domingo, 2 de enero de 2011
EL DIARIO DE TILINGA
El diario de Cristina
por Omar López Mato
Todos los argentinos sabemos qué quiere decir “el diario de Irigoyen”, el mito del periódico publicado en exclusividad para el viejo dirigente radical, considerado por algunos como un anciano de cerebro reblandecido, que era engañado por el medio obsecuente que lo rodeaba.
En este periódico pintaban un país pujante y una opinión pública que aprobaba la gestión de don Hipólito y adhería a sus políticas. De haber sido así, el viejo líder debe haber sido el más sorprendido, al ver llegar al General Uriburu al frente de sus cadetes a la Plaza de Mayo. El 6 de septiembre de 1930 se vivió un grave enfrentamiento entre las tropas sediciosas y fuerzas de choque que defendían al líder radical y no dudaron en usar armas de fuego para detener el golpe. Una estatua a las puertas del cementerio de la Recoleta recuerda a los caídos en esa fecha.
Hoy asistimos a un proceso inverso; las autoridades describen un país que no coincide con el que vivimos. Desde un primer momento, los “K” intentaron adueñarse de todos los medios posibles para promocionar su acción de gobierno, y lo han hecho a expensas de un gasto fenomenal que pagamos entre todos. A través de TV, radios, periódicos y medios digitales, se gasta cinco veces más que en Francia para publicitar sus actos y eso sin contar las cifras generosas que reparten entre personas adictas, sean actores, periodistas o escritores proclives a cantar loas al proyecto “K”. Dado lo etéreo, contradictorio y poco consistente de tal proyecto, a los demás mortales se nos escapan las finalidades del modelo.
Proclaman la redistribución de la riqueza y han sembrado miseria. Proclaman una independencia política y nos enteramos por Wikileaks que son alcahuetes de Obama. Mientras recibimos al FMI para que desarme los entuertos de una política mentirosa, se gasta una fortuna para un show mediático por los derechos humanos, pero llevamos 8 muertos y docenas de heridos en los últimos dos meses por reclamos sociales. Aún se organizan marchas por las muertes de Kosteki y Santillán, pero salvo el caso de Ferreira, nadie invoca el nombre de los tobas asesinados en Formosa y los ciudadanos de origen boliviano, muertos en el Parque Indoaméricano, ¿acaso un caso poco feliz de discriminación encubierta?
Quizás estemos ante un eco lejano de aquel famoso titular que anunciaba la muerte de dos personas y un boliviano. Ojo, que quizás los inmigrantes bolivianos sean los que definan la próxima elección...
Todos los años anuncian con bombos y platillos un nuevo aumento del PBI, pero omiten decir que recién el año pasado se llegó a la misma suma que en 1998, que fue de 300.000 millones de dólares. De esa cifra se destina un 0,5 % para la construcción de viviendas sociales, una falencia que sufrimos desde hace años. Eso significa que en los últimos 7 años se han gastado no menos de 10.000 millones de dólares en construcciones sociales, a un costo que subió 4 veces en cinco años. Para ubicarlo en los 7500 dólares por unidad. Con esto se podría haber construido más de 100.000 hogares, sin embargo se entregaron 39.000 viviendas. Tome lápiz y papel, haga las cuentas, no se deje llevar por el diario de Cristina. Se han quedado con nuestro queso pero la culpa es de Duhalde (mas cuando un apresado por los disturbios en Constitución llevaba una camiseta de Banfield!!!), de Macri, del P.O. y ahora se sumo el dirigente gastronómico. Una mezcla explosiva. Aunque todos dificultemos que Macri se reúna a tomar el te con Altamira, en breve se sumara a la troupe desestabilizadora el Ratón Pérez. En nuestras narices despilfarran miles de millones de dólares, pero la oposición es golpista y desestabilizante.
El diario de Cristina ha cambiado la sensación de seguridad por un ministerio. Su diario no habla de Jaime ni de corrupción, ni de enriquecimiento ilicito, ni de Skanska, ni del aumento exorbitante del Gasto Público, que de 28.000 millones de dólares subió a 168.000 millones de la misma moneda. Se multiplicó por seis, y asciende a más de la mitad del PBI. Es decir, gastamos la plata recaudada en subsidios incontrolados, malos servicios y burocracia. Gastamos el 8 % del PBI en Salud (cómo en Francia) y aquellos que pueden, deben recurrir a la medicina privada cuando los acucia algún problema. Gastamos el 6 % en Educación y enviamos a nuestros hijos a colegios y universidades privadas. Hasta hace un mes la inseguridad era un invento golpista, y hoy necesitamos un ministro, que en breve obligará a la policía a tomar clases de yoga y de ballet mientras los delincuentes toman las comisarías del gran Buenos Aires.
La carga que queda con este monstruoso Estado, es una pesada herencia para cualquiera que deba gobernar el entuerto que nos dejan.
En el diario de Cristina hay niños con laptops (que no se terminaron de entregar) y ninguno escarba en la basura. Hay raudos trenes que cruzan las Pampas, manejados por sindicalistas impolutos, la inflación es un numérico que se borra con una tecla de la computadora, mientras los índices sin parámetros fidedignos sirven de excusa para reclamos desbordados.
En el diario de Cristina la energía es abundante y barata, decir lo contrario es desestabilizador.
El diario de Cristina muestra al país como lo ve ella, desde el jet o el helicóptero con el que surca los cielos de la patria. De acercarse podría ver los detalles miserables que hostigan a los demás mortales.
Y aunque se acerque de seguro no verá la esencia del problema. La distorsión de valores que sembró en estos tiempos de desgobierno, la discordia social y cultural que implantó siguiendo un discurso retrógrado, el mismo que hundió a Cuba en la indigencia y que hoy obliga a achicar el inmenso aparato estatal.
Los imbéciles setentistas, editores de este diario de Cristina, quizás algún día hagan un mea culpa del caos que han generado. Sería un acto de honestidad intelectual que no espero de ellos, tirabombas pusilánimes que escondieron sus verdaderas intenciones tras la perfidia del anonimato. A ellos les tocará escribir el obituario del diario de Cristina, una página despreciable de nuestra historia.
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