jueves, 24 de abril de 2008

¿ DEMOCRACIA ?

¿DEMOCRACIA?



¿Cuánto tiempo llevamos los argentinos viviendo dentro de un sistema que se proclama democrático aunque las garantías propias de este sistema están ausentes?



¿Quince, diez o cinco años? Queda a criterio del lector fijar el plazo aunque ello poco importa a esta altura de los acontecimientos.



En lo que seguramente coincidiremos es que en este último quinquenio nuestra democracia y el sistema republicano se han visto alterados generando una pseudo democracia donde las garantías constitucionales son entendidas para unos pocos, las leyes tienen cumplimiento flexible en manos de quiénes gobiernan, aplicandose en forma discrecional a los amigos y no amigos.



Un rigor arbitrario se aplica a aquellos quienes el gobierno considera peligrosos para la estabilidad de su régimen.



Elisa Carrió, Luis Patti , Alfredo de Angeli y la gente del campo, el periodismo independiente, son algunos de los que el gobierno identifica como peligrosos para la “democracia K”.



Democracia en la cual a los amigos del poder se les permite violar las garantías más elementales de una democracia plena, como ser la integridad física mediante golpes de puño a quienes participan de una marcha pacífica expresando sus disidencias con el gobierno.



Para los opositores aparece una justicia que es la expresión de la injusticia, comparando el tratamiento que reciben quienes funcionales al poder de turno realizan todo tipo de tropelías.



Tomemos por ejemplo el caso de Alfredo de Angeli, quien advirtió que él y los hombres que realizaron el paro agropecuario podrían portar armas para defenderse de los matones enviados a provocarlos.



Al escucharlo nos invadió la impresión que iba a ser citado por la justicia del régimen, por la importancia de sus declaraciones en los medios.



Inmediatamente los hechos nos dieron la razón, recibió una citación y el periodismo adicto sentenció que no había estado bien lo que hizo de Angeli.



Nos preguntamos ¿que debía hacer el Señor de Angeli, aguardar a los matones con estampitas de San Expedito y la Madre Teresa de Calcuta?, o tal vez mostrar una foto del héroe nacional Ernesto “Che” Guevara” para hablar de la importancia de dialogar en paz y en armonía, mientras los vándalos se le acercaban.



En un país donde el gobierno de turno ha casi eliminado el derecho de circular libremente por el territorio de la Nación para la mayoría de los habitantes permitiendo a grupos marginales hacer lo que quisieran en las rutas y calles, donde un ¿ex presidente? ha desestimado unilateralmente el principio que señala que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, al imponerle a un perseguido político que primero demuestre su inocencia. Un gobierno que ejerce el apriete al periodismo. Dónde un secretario de comercio atiende a los empresarios armado o un marginal actúa bajo el amparo del poder golpeando, maltratando a la población que se expresa en forma pacífica para luego aparecer sentado en un palco en un lugar preferencial junto a la presidenta.



¿Con un gobierno de estas características, se puede decir y sostener que estamos gobernados por una democracia plena?



La respuesta la podría contestar un niño de 6 años y es NO. Tampoco estamos bajo un sistema dictatorial, por ahora, pero de democracia esto tiene poco y nada.



“Al enemigo ni justicia” dijo el General y al parecer El Santacruceño y su Señora Presidenta están cumpliendo a rajatabla las enseñanzas del líder que los echó a ellos y a sus amigos de la Plaza de Mayo hace más de tres décadas.



Cuándo las garantías constitucionales básicas son suprimidas o ignoradas la democracia resulta herida. A la herida se la lava con desinfectante y luego se le pone una venda. Si en vez de curarla debidamente agrandamos la herida profiriéndole un corte mayor con un cuchillo infectado, el paciente puede fallecer.



Aquí ocurre lo mismo, a la democracia no se la cura con más cortes con cuchillos infectados, sino que hay ponerle el desinfectante adecuado, Pervinox o DG6 en las heridas físicas y en este caso donde el daño es moral y político el desinfectante infalible sería la Constitución Nacional y su cumplimiento irrestricto acompañado del reestablecimiento del principio de la independencia de los poderes, donde el ejecutivo, ejecute las políticas de estado adecuadas el legislativo promulgue las leyes que saquen al país de este caos y el judicial juzgue independientemente a quienes violen las garantías constitucionales condición esencial en una democracia plena.



Mientras el país siga el camino de la concentración del poder en un solo personaje y las garantías constitucionales continúen siendo sistemáticamente ignoradas por quienes gobiernan, no podremos llamar a esta forma de ejercer el poder democracia plena.



Las consecuencias serán trágicas pero no producto de un golpe de la derecha, o del periodismo, o del mercado, sino que serán responsabilidad de quienes teniendo a su alcance todos los medios, legales y monetarios, dilapidaron ambos incumpliendo los juramentos que prestaron y derrochándo en proyectos personales contrarios al sistema democrático los bienes y recursos que la ciudadanía les entregó en custodia.



Alejandro Olmedo Zumarán.

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