domingo, 27 de abril de 2008

IMPUESTO REGRESIVO

Retenciones: un impuesto regresivo y distorsivo
Los más pobres son los más perjudicados
Eugenio Gastiazoro

http://www.pcr.org.ar/hoy.php?edicion=&area=eccbc87e4b5ce2fe28308fd9f2a7baf3&id_nota=2511

Muchos amigos de izquierda ponen reparos en apoyar la protesta agraria, porque dicen que la misma está presidida por el programa de los terratenientes. Que la lucha contra el aumento de las retenciones, que fue su detonante, es una lucha que interesa fundamentalmente a los oligarcas y pools de siembra; que es una lucha ajena o secundaria a los chacareros, contratistas y obreros rurales.
El error parte de considerar a las retenciones como un impuesto progresista, que solo afecta a las rentas extraordinarias formadas por los mejores precios de los productos en relación a los costos. Esto sería cierto si se tratara de un impuesto directo a la renta de la tierra o a las ganancias extraordinarias. Pero como se trata de un impuesto a la producción, opera tanto sobre quien es propietario de la tierra como sobre quien trabaja en tierra ajena, que sufre igual retención aunque tenga que pagar arrendamiento o reciba como pago un porcentaje de la cosecha, por lo que resulta un impuesto claramente regresivo para el productor arrendatario o contratista, y también para los obreros rurales. Además es un impuesto regresivo para los pequeños y medianos productores que pagan un porcentaje igual de retención que los grandes, aunque tengan mayores costos y una rentabilidad menor que ellos. Lo mismo ocurre con quienes producen en tierras de menor calidad con un rendimiento menor, por lo que no tienen rentas extraordinarias y tienen que pagar retenciones igual que los que las tienen.
Así el aumento de las retenciones golpea con mayor fuerza a los pequeños y medianos productores en general, acelerando su expulsión del campo, y a la producción en tierras menos fértiles que las de la llanura pampeana, que también quedarían fuera del mercado. Por eso fueron los chacareros, contratistas y obreros rurales quienes se volcaron masivamente a las rutas e impusieron sus métodos de lucha.

El origen de las retenciones

La izquierda del kirchnerismo defiende sus posiciones diciendo que “apuntan a un reformismo capitalista de centroizquierda redistributivo de la renta”, como escribe Nicolás Casullo en Página 12. Sin embargo las retenciones no pueden calificarse siquiera como un instrumento impositivo reformista burgués, ni por su origen histórico ni por como gravan a los distintos actores en la producción agropecuaria: más a los que trabajan en el campo (chacareros, contratistas y obreros rurales) y menos a los que viven de ese trabajo (terratenientes y pools).
Cuando hubo en el país políticas reformistas burguesas, como en los primeros gobiernos peronistas, la renta terrateniente fue recortada con la rebaja y congelación de los arrendamientos, la extensión de los contratos y el estímulo a la producción con precios sostén en origen y créditos accesibles a los chacareros. Esto se garantizó con la nacionalización de los bancos y del comercio exterior, manejando éste a través del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio). Derrocado Perón se logró mantener la prórroga de los arrendamientos y cierta protección a través de las juntas reguladoras, hasta que vino la dictadura de Onganía en 1966. Fue esta dictadura, con Krieger Vasena como ministro, la que recurrió a las retenciones junto a la devaluación del peso y la imposición de la “libertad de contratación”, con la ley Raggio que expulsó de los campos a los miles de chacareros en los que se originan los modernos contratistas.

Una mecánica oligárquica

La dictadura de Onganía, como ahora los gobiernos de Duhalde y Kirchner, recurrió a las retenciones para hacerse de recursos y sostener un “dólar competitivo”, tomando parte del mayor precio de los productos que se derivaba de la devaluación del peso. Era la forma, como lo es también ahora, de obtener más recursos para el Estado oligárquico sin poner impuestos a la propiedad de los grandes terratenientes rentistas ni tener que repartir esos fondos con las provincias, con un impuesto supuestamente parejo “a todos los productores”, en contraposición a las propuestas reformistas burguesas de entonces, que planteaban imposiciones directas a los terratenientes, sea aumentando el impuesto inmobiliario rural o con un impuesto a la renta potencial de la tierra.
No es que las retenciones hayan sido regresivas cuando las aplicaba Onganía porque era una dictadura oligárquica, y que ahora son progresivas porque las aplica un gobierno democrático. No es cierto que las retenciones solo “operan sobre rentas extraordinarias” como dice Osvaldo Barsky (Página 12, 16/3/08), pues al ser un porcentaje sobre todo lo que se produce no distinguen entre los que obtienen rentas extraordinarias y los que no las obtienen, dejando por tanto fuera del mercado a los productores que tienen mayores costos, a los no propietarios y a los que trabajan tierras de menor rendimiento.
Es decir que las retenciones, como tales, no tienen en sí mismas un carácter progresivo sino regresivo. Por eso la oligárquica Sociedad Rural Argentina (SRA) es la más propensa “al diálogo” con el gobierno kirchnerista, y por eso también Pagina 12 y Nuestra Propuesta (ver hoy N° 1211) pueden coincidir con Osvaldo Barsky, de que “ni Macri las sacaría”. Si la política del gobierno de Kirchner fuera realmente reformista burguesa, la redistribución de las rentas y beneficios extraordinarios (de los grandes terratenientes y pools) tendría que ser a través de los impuestos a la tierra y a las ganancias, formando un fondo para garantizar insumos baratos, créditos accesibles y precios mínimos sostén en origen para los pequeños y medianos productores, complementado con una nueva ley de arrendamientos que facilite el acceso y permanencia en más y mejores tierras a los chacareros y contratistas, sus hijos y todos los que quieran trabajarlas.

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