LA CONFERENCIA DE LA LANGOSTA
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse) (5/8/2008)
Había una vez una langosta, perteneciente a una gran “manga” de langostas depredadoras de los campos de la comarca, que un buen día decidió dar una conferencia de prensa por primera vez en su vida.
En verdad, no necesitaba dar ninguna conferencia, ni mostrar gesto alguno de humanidad para que ella y su infernal “manga” de langostas pudieran continuar con la actividad de su plaga, depredando y arrasando todo lo que encontraran a su paso.
Por esa razón, sorprendió mucho a todos, que la “langosta” se allanara a contestar preguntas. Los periodistas de la comarca, víctimas también de las perversidades de la manga de langostas, fueron en masa, acaso mucho más por la curiosidad, que por la esperanza de encontrar alguna novedad buena.
Cualquier cosa que se plantara en el campo, sin piedad, era arrasada por la manga de langostas en los últimos años y no había defensa contra eso, por lo que, en verdad, lo que se temía era el anuncio de una especie de masacre final en la que los miembros de la comarca, deberían inclusive colaborar con la plaga, con abnegación, para ser despojados de lo último que les quedara.
La langosta apareció en la sala con su sonrisa número 34, que era la que solía emplear para burlarse de la gente.
Como siempre, tenía un pañuelo atado al cuello, para disimular una serie de intervenciones quirúrgicas a las que se había sometido cuando descubrió que tenía cuello de tortuga, animalito este con el cual no deseaba en absoluto entrar en competencia.
La primera pregunta, bastante tímida, de un periodista, fue :
- Señora langosta : ¿ piensa Ud. seguir depredando ?
La respuesta inmediata fue :
- Mire… acá va a seguir todo igual. A nosotros nos parece que acá se puede seguir depredando tranquilamente. Creo que a Uds les encanta.
La segunda pregunta, más pusilánime que la anterior, fue :
- Señora langosta : ¿ Cual es su plan para depredar ?
La langosta, apelando a su retórica vacía y a sus frases armadas, tales como “articular la construcción de la relación social”, “propender y completar el modelo de distribución de la riqueza con inclusión”, “ver si con el modelo de acumulación podemos acumular algo para llevarnos todo a Calafate” , etc, etc, habló casi 24 minutos, con lo cual consumió el tiempo de 6 periodistas.
Y siguió entonces diciendo :
Mire… yo soy langosta… A mi me pasa una cosa que ninguno de ustedes puede entender…porque no tienen mi inteligencia …
Yo, en verdad… parezco una infeliz, pero no… no es así.
Vea Ud…, estoy en esta comarca con mi familia hace ya muchos años, y tan mal no me ha ido. Pero le explico lo de los planes …
Funcionamos así con este asunto de los planes : Estamos en un lugar, en un momento cualquiera , en realidad no sabemos por qué… de golpe, se nos dispara el resorte de la sin razón del salto … y allá vamos por el aire… sin saber adonde vamos a caer. Y de repente caemos en un paraje totalmente desconocido, lleno de novedades y de rarezas.
Allí entonces… hay que afrontar una nueva realidad, que es absolutamente imprevista. Entonces, si la realidad conviene, nos quedamos depredando allí todo el tiempo que se pueda.
Y si no conviene… entonces se dispara otra vez el resorte de la sin razón del salto… y allá vamos de nuevo por el aire… hasta caer en otro paraje.
Y así sucesivamente
Los periodistas, casi paralizados del terror, balbucearon otras 20 preguntas imbéciles, viendo que la langosta reafirmaba todo el escenario de parálisis, de confrontación, de postergaciones, improvisaciones y de simulaciones.
Enmudecieron viendo que esta depredadora orbitaba otra galaxia y los había reunido allí para enviarle a toda la sociedad un sonoro cachetazo a la mínima ilusión de cambio que cualquier estúpido pudiera haber creído posible.
Hay una diferencia esencial entre alguien que pregunta con respeto y alguien que pregunta con miedo. Ni siquiera puede decirse que la diferencia se halla en la cultura tradicional del sometimiento de un pueblo de borregos del cual forman parte la mayoría de los periodistas que tenemos.
La diferencia se encuentra sólo en la dignidad humana, que es la madre del arrojo y del coraje más elemental del hombre para no dejarse pisotear por cualquier sátrapa.
Los periodistas de la comarca, mudos, no se animaban a formular preguntas de verdadero valor y a no dejarse pisotear por la langosta .
