sábado, 4 de septiembre de 2010
LA BOLILLA QUE FALTABA
MOYANO AL PODER: LA ESTRATEGIA DE KIRCHNER PARA GANARLES A LOS RADICALES
Por Carlos Tórtora
Néstor Kirchner designó a Hugo Moyano como su segundo. En la nomenclatura oficial, el camionero tiene una concentración de poder que lo distancia de cualquier otro dirigente. Es Secretario General de la CGT, presidente del PJ bonaerense y Vicepresidente Segundo del PJ Nacional. De sus dos recientes ofensivas para ampliar su feudo, Moyano ganó ambas. Siderar será agente de retención de los pagos previsionales y de los aportes a Camioneros, aumentando el poder del gremio. En el caso de Rabe, los 90 empleados en conflicto pasarán de Empleados de Comercio a Camioneros. Anteayer, el camionero dio un paso más. Aseguró que los sindicalistas “tienen capacidad para ser el número uno del país o para ocupar el cargo que sea”. Y a renglón seguido anunció que el 15 de octubre realizará en el Monumental la mayor concentración peronista del año, bajo las banderas de la Corriente Sindical Peronista. Algunos intendentes justicialistas del conurbano recibieron en las últimas semanas la visita de allegados a Moyano exigiéndoles determinadas concesiones para empresas controladas por camioneros. Y no sólo en el rubro de recolección de residuos. Algunos gobernadores kirchneristas empiezan también a asustarse. Es que los delegados de la cúpula cegestista se están preparando para desplegar su poder en los PJ de varias provincias, que sus gobernadores consideraban alambradas.
La semana pasada, Moyano empezó a reorganizar su entorno. El taxista Omar Viviani quedaría relegado a segundo plano y surgen dos operadores de peso. El principal es el diputado nacional Omar Plaini, jefe del sindicato de canillitas, gremio que tomó vuelo con la pelea del Gobierno con Clarín.
Plaini tendrá un papel relevante en la tarea de Moyano como presidente del PJ bonaerense y podría ser el apoderado partidario.
El otro hombre fuerte para la provincia es el diputado nacional Jorge Mancini, secretario general de AGOEC, el gremio de los trabajadores de la CEAMSE, organismo encargado de procesar y transportar la basura del gobierno bonaerense y el de la Ciudad de Buenos Aires.
Estos nuevos pesos pesados dicen mucho de la metodología que aplicará Moyano. Plaini y Mancini son expertos en boicotear empresas y apretar fuerte, por ejemplo, paralizando la recolección de la basura. No hay en ellos ninguna sutileza. Son topadoras habituadas a negociar sobre la base de tensionar al máximo los conflictos.
El túnel del tiempo
Si damos crédito a algunos comentarios que se escuchan en las cercanías del despacho de Moyano, en las próximas semanas continuarán los bloqueos a empresas y aquél anunciaría además formalmente que la CGT reclama, como en sus mejores tiempos de los 70, un tercio de todas las candidaturas a cargos electivos del PJ.
Hasta la derrota sufrida por Ítalo Luder en las elecciones del 83, el peronismo estuvo controlado férreamente por el aparato sindical, que le imponía sus condiciones a la dirigencia política a través de Lorenzo Miguel. A partir de la renovación del PJ que empiezan en el 84 José Luis Manzano, Carlos Grosso y el propio Carlos Menem, los políticos empezaron a tomar las riendas del partido. La apertura de la economía que Menem implantó en los 90 agudizó este proceso. Los sindicalistas se retiraron en silencio de la política para dedicarse a reconvertir sus estructuras ante procesos como la flexibilización laboral y la desregulación económica. Kirchner, especialista en transitar el túnel del tiempo, acaba de retrasar 30 años el reloj del peronismo. Visto que su revival izquierdista no le dio demasiados resultados, cambió de rumbo. Ahora su guardia pretoriana no son tanto los Kunkel y Conti, sino la nueva oligarquía sindical que, con su aval, está tomando por asalto las estructuras del PJ.
Las razones
La primera y más extendida interpretación es que el ex presidente, complicado por su guerra con Clarín, terminó por ceder ante la aplanadora que pilotea Moyano, dándole más de lo que en realidad quiere darle. Pero hay otra interpretación -totalmente distinta- que coincide con los trabajos que están realizando algunos consultores de Olivos. La moyanización del poder sería un eje central de la estrategia electoral de Kirchner. Éste no tendría dudas de que el Frente para la Victoria y la UCR llegarán a la segunda vuelta y que el Peronismo Federal quedará relegado. El avance de las huestes de Moyano sobre los empresarios, los demás gremios y el PJ provocaría en la sociedad el recuerdo de los 80. Y, sobre todo, instalaría un razonamiento: ningún gobierno radical podría sobrevivir a un poder sindical descontrolado, con enorme potencial económico y además dueño del PJ. La intención del kirchnerismo, por último, sería que la gente piense que sólo Kirchner podría de algún modo controlar a Moyano, pero que en cambio Ricardo Alfonsín o Julio Cobos sucumbirían rápidamente ante los embates sindicales. Los 13 paros generales que Saúl Ubaldini le hizo a Raúl Alfonsín serían sólo un pálido antecedente. La conclusión es obvia: habría que votar a Kirchner en segunda vuelta para evitar una situación de colapso, porque los radicales carecerían de gobernabilidad. En otras palabras, esta estrategia se basa en instalar la convicción en la clase media de que la única opción es Kirchner o el caos. Como es obvio, se trataría de una nueva apuesta en la cornisa, acorde con la obsesión por el todo o nada de los últimos siete años.
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