miércoles, 20 de agosto de 2008

AEROLINEAS....

Argentinización de Aerolíneas: ¡Viva la Patria, Gardel y Maradona!

La ceguera política de la actualidad discurre acerca de si el señor Moreno renunciará o será renunciado, y el INDEC normalizado. Ni José Feliciano o Ray Charles podrían hacerlo mejor. A no confundirse. Su Excelencia, el Real Controlador de los Precios de las Galletitas Sin Sal y Otras Menudencias -como DElía- es un simple mensajero, o, en su defecto, un intérprete a conciencia de órdenes aberrantes. ¡Juicio y castigo! Pero pase lo que pase, todo seguirá igual. Lo contrario significaría la quiebra del matrimonio Kirchner: políticamente, se entiende. Es que el “plan” económico bolivariano viene con regalitos: inflación, corrupción, estatizaciones, aumento enloquecedor del gasto público, emisión de bonos a lo pavo (en realidad, pavos son los que deberán pagarlos) y algunos hasta anticipan una gran frutilla que coronará el postre: un nuevo y violento default, menos manso y tranquilo que el que se implementa día a día con el ocultamiento de las cifras de la inflación.

En el aspecto político-económico la semana estuvo signada por las repercusiones que trajo aparejada la decisión del matrimonio gobernante de “argentinizar” una aerolínea que en poco tiempo más pasará a formar parte del “campo nacional y popular”. Así lo decidió el dúo con el Correo, las Aguas y el tren rápido que por su costo más que andar sobre rieles, volará. Es decir que la empresa regresará con todos los honores y medallas al corazón de todos los argentinos debido a que nunca debió levantar vuelo hacia el horizonte neoliberal del capitalismo salvaje y globalizador. Porque es bueno recordar el famoso apotegma que señala que para un estatista no hay nada mejor que un “privatista” (o a revés); o aquella frase que marcó a generaciones enteras a sangre y fuego: “Primero la empresa, después la estatización, luego la privatización y mañana la reestatización. Llegado a este punto de la lectura el lector puede asomarse al balcón de su departamento y gritar con todas sus fuerzas: “Ar-gen-tina, Ar-gen-tina”.

Es increíble el grado de compromiso del Gobierno (de éste, de los anteriores y con seguridad de los que vendrán) con los empresarios quebrados. Tiene, es innegable, predilección por los parientes bobos, mejor dicho, por aquellos que simulan serlo. Y como el Estado empresario también quiebra y hace creer que es tonto, nos encontramos en una enfermería repleta de yesos en la que no se sabe quién tiene la peor fractura expuesta, si el empresario privado o el empresario-funcionario y cuál es el peor remedio, si el que aplican los primeros o los segundos. ¿Y si fueran iguales?

Ahora los contribuyentes deberán hacerse cargo de las pérdidas de la empresa. Las que tiene hoy y las que vendrán después cuando pertenezca al costoso “campo nacional y popular”. Deudas que serán muchas y muy grandes. Por el momento las diferencias entre las distintas variantes estatistas que habitan el Congreso Nacional con relación al caso Aerolíneas son mínimas: apenas algunos cientos de millones de dólares al comienzo, con o sin personal, con o sin deuda, con o sin aviones, con o sin combustible, con o sin pasajes vendidos. Después se verá. Dios proveerá.

Una buena solución hubiese sido que los gremialistas de la empresa la compren. Han hecho tanto esfuerzo por ella que deberían ser recompensados. Pero tiqui tiqui, efeté, cash, porque en Argentina una empresa no se le niega a nadie. Y si no les alcanza, con certeza el morocho caribeño les puede prestar mil millones en el acto porque verdes le sobran. Eso sí, al 15% anual. Porque negocios donde otros ponen la plata (otros son unos 40 millones) hace cualquiera. Y así no vale. “¡Piedra libre para todos los que se escondieron en las turbinas!”
Salinas bohil

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