Preguntarle acaso que pasó con Antonini Wilson, con Miceli, con Uberti, con Skanska, con los fondos de Santa Cruz, con Uruguay, con Varizat, con los cheques de D’Elía, con las tierras fiscales de Calafate, con los subsidios a mansalva, con la pobreza y la indigencia que han crecido, en suma, con una hilera de certezas que la langosta ha preferido mantener como interrogantes.
La langosta fue tan clara como escalofriante :
Aquí no hay inflación, los del campo son golpistas, vamos a insistir con las retenciones, somos la comarca elegida por los inversores, mis funcionarios son esforzados y honestos, especialmente Moreno… y así se debe seguir .
La langosta de cuello envuelto, jefa de la manga, era llamada : la soberbia
La soberbia, entronizada, habrá de decidir nuestros destinos inmediatos.
Quizás, hasta que un viento de profilaxis social, se la lleve.
Hasta que la piara que la empujó al palio de la unción, no encuentre nada más para comer en los basurales de la comarca, ni en los campos arrasados por su manga de langostas.
Hasta que la falacia del superávit, devenido del salvajismo impositivo, ya no tenga más margen para alimentar los subsidios a los servicios ,ni la sumisión plena de los gobernadores, ni los vicios de Moyano, ni la carcoma de otros veinte parásitos de la escoria social que viven enquistados en los intestinos de la Nación desde hace más de 30 años.
Hasta que una mañana gris, vestida con su toga solemne, se presente a las puertas del despacho de la langosta otra mujer : La realidad, diciéndole al oído que viene a buscar su parte de razón, para llevársela, allí mismo.
La soberbia, dirigirá nuestros destinos hasta que todas las postergaciones hayan vencido y hasta que, para seguir, haya que pasar, indefectiblemente, por la ordalía de una gran alfombra destapada donde se ocultaba cualquier cosa, desde la venganza de Tutankamón, hasta el default institucional.
Con una infinita impotencia para muchos y con una resignación muy difícil para otros, habrá de verse a la soberbia, seguir con la depredación, luciendo su pañuelo al cuello, envuelta en cien oropeles y con los repulgues faciales de un colágeno iridiscente, que fue diseñado, para ella, como la máscara moral más humana que había disponible.
Su plan, su propuesta, su dudosa idoneidad y su rumbo decisional, son cosas que estarán siempre vedadas al conocimiento de los argentinos.
La langosta, como es obvio, no dio ni dará explicaciones de ninguna índole y no habrá comunicación de los actos de gobierno hasta tanto pueda verse a su propia imagen, ya raída y sin corona, rodando por las escalinatas del palacio, acaso cuando despierte de su modorra la indignación colectiva.
Y como siempre ocurrió, desde el fondo de la historia, la soberbia tendrá que vérselas un día, con la horrorosa sombra que ella más ha temido :
La vindicta pública
Lic Gustavo Adolfo Bunse
gabunse@yahoo.com.ar
Nota del autor : Agradezco los aportes de Wilfred Thesiger y pido disculpas a los entomólogos. En verdad no he hecho justicia con las langostas . No se conoce ninguna langosta que haya saltado y haya caído entre las llamas o en la boca de un sapo. En verdad pareciera que conocen de antemano su destino en el salto. Los enjambres están formados por más de 80 millones de langostas por kilómetro cuadrado, que se reproducen varias veces al año. Cada una pone como mínimo un centenar de huevos de una vez. Suelen avanzar sobre el horizonte de un modo ondulante como nubes muy espesas y llegan a recorrer 130 kilómetros al día, devorándolo todo a su paso. Basta que se posen durante unos segundos en las ramas de un árbol para que éste quede reducido a su puro esqueleto. Lo que descubrió Thesiger con la ayuda de dos eminentes entomólogos es que la temida langosta era en realidad un saltamontes que en ciertas condiciones se vuelve extremadamente agresivo, gregario y voraz. Cuando a una estación húmeda sucede una sequía, el hábitat se reduce mucho. Justo en ese momento es cuando se opera la gran transformación y el apacible saltamontes solitario se convierte entonces en una terrible langosta del desierto. Según los últimos estudios, cuando la langosta se integra en un enjambre, experimenta una excitación de las pilosidades que tiene detrás de las patas y este hecho biológico la convierte en una especie tan aniquiladora, como la cólera de Yavé. G. Bunse
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