Crónicas del desastre...
EL INCENDIO Y LAS VISPERAS
“... y eran todas mentiras, mentiras, mentiras,
no tienes perdón”.
Aunque parezca reiterativo, conviene recordar brevemente lo acontecido desde el advenimiento de la catástrofe llamada kirchnerismo hasta la triste realidad actual. Veamos...
Cuando en el año 2003 advertíamos desde estas mismas páginas sobre el cataclismo que sufriría el País si caía en las manos de un verdadero engendro de la desastrosa coyuntura política a la que se había llegado, coyuntura en la que nos había precipitado el mismo que sería su creador (del engendro, claro) y mentor, Eduardo Duhalde, se nos tildó poco menos que de locos, por aquella rapidez que tenemos los argentinos para confiar en los peores y para ver en ellos como virtudes todo lo que es una lacra en un hombre público.
No solamente teníamos razón, sino que nos quedamos cortos e iniciamos así una etapa oscura caracterizada por la más absoluta falta de respeto por la Constitución Nacional y las leyes, todo salpimentado por la más absoluta prepotencia, mala educación, tosquedad y desplantes, en lo que dio en llamarse graciosamente “estilo K”.
Así contemplamos impertérritos como se iniciaba una campaña sin precedentes contra la Iglesia Católica, Las Fuerzas Armadas y de Seguridad y todo aquel que osara oponerse a la voluntad omnímoda del poder reinante. A la destrucción de la República, con el absoluto sometimiento al Ejecutivo de los otros dos poderes -el Legislativo, que terminó pintado en el paisaje y el Judicial que cayó en el descrédito más absoluto- todo con la complicidad de la mayoría de los medios que fueron comprados, apretados o dejados directamente fuera de combate, según conviniera. La estrategia de dejar hacer a los peores -en nombre de un “garantismo” absurdo- unido a la más absoluta impunidad, nos precipitó en una inseguridad tal que nos retrotrajo a la época de los malones, con los que llamaremos civilizados (es decir la mayoría decente, escondidos tras rejas, alarmas, perros, reflectores y toda la parafernalia) por un lado y los salvajes, que se pasean impunes e insolentes en medio de la indiferencia general por el otro.
La falta absoluta de políticas firmes y definidas en todo aspecto, unida a una amoralidad y corrupción galopantes y a una inflación imparable (como que es generada por el propio gobierno) hicieron el resto y el País se precipitó en la anarquía.
Todo esto se hizo al amparo de un “milagro económico” que, básicamente, consistió en un latrocinio sin precedentes al campo (único sector que realmente trabaja y produce), una “quita de deuda” que fue una verdadera estafa al mundo y que nos llevó a un aislamiento internacional que se advierte más cada día y al llamado eufemísticamente “manejo de caja” que no es sino un “unitarismo” económico forzado, mediante el cual se compran voluntades de todo tipo y se mantiene a un cada vez más grande sector de la población inactivo y dependiente de la dádiva oficial. Resultaría cómico si no fuera trágico el hecho de ser sobornados con dineros que nos han robado previamente pero... así estamos.
Con todo, ni la insensata voracidad fiscal consiguió borrar aquella cita criolla que dice “no hay tiento que no se corte ni tiempo que no se acabe...” y... se acabó la plata,
y si duda de mi aserto amable lector, repare que en el último año la recaudación creció un 9% y el gasto público un 60%, que la deuda de la Nación era al principio de la era “K” (dólares más o menos) de 144.500 millones y ahora debemos 144.700 millones, que nos emplazan para el pago de deudas varias como la del llamado Club de París, etc.
La absoluta falta de inversiones, motivada por la total inseguridad jurídica, finalmente frenó el crecimiento, que quedó solamente en el papel y como detalle anecdótico.
Así, entre los vueltos que se quedaron (diría el general Perón), las voluntades que se compraron, los lujos sin fin que se vivieron y los inactivos (inútiles sería mas exacto) que se mantuvieron (y que el gobierno está obligado a seguir manteniendo, so pena de un gigantesco estallido social) terminamos en ... Abracadabra!... adónde fue a parar la plata?.
El paro de los productores agropecuarios motivado por el aumento leonino de las retenciones, idea aparentemente aportada por el simpático Jefe de Gabinete quien habría caído en desgracia (ya se sabe, por temerario que uno sea siempre es peligroso nadar entre tiburones) por dicha causa, demostró bien a las claras lo endeble del poder gubernamental y quiénes detentan el verdadero poder, en tanto sean capaces de mantenerse unidos.
El paro tuvo un éxito extraordinario básica y fundamentalmente porque se realizó por verdadera convicción de justa causa y porque fue un paro de bases, con lo que el gobierno no tuvo a quien comprar, amenazar o apretar, según es de estilo.
Para mayor “afrenta” a la divinidad oficial, el paro recibió el apoyo espontáneo de la mayoría de la población (especialmente de la clase media), aún de los habitantes de los grandes centros urbanos que, por estar más lejos, saben menos del trabajo fecundo que genera –directa o indirectamente- la riqueza de la que la mayoría vive.
El sector levantó la medida de protesta en lo que fue un verdadero gesto de buena voluntad, si bien la mayoría descreíamos en nuestro fuero íntimo de las rectas intenciones de Kristina (y por ende de su alter ego)y sus acólitos, recibiendo la promesa formal de un diálogo abierto para llegar a soluciones que llenaran ambas expectativas.
Teníamos razón en ser escépticos y tras varios días de ausencia gubernamental al diálogo -y debido a la amenaza latente de otro paro- se iniciaron las conversaciones sin temario real definido y matizadas por hechos bochornosos como el protagonizado por el Secretario de Comercio cuando “visitó” el mercado de hacienda de Liniers y fue despedido con cajas destempladas. Confieso que me fascinan los guapos (y en este gobierno abundan)... son tan temperamentales que caigo en la tentación de sospechar que valen muy poco en la realidad y que el día en que les toque enfrentar a gente de verdad arrugarán en forma miserable...
Pero volvamos a las “conversaciones”... la cuota de exportación anual de carnes, en la práctica actualmente suspendida, fue “ampliada” y anunciada con bombos y platillos de 500.000 toneladas a 550.000 toneladas (!!!), después que –desaciertos mediante- el País perdió casi todos sus mercados. Hacen excepción las vacas de conserva, que en la práctica valen lo que un par de botas de montar y que podrán ser exportadas a países como Rusia, donde se consumen como alimentos elaborados... gran logro, en verdad.
Ahora vendrán las discusiones sobre la leche, el trigo, el maíz, el... pero siempre esquivando la cuestión de base, es decir el retorno a las retenciones anteriores al 11 de marzo, condición indispensable para que el sector no vuelva al paro.
Dije antes que habíamos llegado a la anarquía.. de allí al caos hay solo un paso y el gobierno quiere darlo, con ese empecinamiento torpe que caracteriza a quienes ya han perdido el rumbo.
El incendio moral que destruye lo poco de bueno que queda en esta sociedad enferma (tapado por el humo y la cortina de humo creados a partir del incendio de los pastizales, incendio del que ya han sido culpados los ruralistas, claro) amenaza con ser incontenible y llevarnos a extremos que nunca quisiéramos llegar a ver... estaremos en las vísperas ?.
Justo Pastor AYARZA.
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