domingo, 10 de agosto de 2008

LAS PELOTAS DE CECILIA

Las “pelotas” de Cecilia Pando...
¿Esta mal indignarse como lo hizo Cecilia Pando?...no me jodan, es lo mismo que les escucho decir a muchos todos los dias. Es lo mismo que grito yo frente al televisor. Solo que ella tiene “las bolas”. Y esas valentias…incomodan a los cobardes.

Por Horacio Palma
¡¡ANIMÉMONOS...Y VAYAN!!



Quienes se empeñan en negar la guerra que Argentina vivió en los 70. Una de dos. O son ignorantes. O son mentirosos.
Los ignorantes no tienen culpa. Han crecido escuchando la Historia Oficial contada por uno de los bandos de aquella guerra: los terroristas.
Y para que los ignorantes sepan lo que ignoran, estamos cada uno de los que, desde hace tiempo nos tomamos en serio la difícil tarea de contar La Otra Parte de la Verdad, como bien reza el título de la zaga documentada del Dr. Nicolás Márquez.
Y digo “difícil tarea”, pues cada uno de los que nos hemos abocado a ella, hemos sido cuestionados con epítetos, denuncia y cuestionamientos.
Debo decir que al principio pensé que la lucha sería infructuosa. Pensé que nuestras voces se acallarían en algún momento, por temor, o por esa puta comodidad burguesa. Me equivoqué. ¡Por suerte me equivoqué!
A lo largo de estos años, muchas voces se han sumado a la difícil tarea de contar la Verdad que falta. Inmensa tarea de desenterrar la historia que durante tantos años nos han tapado con toneladas de mentiras.
Hace 8 años, había que hurgar mucho para encontrar alguna voz disonante, ante la mentira impuesta por los Organismos de Derechos Humanos que, en Argentina, manejan a su antojo un grupo afín al terrorismo que sembró con muerte este país en los años 70. Bueno es ver que hoy, no hay que esforzar como antes la búsqueda para encontrar voces y gritos que gritan la Memoria Completa. Cada vez somos más los que, desde nuestro pequeño o gran lugar, nos empeñamos en gritarla.
Los mentirosos son harina de otro costal. Digo, aquellos argentinos que, habiendo vivido de cerca esa guerra demencial que el terrorismo desató en Argentina desde los 60, y que se intensificó descomunalmente en los 70, pero que hoy declaman un discurso plagado de eufemismos para negar esa guerra sangrienta, son injustificables.
Más injustificables son aquellos que lucharon aquella guerra junto a los terroristas, y ahora mean discursos de agua bendita. Es increíble que Eduardo Luis Duhalde sea hoy Secretario de Derechos Humanos en Argentina, y que sea la voz cantante de las parodias judiciales con las que se pretende juzgar una guerra de hace 30 años. Duhalde editó la revista Militancia junto a Ortega Peña, donde Montoneros publicaba una columna. Duhalde fue pata importante de los jerarcas del terrorismo que, estando encarcelados y siendo juzgados por los jueces de la nación, mataron al guardicárcel Valenzuela, robaron un avión de línea, secuestraron al pasaje y huyeron a Chile.
¡Despertemos!... los terroristas de ayer, encaramados hoy en lo más alto de la política argentina, siguen en guerra. Y no lo ocultan.
Obviamente que con otras formas. No están ahora combatiendo con fusiles, ni con secuestros, ni con ajusticiamientos revolucionarios, ni con bombas, ni con torturas en sus “cárceles del pueblo”…no, hoy están mimetizados en la fachada democrática.
Ya no publican “partes de guerra” desde la clandestinidad con mimeógrafos para justificar muertes y asesinatos. Pero su discurso violento para justificar los actos de terrorismo no ha cambiado nada. Y están ahí. Están en el gobierno, están en las bancas, están en las aulas, están en los estrados, están en los organismos oficiales, están en las fábricas robadas, están detrás de las cámaras, y delante, y están detrás de los micrófonos. Ahí están. Los vemos gritando sus gritos de guerra, escudados en la in imputabilidad de los pañuelos blancos.
Les cuento brevemente mi caso.

