lunes, 12 de noviembre de 2007

FUNCIÓN CON POCOS ESPECTADORES

Razones tienen para celebrar los que votaron por Cristina Fernández ; las cifras desnudas señalan un triunfo arrollador. Pero al menos tantas razones como las que esgrimen sus seguidores acaso sean motivo de reflexión en el entorno más íntimo, políticamente, del sector dirigente que se alzó con la Presidencia de la República y una buena representación en otras áreas del poder.

Al menos reflexión, porque tras la victoria –o la función electoral– se advierte alguna pobreza en el decorado, fisuras en la escenografía, deterioro en el teatro. Los verdaderos análisis todavía no comienzan, y serán largos de desentrañar. Lo que sí se advierte a simple vista, sin aguzar la mirada, es la apatía que reinó durante la campaña y el refuerzo en el palco de la familia Abstención.

Dice lo suyo una ciudadana. Mientras, la prensa ya olfatea dificultades.

Cometerán probablemente un grueso error quienes lleguen a pensar –en caliente– que la bronca expresada en la abstención, como los tomates y zanahorias que se arrojaban antaño al escenario, corre toda por cuenta del inevitable rechazo que podrían haber acumulado los Kirchner-Fernández, equipo de gobierno y dirigencia política por estos años de ejercicio del poder.

De hecho quizá el futuro "primer caballero" de la República sea el presidente que con menos rechazo termina su mandato, y lo hace dentro de los plazos constitucionales.


No imperfecta, sencillamente no es democracia

La desconfianza y no poco enojo que expresó la ciudadanía argentina no puede cargarse al gobierno que encabeza todavía Néstor Kirchner, aunque es difícil que pueda ser absolutamente exculpado. En todo caso tal vez la toma de distancia de las urnas refleje la fatiga general de la ciudadanía argentina por un modo de hacer política y la falta de características democráticas reales de lossectores políticos.

Lo que podría estar en crisis en el país es la ausencia de una metodología cierta que asegure a los ciudadanos que son representados por sus mandatarios, y no que éstos se conviertan –una vez logrado el mandato y no sólo en Argentina– en pequeños súbditos.

Pese a los asomos de alza en los precios –inquietantes para los nativos de nuestro país y quienes han vivido en él durante los últimos años– la ciudadanía que sufragó eligió mayoritariamente –es una interpretación del hecho– dar un voto de confianza a la política económica de Kirchner en el convencimiento de que será continuada por su cónyuge y actual presidenta electa.

Si bien el continuismo tiene motivos para reflexionar y sin duda para preocuparse –por último porque, como se ve en el caso de Chile, a las críticas que pueda merecer la conducción política de una mujer se suma el patriarcalismo (o espíritu machista) que suele desembozarse con dureza–, no es más sencilla la batería de disyuntivas que se abren al arco opositor.

No parece de buenas a primeras probable alianzas, por circunstanciales que fueren, entre los sectores abiertamente de derecha –un ala del peronismo, otra del radicalismo, los "independientes" de Macri y de Lavagna, por citar algunos– y la raída izquierda argentina, espectro formal que no resiste una descripción común, puesto que en ella, de hacerlo, se debería poner en el mismo camarín a las huestes que secundaron a Elisa Carrió (a la que acompañan cristianos cerca del fundamentalismo católico histórico y católicos próximos a los postulados de la Teología de la Liberación, grupos agnósticos desprendidos del viejo tronco radical, una parte de la izquierda reformista que no se reconoce en la semilla socialista), con desprendimientos de la social democracia, restos del peronismo de izquierda y de los pequeños partidos de origen marxista.

No obstante, ese amplio conglomerado humano disconforme deberá buscar –no más que por instinto de sobrevivencia– caminos que amplíen la posibilidad de acciones conjuntas entre las fuerzas que objetivamente comparten la posibilidad de levantar programas comunes. Ello supone, claro está, recordar –y adaptarla a sus modalidades– una frase del general Perón: el pueblo avanza con sus dirigentes a la cabeza o con la cabeza de sus dirigentes.


