando a principios de año el kirchnerismo quedó en minoría en ambas cámaras, hubo fuertes indicios de un conflicto de poderes. Pero el oficialismo se las arregló bastante bien para neutralizar el Congreso y el conflicto se redujo a episodios aislados.

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