Yo soy de una ciudad más bien pequeña de Entre Ríos. Gualeguay. Cuando hace muchos años comencé a escribir en los distintos medios de mi ciudad, muchos de los terroristas de ayer (que también los hay en mi ciudad, y no son pocos), iniciaron su lucha “democrática” para callar al “facho”. Primero con denuncias por “apología del delito”. Luego con presiones a los medios en los que yo escribía. Es más, el director del diario para el que yo escribía “gratis” hace muchos años, un día dejó de publicar mis notas sin darme explicaciones. Tampoco se las pedí. Pero seguí adelante. Hoy en mi ciudad, ocho años después, ya es común poder leer y escuchar la Otra Parte de la Verdad sin que nadie se escandalice al leer un artículo en defensa de lo actuado por las fuerzas armadas y de seguridad en los 70. Por la radio han pasado muchas de las Víctimas del Terrorismo. Arturo Larrabure, José María Sacheri, Isaac Barrios. Por las páginas del Semanario también. La Sociedad de Escritores de Gualeguay, en un acto que enaltece a sus socios, desestimó las quejas de cierto sector para que yo no pudiera ocupar un lugar en la lista de autoridades. Ya sé, lo que haya podido hacer yo es poco, y hasta parece casi nada. Pero imaginemos eso poco, multiplicado por cientos o por miles. Las grandes distancias comienzan con el primer paso. “La única lucha que se pierde… es la que se abandona”…je.
Y como estoy convencido de que no hay peor cosa que no hacer nada, nunca tuve reparos en estar del lado de los que prefirieron no callarse.
Presenté el libro de Norberto Cozzani junto a Karina Mujica, no cuando a Karina la aclamaban 10.000 personas en Plaza San Martín y se empujaban para estar a su lado, sino cuando Karina había caído en desgracia. Y acompaño como puedo la lucha de la doctora Victoria Villaruel, de Cecilia Pando, de Horacio Zaratiegui, de Nicolás Márquez, de Arturo Larrabure o de Carlos Manuel Acuña… es que en mayor o en menor medida, todos ellos (cada uno con su estilo, a su tiempo, y cada uno de ellos con errores y aciertos) han sido responsables de que hoy no sea mala palabra hablar de los militares argentinos que combatieron al terrorismo.
Gracias a ellos, contar la verdad ya no es sinónimo de ser “golpistas”.
Sí, ya se que muchos de los que estamos en esta lucha, no de “defender la dictadura” como dicen algunos, sino de contar aquella guerra que nos impuso el terrorismo internacional, tenemos opiniones diversas y discordantes sobre ciertas persona y sus modos de lucha. Pero modos aparte, yo respeto la valentía de los que pusieron “las bolas”, aún a riesgo de perderlo todo. Sabiendo que no había nada para ganar.
Enviar cadenas de mail es una lucha más, y está bueno. Sí. Pero convengamos que acompañar a los presos en las cárceles, y a sus familias, organizar asociaciones y mantenerlas con vida, dar charlas, publicar notas y libros con nombre y apellido…no es una lucha que hace cualquiera. Y por eso me duelen las críticas livianas de los que no hacen nada, contra los que desde hace mucho tiempo… hacen siempre.
Me duele en el alma la cobardía del “¡Animémonos…y vayan!”
Por ejemplo, un grupo de gente se organizó para publicar B 1, una revista que llega a todo el país y que cuenta la historia que los terroristas se empeñan en ocultar. ¿Cómo puede ser que no haya nadie que apoye económicamente su edición? ¿Cómo puede ser que cada número sea un parto incierto?
¡¡Los terroristas siguen en guerra!! Y mientras ellos arrasan, nosotros…nada.
Resulta patético saber que ciertas Promociones hacen colectas para festejos de fin de año, pero olvidan sus muchos presos y sus familias.
Y si nosotros no entendemos que los terroristas de los 70 siguen en guerra, entonces… estamos en problemas.
Si no entendemos, por ejemplo, que los terroristas involucrados en los hechos de Trelew en 1.972, se han tomado con paciencia su revancha y han conseguido al final su Ley del Talión, comandada ideológicamente por el mandamás en Argentina de los Derechos Humanos, un tipo que en los 70 era abogado de los terroristas y editor de su órgano de información revolucionaria, la revista Militancia, y que ahora se hace el ofendido cuando Cecilia Pando se lo grita en la jeta, entonces… pobre de nosotros.
Eduardo Luis Duhalde es un caradura, pero seamos sinceros, la única que se lo gritó en la cara fue Cecilia. Así que no me vengan ahora los modositos de las cadenas de mail, a criticar los modos de Cecilia, ni mucho menos, a cuestionar a Pedro Mercado, su marido y compañero. Porque las pocas veces que he asistido los martes a Plaza de Mayo, al homenaje que ellos hacen a las Víctimas del Terrorismo de Argentina, he visto a pocos de los criticadores de “modos y actitudes”.
Eduardo Luis Duhalde, el hoy mandamás de los Derechos Humanos en Argentina, ha defendido desde siempre con la pluma, la espada, la palabra y el silencio, la ley del ojo por ojo. Recorramos el largo espinel tras aquellos sucesos del Penal de Rawson, donde estaba detenida y a disposición de la justicia, la cúpula más notable del terrorismo latinoamericano. Los más importantes terroristas de entonces pudieron huir abandonando a sus compañeros. Y los abandonados por la runfla de traidores que huyeron a Chile y luego a Cuba, murieron. La mayoría en un intento de fuga…los restantes en sucesivos enfrentamientos. Más de 30 años después, los traidores que huyeron en aquél avión, con aquél abogado de apellido Duhalde a la cabeza, han culminado la venganza que se juraron. Mataron al juez Quiroga, que los había juzgado. Asesinaron a Quijada, el jefe naval que dio la noticia al público. Y persiguieron y encarcelaron a todos aquellos que tuvieron algo que ver con la base Zar, donde los terroristas abandonados por sus compañeros quedaron detenidos tras la fuga. 36 años después, hasta hicieron museos de memorias mentirosas que ofenden nuestra historia, con placas de bronce que llaman Héroes, a los asesinos de Trelew.
Ellos siguen en guerra. ¿O a alguno les cabe duda?
Tucumán fue el sepulcro del terrorismo. Los terroristas de Argentina intentaron su Vietnam en los montes tucumanos. Y desde 1.973 hasta 1.976, libraron una guerra cruenta que tuvo en vilo a toda la población civil. Los terroristas declararon la guerra en Tucumán. Lo dijeron. Lo publicaron. Lo hicieron. Y ahora, resulta que son las víctimas.
Casi 100 efectivos de las fuerzas de seguridad de la Nación Argentina, murieron en aquella guerra de los montes tucumanos de manera directa. Una cantidad similar de soldados y policías quedaron heridos o mutilados. Murieron civiles…murieron chicos. El pueblo de Tucumán, y el de la Argentina toda, siempre repudiaron al terrorismo. Por eso los asesinos dementes como Santucho nunca pudieron tener aquí su Sierra Maestra. Prueba irrefutable, es que el General Antonio Domingo Bussi, veterano de aquella guerra de Tucumán, llegada la democracia ganó 11 de las 14 elecciones a las que se presentó.
El terrorismo de Argentina, en Tucumán, se levantó en armas contra el gobierno peronista. Y la comandante en jefe del Ejército Argentino, que en 1.975 mandó por decreto a “ejecutar las operaciones militares necesarias a los efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actuaban en la Provincia de Tucumán”, era la mismísima viuda del General Perón: María Estela Martínez de Perón. Pero ahora, los terroristas se hacen llamar “idealistas por un mundo mejor”.
Esta semana vimos varios actos de guerra…y van. El general Bussi es llevado a juicio en silla de ruedas y con mochila de oxígeno por los terroristas que hace 30 años tomaron por asalto a la democracia argentina. Ante un tribunal patético, que se presta al circo de una platea atestada de pañuelos y pancartas y gritos. Una verdadera barra brava.
Si esto es justicia…estamos en problemas. Esto no es justicia, por eso estamos en serios problemas.
Descaradamente la Ministra de Defensa, doña Nilda Garré, ex esposa de Abal Medina, y ex cuñada de uno de los secuestradores y asesinos del general Aramburu, dice: “Las solidaridades corporativas que se mantengan con acusados de terrorismo de Estado, perturban seriamente el proceso de reconciliación con la sociedad.". Se lo dice al jefe del V Cuerpo de Ejército, general de brigada Oscar Gómez. Es que por esos lares, a un militar se lo ocurrió fugarse de la cárcel. En Argentina, por cualquier pelandrún que está dos años sin sentencia, los organismos de derechos humanos desatan un escandalete de Tratados Internacionales, pero resulta que hay cientos de militares hace más de 5 años presos sin sentencia, y a nadie se le mueve un pelo. Hasta a Barreda, un asesino que mató a toda su familia, le concedieron prisión “pochidomiciliaria”. Mientras tanto, militares de 82 años mueren en cárceles comunes sin asistencia médica, sin que nadie chiste. Es más…la Ministra ordena: “evitar cualquier tipo de respaldo o "contención" a los militares acusados de delitos ocurridos durante la dictadura”.