No hay rosas en el camino de la presidente electa

Por ahora la fuerte personalidad de Cristina Fernández permite suponer que su ejercicio de la presidencia estará marcado por su impronta en mayor medida que el gobierno de su marido por la suya, y mientras Argentina pueda reponer durante la noche lo que le es saqueado en las horas diurnas, nada hace suponer –como afirman algunos– que la "dinastía Kircher" no vaya a consolidarse, al final del mandato de la presidenta , con el regreso del señor K a la Casa Rosada.

No las tendrá fácil la "señora F", de algún modo más de alguno se encargará de recordarle el fracaso de Estela Martínez de Perón y otros –menos prudentes– serán rápidos a la hora trazar algún paralelo en el guión de ambas al primer tropiezo, por mínimo que sea, en las formalidades del ejercicio del poder. De hecho, desde algunas semanas viene circulando (todavía sotto voce, pero ya se hará en voz alta) la especie de que nunca obtuvo su título de abogada en Derecho en la Universidad de La Plata, donde estudió y conoció a su cónyuge Néstor.

Éstas maniobras –y otras– tendrán por objeto erosionar su popularidad y aislarla de la base social que los Kirchner-Fernández lograron consolidar en los últimos años.

Otras dificultades se avistan en el escenario internacional, local y mundial. La Argentina es uno de los centros a los que apunta el mundo corporativo trasnacionalizado –o globalizado, si prefiere el lector–; de hecho hay una cuña metida incluso en el territorio del país por la vía de la adquisición por empresas y fundaciones extranjeras de cientos de miles de hectáreas, tanto productivas como de valor estratégico.

La Patagonia –territorio que comparte con Chile– es rica en recursos naturales, entre los que el agua no es el menor; y agua es lo que sobra en el Acuífero Guaraní, que comparte con Brasil y Paraguay. En la última década el agua dulce se muestra como el valor económico-estratégico a considerar. Respecto del agua marina, en este caso el Atlántico Sur, persiste, y ya no como amenaza futura, sino como factor de depredación actual, la pesca indiscriminada de las factorías flotantes extranjeras entre el sur de la provincia de Buenos Aires y la Tierra del Fuego; más allá incluso: en el Mar Antártico que también comparte con Chile; Gran Bretaña prepara, además, nuevos reclamos sobre la Antártida.

En otro terreno los equilibrios y juego de influencias en América del Sur podrían en los próximos dos años tornarse explosivos de mantenerse el eje de facto que conforman Venezuela, Bolivia y Ecuador, los tres en la mira política, económica y militar de Estados Unidos, cualquiera sea la voluntad de los ciudadanos de aquel país cuando lleguen las elecciones para reemplazar al señor Bush.

La asimetría económica entre Brasil y Argentina –y la enorme diferencia de población– es otro factor preocupante, que no se resuelve liquidando el MERCOSUR en aras de una ya imposible autarquía o un más peligroso hacer más pequeña la órbita de su giro con el Primer Mundo.

Hay muchas más razones para reflexionar, desde luego; algunas sutiles, otras de mayor tosquedad, pero todas ellas pueden significar eventuales conflictos –no bélicos, desde luego– con sus vecinos; en especial si se considera que no son pocas las orejas en Paraguay dispuestas a escuchar los cantos de sirena que vienen de muy al norte –y que podrían ser acompañados en off por ejecutantes de la base militar instalada allí.

Por otra parte los gobiernos de Chile en los útimos 30 y más años se mueven en dirección opuesta a sus fronteras, mirando a un planeta económico "globalizado" que no devuelve de manera similar sus esfuerzos por "entrar en el primer mundo". Esta política económica comienza a dar frutos amargos, como el aumento de la disconformidad ciudadana y un pueblo que se moviliza tan lleno de frustraciones como de ira, se sabe, es un factor de desestabilización para sus vecinos.

Tampoco es sencilla la relación con el Estado uruguayo; el asunto de las papeleras a orillas de un río que comparten, y que podría –nada indica lo contrario– convertirse en un curso de agua mucho más enfermo que en la actualidad (América tiene vasta experiencia acerca del valor de los estudios ambientales y las promesas empresarias), está lejos de zanjarse; las señales apuntan a que la celulosa va a producir, sean cuales fueren las consecuencias.

Hugo sirio

FUENTE: PIEL DE LEOPARDO

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