sábado, 21 de marzo de 2009

BASTA DE VERSOS PUTATIVAS DE LA GUITA



La diferencia entre la Bonafini y el resto de sus compañeras es que a ella no le desapareció hijo alguno durante la dictadura militar en Argentina. Acusan a las Madres de Plaza de Mayo de hacer negocio con su lucha y deslizan que Estela de Carlotto habría mentido sobre su condición de "abuela" para presidir la asociación Abuelas de la Plaza de Mayo.
¿Son simples ansias de figurar?
¿Existe un negocio lucrativo?

¿Desaparecidos?
El justísimo reclamo y dolor por la situación de los desaparecidos que hubo en la Argentina durante la década de 1970 se convirtió en un uso ideológico de intenciones poco claras en la actualidad.
Hay personas que constan en listados de desaparecidos y que tienen aparición pública (es decir, no son actualmente desaparecidos), y a título de ejemplo podemos citar el ejemplo más claro: la Dra. Carmen Argibay, designada miembro de la Corte Suprema.
Muchos ex desaparecidos no han solicitado la baja de los listados, para mantener engrosado el número, pero en esto se percibe una mentira y una grave deslealtad.
Los Derechos Humanos no pueden fundarse en la ideología, en la mentira ni en la deslealtad, y no debe permitirse que sean utilizados como un negocio personal, fuente de lucro y privilegios para unos pocos “monopolizadores”.

De Bonafini, y de Carlotto
Hebe de Bonafini, cuando debe declarar su ocupación o profesión, no consigna “ama de casa”, sino que consigna “madre de Plaza de Mayo”.
Es decir, ser “Madre de Plaza de Mayo” es su trabajo, su oficio o profesión...
tener un gran edificio destinado a una “Universidad” en el pituco barrio de Congreso, de Buenos Aires, en la cual se venden libros, e incluso hay un bar-restaurante, además de otras propiedades y negocios conexos
¿Los Derechos Humanos son un pretexto para semejantes “privilegios”, al punto que la convocan de distintas partes del mundo para disertar y obtener otros beneficios?
Por otra parte, en la región de La Plata circula en forma permanente el rumor y la versión de que los hijos de Hebe Pastor de Bonafini se encuentran entre España y Francia...

¿Será cierto todo esto?
La señora Estela Barnes de Carlotto afirma que es “Abuela de Plaza de Mayo”, pero...
¿por qué no se han presentado ante la Justicia pruebas contundentes de la existencia de un nieto, que actualmente tendría unos 27 años?
El único elemento cierto es una llamada que ella misma afirma haber recibido (a mediados de la década de 1980), en la cual le habrían informado que su hija (que tenía problemas para gestar bebés por no ser fértil) habría tenido un hijo llamado Guido, indicándosele la precisa fecha de nacimiento.

Quien este artículo suscribe, solicitó a la Justicia que se presentara la señora Estela de Carlotto y aportara las pruebas de existencia de su nieto, pidiendo también la producción de informes por parte de la AFIP, de los padrones de la Justicia Electoral y del Registro Civil a fin de hallar al posible nieto con los parámetros indicados.

La Justicia denegó tal pedido porque afirmó que “para eso están los organismos de Derechos Humanos”, y el expediente se perdió en la maraña judicial...

Pero según los tratados internacionales, es la Justicia la encargada de dilucidar tales hechos, y no los “organismos de Derechos Humanos”.

¿Por qué la señora Estela de Carlotto oculta el hecho de que no existe nieto alguno, ni existe el menor elemento para afirmar su existencia?

¿Nuevamente estamos ante intereses personales y un lucrativo negocio?

Conclusión
Hay personas que en la actualidad sufren el dolor sincero y verdadero de no conocer el paradero y destino final de familiares desaparecidos, y son ellos quienes merecen el mayor de los respetos y acompañamientos.

Y tal situación no los hace salir en defensa de cuanto acto terrorista, de cuanta masacre humana provocada por motivos ideológicos sucede en el mundo.

Son ellos quienes legítimamente deberían levantar la bandera de los Derechos Humanos:

Familiares (madres o abuelas) de desaparecidos, e incluso los familiares de las víctimas de la subversión que asoló la Argentina en la década de 1970.
No se trata de injusta discriminación, sino de la división entre lo público y lo privado, entre lo lícito y lo ilícito, entre la decencia y el crimen.

Hebe Pastor de Bonafini es una mujer detestable.
Vive del cuento y del dolor ajeno.
Es la más conocida de las «Madres de la Plaza de Mayo».
La diferencia entre la Bonafini y el resto de sus compañeras es que a la gorda no le desapareció hijo alguno durante la dictadura militar en Argentina.
Los hijos de la foca porteña y batasunera viven en París con su padre, y su desaparición de Argentina nada tuvo que ver con la tortura o la muerte.
Se fueron porque no podían soportar a su madre, sencillamente.

La gorda se anudó en la cabeza el pañuelo blanco reivindicativo y ha recorrido el mundo de gorra y en asientos de primera clase recibiendo toda suerte de homenajes y cortesías.

En España se reconoció simpatizante de la ETA y de su entorno.
Ha escupido palabras insufribles:
"Las «madres» nos hemos solidarizado con la lucha valiente del pueblo vasco contra un Estado criminal y asesino, el español".
No todas «las madres», como ella dice, porque un amplio sector de auténticas madres de hijos desaparecidos se escindieron del grupo radical de la gorda por graves y profundos desacuerdos con el proceder y el buen vivir de la impostora y nauseabunda porcina.

Pero en todas partes hay tontos, o desmemoriados, o demagogos, o resentidos dispuestos a colaborar con gentuza como Hebe de Bonafini.
Se sabía que en Batasuna es tratada como una militante distinguida, y que probablemente algún pico del dinero recaudado con los secuestros y chantajes de la ETA ha terminado en los bolsillos de la vociferante puerca.
Pero nadie imaginaba que un gobierno autonómico, como el del Principado de Asturias, se prestaría a subvencionar a una inductora del odio y la violencia.
Y así es.

El gobierno socialista presidido por Vicente Álvarez Areces ha regalado a Hebe de Bonafini, la defensora de la ETA, ciento ochenta mil euros, supuestamente destinados a una inexistente «universidad de las madres», que es el último señuelo inventado por la gorda para estafar a los ingenuos y los tontos.
El señor Álvarez Areces premia a una ardiente partidaria del terrorismo en España con treinta millones de las antiguas pesetas provenientes de los impuestos de los españoles.
El señor Álvarez Areces es pues, un pésimo administrador del dinero público y un defraudador de la ética.
Si le sobran a las arcas del gobierno de Asturias ciento ochenta mil euros, que les sean entregados a la Asociación de Víctimas del Terrorismo, y no a quien apoya a los asesinos desde su perversidad invencible.

Cuando se derrumbaron las Torres Gemelas de Nueva York, Hebe de Bonafini lo celebró con pública alegría.
Cuando la banda terrorista ETA comete un atentado, Hebe de Bonafini no oculta su satisfacción.
A esta cerda le regala el socialista Álvarez Areces ciento ochenta mil euros, en nombre del «progresismo».
Eso no es progresismo.
Es una simple, llana, incívica e indignante gilipollez.

(http://www.periodistadigital.com/)

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