¿Se entiende no?...hay que dejarlos solos como a perros. “Al enemigo, ni justicia”.
Ellos siguen en guerra. Y nadie se anima a mandar a la Ministra a la puta madre que la parió.
En Corrientes, también esta semana, y también en un circo de tribunales especiales, fueron condenados varios veteranos de guerra de Argentina… leamos lo que los terroristas detrás de los micrófonos contaron: “Cuando terminaba la lectura de las condenas, la agitadora política en favor del terrorismo de Estado, Cecilia Pando, interrumpió a los gritos de "cobardes" contra los miembros del tribunal y amenazó con "te voy a matar con mis propias manos" al secretario de DDHH de la Nación, Eduardo Luis Duhalde”.
Amigos, nos guste o no, hay que admitir que estamos en una guerra. Ustedes póngale el nombre que quieran. Cada uno sabrá cómo librar su batalla.
¿Está mal fugarse de una justicia totalmente parcial, manejada por el enemigo?... se me hace difícil decir que sí.
¿Está mal indignarse como lo hizo Cecilia Pando?...no me jodan, es lo mismo que les escucho decir a muchos todos los días. Es lo mismo que grito yo frente al televisor. Solo que ella tiene “las bolas”.
Y esas valentías…incomodan a los cobardes.

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10-Aug-2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

No es que yo defienda a la gente que haya hecho algo en esa epoca no la vivi, pero creo que hay una diferencia entre lo que haya hecho un grupo terrorista y los crimenes cometidos por el estado, si bien ideológicamente es antagónico al mio, tu blog es muy completo, saludos.