La potencialidad de las maras en Perú ante las débiles políticas de estado.
Más, la expansión de las maras por todo el continente.
Lazos regionales
A partir de las diversas concepciones acerca de la izquierda en América Latina se plantea el mapa político y social de la región. Se entablan pues, relaciones con otros países del viejo continente y se llevan adelante alianzas con países americanos conforme a la funcionalidad de las ideas y a las perspectivas de regímenes que se tengan.
Argentina, por ejemplo, encontró su brazo principal en Venezuela y Bolivia. Dos referentes poco afortunados para llevar adelante un desarrollo que a su vez, contenga evolución. Razón por la cual, pensar Argentina en términos de crecimiento sostenido a nivel sociedad se vuelve una película de ficción en la cual, ideas tales como la despenalización del consumo de droga solo nos conducen al retroceso en el marco de una carrera vertiginosa.
El problema de la droga en nuestro país y el mundo es uno de los grandes disparadores de la inseguridad. No solo desde el consumo sino también, desde el tráfico para asegurarse la contención del poder. Ocurre, que la droga, ha devenido en una cuestión ideológica que no entiende de clases o estratos sociales. Veamos, el consumo es el mismo, lo cambia es lo que se consume. Y la calidad de la sustancia.
Con todo eso, la creación del crimen organizado, los escuadrones de la muerte, el narcoterrorismo, las maras y las pandillas son factibles y hasta naturales como consecuencia de la complacencia legal vigente.
Embriones en Perú
Perú no escapa a la situación de inseguridad.
De hecho, ya son varios los especialistas en seguridad de los países del sur que alertan sobre el estado embrionario de maras y su posible materialización. Sucede en Uruguay. En Brasil con mayores índices de violencia debido a la existencia de favelas y cárceles en condiciones de pauperismo y desde donde se dirigen algunas operaciones externas. Pero volviendo a Perú, el tema no deja de ser menor.
Gabriel Prado, -experto en seguridad- advirtió que de no aplicarse en tal país una red social, policial y judicial con adecuadas políticas que permitan hacerle frente a la delincuencia juvenil "en un futuro próximo llegaremos a los niveles de delincuencia de las maras o pandillas criminales organizadas imperantes en Centroamérica". (Diario El Comercio; 21/04/08)
Perú es un país en el cual, la portación de armas de fuego se ha convertido en un hecho natural pero que en combinación con el uso de estupefacientes es altamente peligroso para la seguridad ciudadana, ya que ambas conforman el común denominador que posee el crimen organizado, las maras y las pandillas juveniles.
A todo esto, debe sumársele la relación que mantiene con Bolivia en materia de narcotráfico. Una relación que no es inocente. Fundamentalmente, en lo referente a la cultivo y distribución de coca a los países del sur del continente y otros.
Pero Perú tampoco es ajeno al tráfico de personas que maneja el crimen organizado. De hecho, asiste a un estado de situación complicado que revela, entre otras cosas, el colapso americano.
Recordemos que según fuentes, cuando sucedió el asesinato de Eugenia Ledesma en el partido de La Matanza –Argentina, Provincia de Buenos Aires-, “el lágrima”, su asesino, buscó refugio en tal Nación, dado que allí han aparecido los primeros síntomas de los modos de actuar de la Mara Salvatrucha.
Por tales motivos, lejos se encuentra Perú de ser un país con sensaciones de inseguridad. Independientemente de ser parte del grupo de los países del continente en el cual el estado de maras no es reinante pero sí embrionario.
Márgenes del conflicto
Honduras, Guatemala y El Salvador atraviesan por un momento crítico en lo que al tráfico de drogas, armas y personas concierne.
Se manejan cifras que rondan las 500.000 personas de tránsito ilegal por año que buscan a llegar a Estados Unidos y/o Europa. Y como la anomia es tal, la movilidad versa entre la tierra, el aire y el mar.
“El crimen organizado es el que dirige el tráfico y la trata de personas que vienen desde Sudamérica y el Caribe (…)” (Mario Zamora, Director de Migración de Costa Rica)
Además, otros espacios que veían el fenómeno de las maras como a una instancia ajena comienzan a observar como la existencia de estas pandillas cada vez más vinculadas a las mafias del narcotráfico forman parte de sus sociedades modificando la construcción de la subjetividad de los individuos, generando un estado de alerta permanente que pone en jaque el orden social establecido.
Sucede en Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Y hacen un profundo semillero en el sur de México provocando un amplio llamado de atención en las autoridades del resto de las naciones de la región.
Porque cada vez más, la presencia de las maras es un hecho que se asienta ante la precariedad práctica y teórica así como ante la confusión que muchos periodistas plasman en cientos de páginas de diarios y revistas entre estas agrupaciones y las tribus urbanas.
Desconocer en estos momentos que las tribus urbanas requieren de otro nivel de análisis es una fatalidad que complica intensamente el panorama de los ciudadanos y de las autoridades gubernamentales. Genera confusión y con ello, tal como se sostiene desde hace tiempo en el blog, se crea un espacio altamente propicio para su conformación o bien, su importación. La cual, tiene el plus de otra idiosincrasia. De otros métodos criminales que son una consecuencia más de los procesos históricos y de los hechos sociales y urbanos que acontecieron en otras partes del mundo.
Individuos que al ver despejado el campo de acción, ingresan con todas sus cargas logísticas y adiestramiento táctico y estratégico propio de los usos y costumbres delictivos aprendidos en sus países de origen. No obstante, también existe un tráfico de información que los abastece, en el caso de pertenecer a un país de precaria milicia, de las últimas herramientas en boga en materia perfeccionamiento en el arte de la guerra.
Es decir, las márgenes del conflicto de la inseguridad se han propagado por el mundo. Las maras no solo forman parte de Centroamérica y sientan las bases de su potencialidad en América Latina. Las maras, también cohabitan con individuos que integran las sociedades del primer mundo con la diferencia que allí, no se llaman maras a pesar de poseer características comunes.
Lo que más se aproxima a ellas son Los Ñetas y Latin Kings en España. Sin embargo, en la actualidad, estas bandas se encuentran en el medio de lo que es una pandilla propiamente dicha y una mara con sesgos de mafia terrorista. O sea, se encuentran escalando para ser respetados dentro de lo que es el delito a gran escala y se acomodan en los que se considera la estructura jerárquica piramidal.
Razón por la cual, la realidad no es alentadora y mucho menos lo es el futuro. Más aún, cuando cada día el problema de las maras resuena por su expansión y no por su erradicación.
Y a todo esto, se suman los analistas que adhieren a las teorías que consideran que el terrorismo prolifera indiscriminadamente por ser una manera distinta de hacer política.
Laura Etcharren
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