sábado, 8 de enero de 2011
SOBERANÍA POPULAR
"REPRESENTACIÓN Y SOBERANÍA"
Por Jorge Omar Alonso
Dice Mario Meneghini: El principal problema es que la misma base teórica en nuestro sistema institucional parte de un principio falso: la soberanía popular, que consiste en conferir al pueblo la atribución ontológica del poder.
Esta teoría ha quedado consolidada jurídicamente en nuestra Constitución Nacional con la reforma de 1994.
En efecto, el nuevo Art. 37 garantiza el ejercicio de los derechos políticos con arreglo al principio de la soberanía popular.
Bidart Campos (1961) demuestra que los supuestos en que se basa esta tesis son científicamente falsos: "Es ficción considerar al pueblo como susceptible de representación, y como entidad unificada que confiere mandato; ficción es suponer que el parlamento representa a la totalidad del pueblo; ficción que los actos de los representantes son actos del pueblo; ficción que el pueblo gobierna".
Varios autores han observado la posibilidad de que la soberanía del pueblo de lugar a la tiranía.
De igual manera en lo que podría desembocar la soberanía ilimitada de las mayorías, como subrayó Tocqueville.
Es irreal que un pueblo plenamente soberano se autogobierne.
Por otra parte Montesquieu afirmaba: “como la mayor parte de los ciudadanos, que tienen suficiente capacidad para elegir, no la tienen para ser electos, de la misma forma el pueblo, teniendo suficiente capacidad para enterarse de la gestión de los otros, no está capacitado para dirigirse por sí mismo”.
Nos dice Norberto Bobbio que “Representar” significa, en el sentido técnico-jurídico: “actuar en nombre y por cuenta de otro”.
El Parlamento representa al país, tanto en el sentido de que todos sus miembros actúan en nombre y por cuenta de los electores, como en el sentido de que lo reproduce, lo retrata, lo refleja.
En este aspecto dice Bobbio: “es frecuente la metáfora de que el Parlamento es el espejo del País”.
“Estado representativo” indica un Estado en el cual existe un organismo, para la toma de decisiones colectivas compuesto por los representantes.
Kelsen llamó una “crasa ficción” la de la teoría desarrollada en la Asamblea Nacional francesa en 1789, según la cual “el Parlamento, con arreglo a su naturaleza, no es más que un representante del pueblo, cuya voluntad no puede manifestarse sino en los actos de aquel”.
Si la representación con mandato libre es una grosera ficción, ésta se remonta mucho más atrás.
Por ejemplo en el discurso de Burke, dirigido a sus electores en 1774 cuando menciona: “el Parlamento es una asamblea deliberante de una sola nación, con un interés: el de la totalidad”; por lo cual el miembro del Parlamento no puede recibir instrucciones que esté obligado a cumplir.
Precisamente en “El Patriarcha” de Filmer, se dice: “No me consta que el pueblo, que mediante su voto eligió a sus representantes de los condados y las villas, le pida cuentas a sus electos. Si el pueblo tuviera ese poder sobre sus propios representantes, bien podríamos decir que la libertad del pueblo es un mal. Este debe limitarse a elegir y a remitirse a sus electos para que actúen a su albedrio”
La razón principal de la representación reside en el hecho de que el pueblo, por falta de conocimientos específicos y por incompetencia, no está capacitado para atender los asuntos generales.
No obstante el populismo hace otra interpretación.
El populista es el jefe carismático que no admite que se interponga nadie entre el pueblo reunido en las plazas públicas y él mismo.
El populismo afirma Gino Germani, “ofrece a las masas decepcionadas por las elecciones corruptas un juego político menos abstracto: el de una política vivida mediante las manifestaciones de las multitudes. . .”
Recordemos que históricamente el “demos” como cuerpo colectivo, no decide nada. La masa como tal no decide nada.
Si todavía se quiere hablar de una democracia moderna, dice Norberto Bobbio que “la soberanía del pueblo, sino de los individuos en cuanto ciudadanos”.
El pueblo ha sido considerado soberano incluso cuando los que participaban en el poder político en primera persona o por persona interpuesta de su representante eran una minoría de la población.
En la democracia moderna el soberano no es el pueblo, sino todos los ciudadanos; aquella como dice Bobbio: “reposa sobre una concepción individualista de la sociedad”.-
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1 comentario:
Toda construcción mental es en principio "utopía": la república, la democracia y cualquier otra forma de gobierno no quedan exentas. Son ficciones jurídicas, que la responsabilidad y buena voluntand de los ciudadanos hacen posible. Las dirigencias honestas y capaces son sus conductoras y en ellas radica la increíble mala suerte argentina.
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