Entre los irresponsables que se declaran ser defensores de los
pobres,
ha aparecido un diputado nacional, abogado sindicalista, de cuyo
nombre no quiero acordarme, que propone periódicamente leyes cuyo
resultado final será perjudicar al pueblo y definitivamente a los
trabajadores.
En un país pobre, las leyes laborales son una ficción. En países
pobres como Bolivia, Burkina Faso, Cuba o Bangla Desh, dictar leyes
laborales para mejorar a los trabajadores es una burla. El pueblo
argentino, en comparación mundial, se ha empobrecido. Las leyes
laborales no han servido para evitar su empobrecimiento y sus
perturbaciones sociales. La existencia del cuarenta por ciento de
trabajadores informales o "en negro" es el rechazo de la sociedad al
sistema, y no se resuelve con inspecciones, que terminan en
corrupción.
Para que los asalariados mejoren, el país tiene que ser rico. No
hay
otra alternativa. Hoy los ricos son: el Estado, los funcionarios, los
corruptos y los beneficiados por el poder. Los asalariados son una masa
de indigentes y empobrecidos que no saben que hacer para superar sus
carencias.
Los argentinos no necesitan leyes laborales ni convenios
salariales
que los mantienen en la pobreza. Necesitan vivir en un país rico, en
libertad para construir su futuro, que los corruptos no los defiendan,
que
el Gobierno Federal no los empobrezca con impuestos, y que no siga
dilapidando la plata.
02/11/2007
Dr. Marcelo J. Castro Corbat
segundarepublica@fiberttel.com.ar
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