martes, 5 de agosto de 2008

VOLVER......

VOLVER AL LUGAR ORIGINAL



Por Gretel Ledo (*)



Yo fui quien creó la tierra y la puso en su lugar.
Jeremías 33:2



La promesa de restauración es narrada a través de una parábola. El Alfarero divino tiene la capacidad de tomar entre sus manos el simple barro para transformarlo en vasija. Cada uno de nosotros fuimos creados con un propósito especial. Somos vasijas de barro con contenido diverso que, en las manos del Alfarero alcanzamos el grado de restauración necesario para afrontar con éxito la misión para la cual hemos sido escogidos.



Podemos trazar un paralelo con el versículo bíblico y las instituciones políticas de nuestro país asemejándolas a vasijas con propósitos diferenciados.



El Congreso de la Nación cumple un rol trascendental que va desde el contralor interpoderes, el trazado de macropolíticas hasta la representación de minorías. En este sentido, el Parlamento constituye una pieza clave en el seno de todo sistema republicano.



Siempre que uno de los poderes alcanza un protagonismo inusitado por encima del resto, la República como tal entra en una etapa sombría en que las prerrogativas propios de cada institución brillan por su ausencia toda vez que sufren una especie de “desplazamiento no deseado”.



En este contexto venía desarrollándose la República raquítica de nuestro país. Una República ficticia, meramente formal que ha logrado coronar a nuestra Constitución Nacional como una mera “tira de papeles” cargada de proclamas añoradas.



¿Qué cambió hoy por hoy en el escenario político? La respuesta la aporta una sola palabra: la RESTAURACIÓN del Congreso de la Nación. Restaurar implica volver al principio original, a la posición de dominio en el sentido de poder y autoridad institucional.



El recupero mediático y con ello la medición de la imagen positiva del Parlamento se logró a costa de una serie de conflictos que colocaron en tela de juicio la credibilidad del Ejecutivo a la hora de gestionar políticas nacionales. La ausencia de un panorama claro en torno a la tan mentada división de poderes que ha desplegado ríos de tinta, viene siendo cuestionada desde 2005. Lo cierto es que en un principio muchos argentinos toleraron ciertos avances del Ejecutivo sobre el resto de los poderes en pos de colaborar, con su inacción obsecuente, a la mentada gobernabilidad del país. De esta manera logró coronarse una forma de hacer política bastante caudillesca y personalista en la que quienes pensaban diferente terminaban atrapados bajo la lógica amicus-inimicus.



Hoy nuestro Parlamento juega de otra manera, no gracias a los mismos ciudadanos que de un día para otro modificaron su cosmovisión sobre la jugada política sino más bien, llegaron a esa instancia precipitadamente. Es decir, lejos de tratarse de un efecto deseado, el conflicto los movió a una instancia de cuestionamiento con el peso suficiente como para alterar las reglas de juego. En este sentido, la batalla que se libró por la apropiación de la noción de Nación en el conflicto que encontró enfrentados al Gobierno y al campo resultó decisiva. Tuvo que llegarse a una escalada tal de violencia simbólica discursiva que el Ejecutivo coadyuvó a reposicionar al Legislativo en un pedestal que había perdido gracias al avasallamiento fragante de sus facultades.



Antes las decisiones eran meramente unilaterales; ahora, recién ahora, podemos hablar de una tríada genuina en el esquema de división de poderes.



El conflicto con el campo abrió la senda para el tratamiento de una política integral agropecuaria tan postergada en nuestro país. Detrás del esquema de retenciones móviles se colocó en el tapete mediático una reforma tributaria que elimine la regresividad del IVA como impuesto indirecto que grava al consumo de todos por igual; la modificación del impuesto a las ganancias y, por sobre todas las cosas, el trazado de políticas federales que analicen seriamente los niveles de coparticipaciones actuales. Sumado a ello se configuró en el imaginario social el rol decisivo del campo argentino para el crecimiento económico y estratégico de nuestro país. El mismo Brasil aprovechó el río revuelto para autolanzarse como granero del mundo de cara a un futuro mediato.



El ciego del partido terminó knockout y hoy si bien toma decisiones fundamentales, se cuida de enviarlas al Parlamento. Algo cambió. El Congreso tratará la reestatización de Aerolíneas y la movilidad jubilatoria. Ambos proyectos de iniciativa del propio Gobierno resultan hoy cuestionados por ciertos sectores de la oposición. Lo enriquecedor es el estudio y debate profundo que se debe encarar en las próximas sesiones. En este sentido, hablar de un recinto sesgado por el ostracismo redefine la noción de República peyorativamente. Tanto el excesivo protagonismo del Ejecutivo como la ausencia de compromiso del Legislativo son dos caras de una misma moneda. Resultan por igual perniciosas para el funcionamiento de nuestras instituciones.



Sin duda sociedad y medios de comunicación resultaron claves para el reposicionameinto del Congreso. Con una mayoría automática en ambas cámaras, el Ejecutivo no se esperaría jamás una contraofensiva.



Un pueblo puede llegar a tumbar un gobierno. Nuestro país lo vivió con De la Rúa. El descontento popular o el apoyo total a un sector determinado son dos enemigos de los que el Gobierno teme. Por ello frente al acto inaugural de La Rural era necesaria una conferencia de prensa abierta como nunca antes se dio en la historia de este gobierno. ¿Es tanta la fuerza que tiene el campo, lo que lleva insito o es mayor el temor del Gobierno? Claro que la legitimidad de su accionar resultó cuestionada; por eso la batalla se libra en los medios. El lugar donde se pierde o se gana confianza. El lugar donde se destruye o construye poder. El mismo Parlamento con las sesiones televisadas logró con éxito una positiva decodificación de su mensaje de parte de la ciudadanía. Un mensaje signado por posiciones ideológicas bien definidas y un trabajo profundo sobre qué modelo de país pretende alcanzar.



Pese a ello, aún falta un largo camino por recorrer. Quien está bajo la lupa es el mismo Congreso. La ciudadanía observa sigilosamente el nivel de compromiso con el trabajo parlamentario. Durante mucho tiempo se lo tildó de mera Escribanía General del Gobierno. Este es SU momento histórico para conservar y enriquecer el lugar que cedió el mismo Ejecutivo siendo legislador, ejecutor y juez a la vez.



Es preciso considerar además que detrás de toda restauración existe un precio que pagar y todo precio implica un sacrificio a afrontar. Para nuestro Parlamento y, especialmente para aquellos legisladores oficialistas que heroicamente se opusieron al modelo gubernamental, la firmeza en sus convicciones es el único camino exitoso para la construcción de alternativas superadoras a la visión unidimensional del Ejecutivo.



La ética de las convicciones por encima de la ética de los intereses es la que debe prevalecer. No dejarse engañar por los placeres momentáneos del poder de turno sino construir sobre basamentos sólidos que ponderen intereses públicos por sobre los privados.



(*) Abogada con especialización en Derecho Administrativo. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (UBA). Politóloga con especialización en Estado, Administración y Políticas Públicas. Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Está finalizando la carrera de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales (UBA). Ha sido Primera candidata mujer a Legisladora (2005). Analista Política. Directora de Relaciones Institucionales del Periódico Interdisciplinario Conexión 13.

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