-El futuro después de los Kirchner
Por Carlos Berro Madero
www.notiar.com.ar
"Hay imposibles de los cuales no puede decirse que lo sean por imposibilidad absoluta ni natural; y, no obstante, vivimos con la sensación de que lo imposible no se realizará, porque nos lo infunde mayormente la certeza natural, y poco le falta para producirnos el mismo efecto que si fuera absoluta"
(Jaime Balmes).
Está claro ya que resulta imposible esperar nada positivo de los Kirchner, quienes han dilapidado hasta hoy las oportunidades de las que han dispuesto para construir un gobierno efectivo y decente, y tienen muy poco margen para reparar los gruesos errores cometidos. Algunos incautos creyeron en algún momento que estaban adornados de virtudes que no existen en ellos, aceptando mansamente que les vendieran una nueva versión de la Argentina potencia y autodidacta. La que, de su mano, pretendió tirar al cesto de basura años de experiencias históricas, para poner en marcha una desopilante economía política: un "modelo productivo" basado en el fijación del tipo de cambio de moneda "re-contra alto" (que ha terminado siendo finalmente "re-contra bajo"), la exportación excepcionalmente demandada de nuestra soja (el "yuyito" menospreciado por Cristina), los subsidios irracionales y misteriosos, las reasignaciones "tapa agujeros" de partidas presupuestarias y la "redistribución" de la riqueza entre los que más tienen. Léase más claramente: los amigos del poder. No les servirán tampoco los cambios de colaboradores, si ellos representan otras caras con sonrisas de sorprendente optimismo, como las del juvenil Sergio Massa, la nueva "rueda de auxilio" (sic) de Cristina. Quizá sea imposible llegar hasta el 2011, o aún el 2009. No lo sabemos todavía. Hombres más experimentados en política lo están intuyendo. Pero es el tiempo, que "ni vuelve ni tropieza" como sostenía Góngora, quien dirá su última palabra, con independencia de nuestros pronósticos y deseos personales. La "naturaleza de las cosas" (ya nos hemos referido a ella alguna vez), ha manifestado su presencia y está mostrando sus caras más violentas, cuales son la inflación desbordada y la inseguridad sin control. No es tan importante a esta altura de los acontecimientos que los ministros continúen llamándose De Vido, Jaime o Moreno, o que la inefable Romina Picolotti no sepa diferenciar el Riachuelo de la pileta de un country en el desempeño de sus funciones . Es en realidad la puesta en marcha de un "modelo" delirante y temerario, lo que nos ha traído hasta donde estamos. Algunos fieles obsecuentes comienzan a abandonar el barco, tal como lo ha hecho días pasados el ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández, pretendiendo justificar su renuncia mediante extraños circunloquios que le han hecho manifestarse como un leal "soldado kirchnerista" (sic), que dejó su cargo esgrimiendo razones que nadie alcanzó a entender. El mismo Fernández a quien debemos recordar dormitando burlonamente en el Congreso cuando lo interpelaban diputados opositores, mientras su cara reflejaba un inocultable aburrimiento por verse obligado a interrumpir momentáneamente la tarea que mejor desempeñó estos años: ser un chupamedias todo terreno de nuestra "pareja real". Hoy más que nunca, debemos alejarnos de cualquier tentación pasajera para considerar como alternativas a quienes no lo son. Tanto el nombrado Alberto F., como el actual "transformista" Das Neves, y algunos otros petulantes e impresentables, han contribuido con el marasmo que vivimos. Algunos, quizá podrán redimirse. Otros, no lo creemos. Los Kirchner siguen sin dar "pie con bola" porque sus rasgos distintivos son la testadurez y una manifiesta incapacidad para gobernar. Su soberbia hará imposible evitarles que, tarde o temprano, tengan que enfrentarse crudamente con la realidad "real". Su alejamiento del poder, no debe ser considerado una tragedia sino como una nueva oportunidad. Tenemos un sistema constitucional que prevee claramente los procedimientos aplicables en estos casos. En eso consiste casualmente una verdadera república: el funcionamiento de las instituciones. Van a hacer falta ideas nuevas. En el gobierno y en la sociedad. Ideas que recobren el prestigio cultural del mundo del trabajo, la producción y el desarrollo, alejándonos de los autoritarios proyectos "virtuales" llenos de oscuridades sospechosas. Nuestros próximos pasos tendrán que estar acompañados por una voluntad firme de prepararnos con valentía para los cambios inexorables que se avecinan. Y comprender que gran parte de ellos estarán basados en nuestra propia conducta personal, mediante más participación, más solidaridad, más esfuerzo, más austeridad y menos apelación a la fantasía y la grandilocuencia. Debemos tener en claro que se avecinan tiempos difíciles y de inevitables sacrificios personales. Costará mucho tiempo y coraje desarmar el desorden y la corrupción imperante. Es de esa manera que se materializan los cambios en el crecimiento sano de una sociedad; el momento en que cada uno decide actuar como "motorista" de su propio destino, recordando aquella exhortación que nos hiciera el ilustre filósofo Ortega y Gasset cuando nos dijo alguna vez: "argentinos, a las cosas". carlosberro@arnet.com.ar Gentileza en exclusiva para NOTIAR
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