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DE SABIHONDOS Y SUICIDAS
EL REY FINALMENTE ESTABA DESNUDO
Por Fernando Paolella
El cardenal Jorge Bergoglio, casi al borde del avión que lo traería de regreso al país, afirmó que la presidenta Cristina Fernández de K debería tener "un gesto de estadista" para dar fin a los ochenta y pico de días de conflicto agropecuario, dado que peligraba "la paz social del país". Con ese espíritu, para hoy jueves 5 se ha planteado una reunión en pleno de la Conferencia Episcopal, dada la extrema gravedad de la situación nacional. Ante la urgencia de la hora, amerita la ocasión desempolvar algunos pensamientos antes de que la noche sea más espesa y no se pueda distinguir un hilo blanco de uno negro.
Ante esto, muchos sabihondos que pululan el éter, el ciberespacio y los rayos catódicos de la tele, han ametrallado con una verba inflamada acerca de la conveniencia de retomar el diálogo, porque le "conviene al país". Desde el otro lado de la cancha, para nada lerdos, las usinas de propagación oficialista les han contestado aludiendo a que ellos siempre han tenido la mejor predisposición para el diálogo, ergo que quienes no la tienen invariablemente son los ruralistas.
Y desde el PJ, tristemente convertido en un espantajo que alberga alcahuetes, se dispara una batería de infundios destinada a quebrar los fuertes lazos sociales entre estos y la sociedad harta de tanta prepotencia e insensatez.
Por eso, las lecturas de estos profetas del absurdo caen en saco roto, al invariablemente hurgar en el desván del pasado reciente para observar con lupa las reacciones del elenco afincado en Balcarce 50 y en el barrio de Once.
Con el Pingüino, hasta el harakiri
Desde el comienzo de su mandato, la corporación mediática se puso el helado en la frente y comenzó una interesada luna de miel con el ex gobernador de Santa Cruz devenido Presidente. Pivoteando entre el marasmo del 2001-2002 y el escaso margen electoral obtenido, Kirchner aceptó echarse en los brazos de ellos con la firme creencia de que así garantizaba gobernabilidad para rato.
Así, desde el atril de la Rosada marcó la agenda a los diarios y buscó cooptar a los principales medios de comunicación para que sean meros apéndices de su gestión, propalando buenas noticias. Era una continuación de lo ocurrido antes en su provincia, siempre pendiente de lo que saliera en primera plana, se comentara en las emisiones televisivas o en las radiales. Desconfió siempre del poder real de los mismos, y a veces lo agrandaba exageradamente. Durante su mandato, existió un suceso netamente anormal sólo ocurrido acá, que radicaba en los análisis dominicales de los dos principales matutinos, Clarín y La Nación. En ambos, tanto Eduardo van der Kooy como Joaquín Morales Solá basaban sus notas en sendas charlas semanales con él, tanto en la Casa Rosada como en Olivos. Lo que resultaba descabellado, era que no se cuestionara nadie que no se convocaba a ninguna conferencia de prensa, que el mismo gobierno operaba como una gigantesca fuente de información cuasi anónima, que siempre se daban buenas noticias, como la desocupación en descenso, la ausencia total de mortalidad infantil y las deliciosas cifras del INDEK.
Todos veían que el rey estaba en bolas, pero para algunos hombres de prensa poseía atavíos de locos.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado
La transversalidad, concertación y otros engendros intentaron travestirse en el ropaje pejotista, sin advertir que le quedaba muy grande. Esto se patentizó en su continuadora, quien remedó aquella payasada de José López Rega cuando intentaba vanamente trasvasar el espíritu de Eva Perón a María Estela Isabelita Martínez. En la noche del pasado 25 de marzo quedó demostrado a las claras que ese sayo, mal que le pese, no le calza a medida.
Un montón de militantes rentados cantando la marchita, más unos gobernadores ex menemistas y ex duhaldistas comprados con millones extraídos de las arcas estatales, no conforman ni por asomo la comunidad organizada soñada por Juan Perón. Todo ese andamiaje no sirve para nada cuando las bases se soliviantan en defensa de su existir, hartas de tanto manoseo sin remedio. Unido a un discurso pseudo progre, que acicatea constantemente en difundir la oscura intención de la oligarquía vacuna de propiciar un golpe cívico, urdido por quienes voltearon a Raúl Alfonsín y aplaudieron a rabiar a Carlos Menem.
Por todo esto, ante la caída definitiva del cuentito que terminaba con la muletilla del retorno al neoliberalismo noventista, se debe de manera imperiosa exigir a la principal autoridad de la Nación que escuche la exhortación del cardenal primado, un hombre sabio, cuyas últimas exposiciones cayeron en los oídos sordos de su marido.
Fernando Paolella
Buenos Aires - Argentina
info@PeriodicoTribuna.com.ar
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