viernes, 25 de abril de 2008

EL CHIVO EMISARIO

LOUSTEAU PODRÍA CONVERTIRSE

EN UN "CHIVO EMISARIO"


La renuncia de Martín Lousteau - exigida o espontánea - es una consecuencia directa de la grave crisis abierta por el gobierno con el aumento de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, más específicamente, a la soja que está en plena recolección. Más aún, podemos decir que responde a la reacción del agro y que puede ser la primera de otros alejamientos.

A esta altura de la madrugada el no tan inesperado acontecimiento luego del discurso partidario pronunciado horas antes por Néstor Kirchner - el verdadero presidente "defacto" de la Argentina - no sorprendió a nadie cuando éste se refirió despectivamente a "quienes dicen que hay que enfriar la economía". Sólo faltaba que lo mencionara a Lousteau para reforzar la evidencia que al ahora saliente ministro le quedaba pocas horas en el Palacio de Hacienda.

Todavía se mantiene en el plano de las especulaciones el rumbo que tomarán los acontecimientos, casi sobre la hora del plazo que los hombres de campo le dieron al gobierno para que respondiera a sus reclamos. En tal sentido, los analistas prevén que hay dos rumbos posibles: uno, más inteligente, es el de transformarlo a Lousteau en un "chivo emisario" que, a contrapelo de su propia opinión, y que sea utilizado para salir de la encrucijada política en que el gobierno se metió sin que lo llamaran y de marcha atrás, aunque sea provisoriamente, a las retenciones a la exportación al mismo tiempo que cumpla con los pedidos del sector más importante de la economía Argentina. Si se tomara este camino, la crisis se descomprimirí a pero para que ello sea efectivo el gobierno debería orientarse en un sentido muy distinto al adoptado hasta este momento. El otro rumbo, más adaptado al temperamento de Néstor Kirchner, sería el de mantenerse irreductible ante el problema que desencadenó, reiterar que mantendrá las retenciones y prepararse a "todo o nada" para enfrentar la segunda etapa del reclamo del campo que tiene como fecha fija el 2 de mayo.

Si ésta fuera la idea que alimenta el matrimonio presidencial que afirma cada vez más la demostración que quien manda es Néstor y no Cristina, el escenario se complicaría enormemente. La crisis se ahondaría, el estado anárquico por el que transita la vida del País subiría unos cuantos escalones hacia un comienzo de caos, cuya demostración más importante sería el retiro de los depósitos bancarios y alguna medida oficial manejada por el conflictivo Guillermo Moreno, para apoderarse de las cuentas corrientes en una especie de nuevo "corralito" que no sería soportado por la opinión pública.

Por obvias razones de prudencia no queremos avanzar en el análisis de ésta alternativa hasta que en las próximas horas tengamos indicios más o menos ciertos respecto del futuro inmediato, pero cualquiera sea el tenor de la política que se adopte, lo cierto es que los argentinos marchamos una vez más hacia la incertidumbre y un conflicto que tarde o temprano se desatará sobre el pueblo.

Entre tanto, un proceso de desinversiones comienza a caracterizar el escenario económico, todo ello mientras la situación regional podría complicarse gravemente con el estallido de un esperado conflicto en Bolivia. Si mencionamos este factor, es porque incidirá directamente en el plano de los combustibles por un lado y, por el otro, en el de la indefensión en que nos ha colocado el proceso iniciado en 1983 por Raúl Alfonsín.

Carlos Fernández, el nuevo ministro de Economía, proviene de la Administració n Federal de Ingresos Públicos (AFIP) donde lo colocó Néstor Kirchner a quien responde en términos absolutos, tanto cómo que cuando se produjo una crisis en la provincia de Buenos Aires lo designó ministro de Economía de Felipe Solá. En síntesis, podemos decir que al margen de los nombres, la actual situación marcha por caminos propios carentes de seriedad y de firmeza. Dibujada, se diluye hora a hora la figura de Cristina Fernández de Kirchner como presidente de la Nación y las versiones más insólitas circulan sin solución de continuidad.


Carlos Manuel Acuña

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