domingo, 3 de julio de 2011

LA REINA.....


Le confieso que fue un fin de semana de locos...!

Primero, me fue imposible dejar de ver la fiesta obscena de la corte monárquica que detenta el poder en el reino.

La reina, vaporosa y sonriente ella, con su cara radiante y exultante enmarcada por las prolijas y juveniles extensiones color caoba, con vestido al tono viudez, nombró por fin a su príncipe consorte, desparramando en él sus mieles y lisonjas y resaltando sus sobresalientes virtudes. Remarcando reiteradamente su “lealtad y valentía” en su eterna y épica guerra contra “los intereses concentrados”, mientras intercambiaban amorosas miradas de candor adolescente.

Miradas llenas de amor y arrobada admiración mutua inundaban el quincho de la quinta de Olivos, supuesta morada del Presidente de todos los argentinos, usada desvergonzadamente y al mejor estilo Bauen, como salón partidario. Inundada de aplausos y sonrisas cómplices de esa corte de aduladores profesionales que apuestan todo para que “continúe el modelo” y así ellos puedan seguir salvándose, manteniendo intactas sus prebendas y sus negociados, preservando y acrecentando sus ingresos de primer mundo en un país inundado de inflación, planes sociales desnaturalizados, mentiras oficiales y aborregado silencio de los corderos.

A esa corte habitual de consuetudinarios aplaudidores políticos cuasi profesionales, se agregaron en los últimos tiempos los festejantes de la farándula y el mundo de lo mediático, nuevos adscriptos a los programas de “enganche” y avisados “inteligentes útiles” al servicio de esta monarquía pretendidamente revolucionaria.

Miradas divertidas y cómplices, aplausos entusiastas y obsecuentes demostraciones de adhesión y admiración ante cada frase pícara de la reina.

Así pudimos observar, entre los risueños bigotes del pequeño bonsai ilustrado, las desencajadas mandíbulas del ministro de la desocupación disfrazada, la sonrisa boba del Florencio y la clon del finado, la blanca y radiante dentadura de Echarri, las miradas obsecuentes de Garzón, los gestos peronianos de Laplace y los aplausos de “los las” “otros y otras”, “todos y todas”, “nuevos y nuevas” “admiradores y admiradoras”, del culto a su majestad y su dedo ejemplar.

La sonrisa forzada del bufón de la provincia más importante, no alcanzaba para disminuir su voluntaria humillación.

Era evidente que por la puerta del fondo de la quinta, la que da sobre la Avenida Maipú, salían despavoridas y espantadas la mesura, la democracia y la tolerancia, mientras corría a los gritos, horrorizado, el respeto a las instituciones de la república, rodeados de otros principios echados por las ventanas por los advenedizos dueños del pasado, presente y futuro de generaciones de argentinos.

Tembloroso todavía por las escenas vacarezianas narradas, me sorprendieron el día sábado las repercusiones por el “absceso pélvico” de Chávez, socio putativo y otrora solventador entusiasta de la reina madre, atribulado él por un forúnculo insolente y mal ubicado, que requirió su intervención fuera del reino bolivariano. No sea cosa que quisieran sacarse de encima al forúnculo y a su “inocente portador”. Por eso se fue al otro reino amigo, para que allí los reyes reinantes le garantizaran su supervivencia y su discreción.

Y llegamos al fin al domingo de furia.

Y los argentinos, cual culpables no asumidos de la bancarrota financiera y deportiva de un club de fútbol, vimos, con estupor inexplicable a esta hora de acostumbramiento de la barbarie, cómo una multitud enardecida destruía, no sólo el “club de sus amores”, sino además todos los negocios y propiedades a lo largo de varias cuadras a la redonda, ante la ¿impotencia? de una policía desbordada e incapaz.

Imágenes que rápidamente darían la vuelta al mundo, demostrando que lo que está enfermo es el tejido profundo de la sociedad, adocenada y embrutecida inteligentemente por esta recua de advenedizos que nos vienen gobernando desde hace ya muchas décadas, con nuestra silente complicidad y estúpida complacencia.

Recua de advenedizos oportunistas similares y compadres entre ellos. Idénticos a la hora de cambiar todo para que nada cambie y expertos en el arte de nivelar hacia abajo. Sólo baste verificar con quién está ahora aliado el de las patillas, para saber qué integridad moral poseen.

Al tercer Rivotril del domingo a la medianoche debo sumarle los litros de tilo, el Valium a escondidas, y las aspirinas masticadas buscando, sin éxito, acelerar el proceso de efecto calmante.

Hoy, por suerte, vomitaré todas mis tribulaciones en lo de mi psicóloga, aunque cada día que pasa dudo más si algún día podré dormir toda la noche de un tirón y si mi salud y la de mi país tendrán cura.

Juan Mondiola

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