viernes, 22 de agosto de 2008

VERGUENZA

DEJO CONSTANCIA DE MI HUMILLACIÓN Y MI VERGÜENZA




Cada vez que las noticias del día me recuerdan que la Sra. Cristina Fernandez de Kirchner es considerada Presidente de la República me siento personalmente humillado, rebajado, burlado y ofendido.

Que semejante mujer sea aceptada pacíficamente por los argentinos como titular del más alto cargo de la Nación a pesar de las evidencias incontrastables de que se trata de una usurpadora (ver nros. 818, 819 y 820 de este periódico) que, además, no disimula su total falta de idoneidad para el cargo, me humilla todavía más.

Pensar que soy parte, físicamente aunque no moralmente, de una sociedad que ha descendido hasta ese extremo en su degradación sin condolerse y sin la menor intención de recobrarse, me avergüenza hasta las raíces del alma. ¿Qué han hecho para impedirlo los "señorones" de la Argentina que otrora fuera una nación respetada en el mundo? ¿Cómo hemos podido caer tan bajo?

Con el agravante de que su antecesor inmediato fue su marido, un individuo cuyo coeficiente intelectual y moral estaría por debajo de la media en una colonia de infradotados de mala conducta, si es que esa colonia existiera (¿está Ud. seguro de que no existe algo así en cierta región de América del Sur?) y que ese individuo tuvo la audacia de nombrarla sucesora en el cargo más importante del país como si éste fuera un bien ganancial que se deja a su cónyuge en caso de muerte o impedimento. Ese individuo lo usurpó, a su vez, indignamente, durante cuatro años y medio y no dejó canallada por hacer.

La usurpación de ese infradotado no sólo fue aceptada con toda naturalidad, sino que hasta se inventaron teorías sobre su personalidad presentándolo como dueño de una autoridad indudable, una astucia política destacada y un carácter fuerte temible. No había manera de contrariar esa leyenda porque los periodidtas al unísono la difundían con tanta seguridad que el tonto nacional la aceptaba a pesar de que todo indicaba lo contrario. Empezando por la cara del supuesto estadista que es paradigmáticamente la de un inepto.

Ahora esta mujer, con su labia de ayudante izquierdista de cátedra, se pasea por los palacios gubernamentales como si fueran de ella, dispone de un presupuesto anual de u$s55.000.000.000 "a piacere" y se siente tan segura en su puesto que se permite burlarse de las expectativas de los ingenuos que, también incentivados por la prensa que así lo afirma, la creen tambaleante. Se burla con una sonrisa extraña y sus maneras poca educadas (no consigue imitar a una mujer fina ni por asomo) y hablando en una clave superficial y despreocupada, aunque siempre incitando al odio.

Antes de ayer, por ejemplo, dijo unas palabras en el partido de Malvinas Argentinas, acompañada del "minus habens" de su marido. La foto que se ve en la pag. 8 de "La Nación" del 20/8/2008, es característica y se me atragantó como una espina de pescado. Modelito elegante, probablemente de Paris o de Nueva York (¡ella la peronista que habla de su amor a los pobres que en realidad le importan un comino!), melena suelta y ambos con un esbozo de sonrisa propia de quienes se sienten atornillados en el poder... Una pareja feliz y afrentosa montada sobre una nación doliente y sin esperanza.

En el curso de sus divagaciones la mujer se burló del pobre militar Corres que se escapó de una cárcel de Bahía Blanca y de la hermana de él porque "tenía la secreta esperanza de que este gobierno cambiara y entonces viniera un gobierno más 'light'" ("La Nación", loc. cit.) Y se puso a traducir la palabra "light" en una forma burlona: "Las cosas 'light' son buenas para adelgazar, para el desayuno a la mañana".

Con eso quiso decir que no se hagan ilusiones los que creen que esta tiranía es frágil y puede caer o que sus intenciones perversas pueden ser abandonadas y proponerse algo en favor del bien común.

Esas ilusiones las compartían muchos incautos durante el conflicto con el campo o en cualquier otro de los momentos en que se revelaron algunos de sus obscuros manejos (¡que ya son innumerables!). Aún en este momento muchos "señorones" piensan lo mismo, lo cual les da una fácil excusa para seguir apoltronados en su cómoda oposición de "sala de estar", sin obligación y sin riesgo alguno.

Pero se engañan: la tiranía está fuerte, tan fuerte como puede estarlo contando con las FFAA y de Seguridad, las fuerzas irregulares armadas, los u$s55.000.000.000 del presupuesto nacional más los fondos fideicomitidos, la inexistencia de una oposición seria e inteligente, una prensa adicta o sobornada y el apoyo de un sólido bloque internacional neo-marxista al que pertenece.

Ella no cuenta sino como una actriz de reparto, con suficiente audacia y cara de piedra como para representar su nefasto papel. Pero el poder está detrás del trono, en cabeza de Verbitzky o de alguien como él. Y esa gente no se equivoca, conoce a los argentinos y sus falencias y sabe con qué bueyes ara. Tan es así que hasta puede imaginarse que la pareja fraudulenta sea substituida por otro u otra sin que el destructivo esquema de poder varíe.

Los pobres seguirán siendo pobres, pero con odio. Muchos que todavía tienen algo más como para vivir con alguna comodidad, lo irán perdiendo y el temor de esa desventura inminente los hace sumisos y tímidos. Los "señorones" de las clases un poco más pudientes gozan de sus patrimonios, de sus empresas, de sus situaciones desahogadas con un cinismo egoísta y agresivo contra todo aquel que pretenda recordarles sus deberes para con la Patria. Los "derechistas" se divierten escribiendo críticas dispersas, frases piadosas u homenajes o críticas a otros "derechistas", pero nunca se deciden a organizarse para combatir la tiranía.

Y del clero puede decirse lo que se lee en la misa de anteayer en el libro de Ezequiel: "Mis rebaños han sido entregados al robo y mis ovejas han sido devoradas por todas la fieras del campo por falta de pastor, pues que mis pastores no cuidaban de mi grey: cuidan, sí, de apacentarse a sí mismos y no de apacentar mis ovejas" (Ezequiel, 34,8).

Hace rato que quería dejar sentada esta protesta dictada por mi vergüenza. Me devano los sesos pensando qué más podría hacer para hacer cesar este oprobio, pero no se me ocurre. Si alguien piensa que debería hacer algo que no hago, le agradeceré que me diga qué, cómo y sus razones.

Cosme Beccar Varela

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